Poesía de Argentina
Poemas de Tamara Kamenszain
Tamara Kamenszain, nacida en Buenos Aires el 9 de febrero de 1947, fue una poetisa y ensayista argentina cuya pluma dejó una marca imborrable en el panorama literario. Estudiante de filosofía en la Universidad de Buenos Aires, Kamenszain tejía en sus versos la intersección entre la profundidad conceptual y la belleza poética.
Desde sus primeros días en el periodismo hasta su dedicación a la enseñanza de la literatura, Kamenszain se erigió como una figura destacada de la generación de poetas neobarrocos de los setenta, compartiendo la escena con Arturo Carrera y Néstor Perlongher. Su exilio en México durante la dictadura cívico-militar argentina (1978-1985) infundió a su obra una resonancia única, una amalgama de nostalgia y resistencia.
Como fundadora y asesora general de la Licenciatura en Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), Kamenszain trascendió la creación poética para cultivar el talento literario en las generaciones venideras. Su influencia se extiende más allá de las fronteras, con ensayos que se han convertido en piedras angulares en el estudio de la poesía argentina y latinoamericana.
Reconocida con numerosos premios, como el Honorífico José Lezama Lima (2015) y el Konex de Platino (2014), Kamenszain se erige como una torre de palabras que desafían el tiempo. Su legado poético, reflejado en obras como “De este lado del Mediterráneo” (1973) y “El Ghetto” (2003), se expande a través de las décadas, resonando en “Chicas en tiempos suspendidos” (2021).
Sus ensayos, como “El texto silencioso” (1983) y “La boca del testimonio” (2006), revelan la mirada aguda de Kamenszain sobre la tradición y la vanguardia, demostrando que su genialidad no se limitaba a la poesía. “El libro de Tamar” (2018) y “Libros chiquitos” (2020) abrazan su diversidad literaria, donde cada página es una invitación a explorar la íntima conexión entre las palabras y la vida.
Tamara Kamenszain, que trascendió las fronteras del tiempo el 28 de julio de 2021, sigue siendo la tejedora de letras que invita a sus lectores a perderse y encontrarse en el vasto universo de sus creaciones literarias. Su legado, un río eterno de poesía y pensamiento, fluye a través de las páginas que ella misma escribió y que ahora son hojas doradas en el jardín de la literatura argentina.
Destino
Dónde estará lo que sigue
me pregunto
mientras lo que quedó atrás
se parece
a un barril sin fondo
en el que es imposible buscar
un indicio para este futuro
que viene cabalgando lentamente
como una flecha de esas
que siempre van a dar en el blanco
aunque hagan un trayecto sinuoso
que a los ojos de ciertos ingenuos
puede parecer
errado.
***
Cuando te casaste
atado de frente al juez en su registro
mis nervios rozaban en ramo tu antebrazo
sintonía para dos costados rumorosos
buscando por señas de nacimiento
juntar siluetas digitales en familia
reconocer a nuestros hijos
por el parecido.
Cuando te casaste conmigo
estábamos parados
mi edad de merecer en la cintura
y en el acento del sí colgadas las cabezas
para que los testigos, mudos de la diferencia
callaran al tiempo de copiarnos
línea por línea el rostro enloquecido
del matrimonio perfiles en un acta doble faz.
***
¿Ya hablé de la muerte?
murió mi hermano
murieron mis padres
murió el padre de mis hijos
tantos amigos murieron
y dije y digo que no están más.
¿Eso es hablar de la muerte?
Dejé anotado que se fueron
Les dediqué libros los nombré
por sus nombres me anoticié
de que nadie me contestaba.
¿Eso es hablar de la muerte?
Ensayé todo lo que pude
insistí con estribillos ajenos
“debajo estoy yo” “debajo estoy yo”
pero Pizarnik ya había nacido
enterrada Alejandra Alejandra
se hizo llamar desde chica
y eso sí que es hablar de la muerte.
Yo solamente la cito
porque nací en una generación
y eso no es hablar de la muerte
si el cuerpo camina solo
plegarse con otros al paso del tiempo
es un deporte literario:
“La muerte y la vida estaban
En un cuaderno a rayas”.
***
Fuera de padres, desmarida
vino en un cuarto ambulatorio
de canto a esta moneda ajena
gasto el calefón en su rugido
quedada matriz de la heladera
acaso me enfríe de mi casa y voy
a tironear, si escribo, de los hilos
que en la maraña enlazan a mis hijos.Lo que empieza donde termina
Para armar un libro hay que hacer
como las modistas que cosen
siempre del lado de adentro
y cuando dan vuelta la tela esas costuras
que ellas trabajaron confiadas
desaparecen para dejar ver
un aceptable
lado de afuera
5
Estoy lista. En aviso de regreso
voy a liar los versos al paquete.
Aflojo el metro, nudo de lo dicho
y envío su retorno como carta.
Hasta aquellos cincuentas marineros
una postal les llegue, una noticia
el hilo arrugado en la memoria
el ojo que enhebre esa miopía. Pues
no me leen, los muertos, mis
abuelos.
Soñé con Arturo Carrera
es un amigo de mi generación literaria
me susurraba en italiano palabras al oído
era excitante.
Usted puede viajar a Italia a ver si ahí encuentra el amor
interpreta la analista buscando que acabe
la novela de mi vida para que por fin empiece
su realidad.
Arturo no era Arturo porque nunca
en los sueños los que vemos son los que vimos
y de mi generación literaria el pasado me impone
complicidades guiños contraseñas
que los que no estuvieron ahí
nunca entenderán.
Eso me obliga a hacer siempre el mismo recorrido:
psicoanálisis, literatura, teoría, política…
y aunque muchos jóvenes se fascinen con nuestra época
es un hecho que nosotros
tenemos la cabeza quemada.
***
Esto no lo conté nunca a ninguno de los analistas:
en el colegio primario judío veíamos todos los años
la misma película de los campos de concentración nazi
esa donde unos cadáveres vivos cavan la fosa
después tiran adentro los huesitos de sus muertos
y después todavía son obligados
a empujarse a sí mismos suicidados por otros
que los fusilan para que de tan livianos caigan
sin comerla ni beberla.
No sé pero todavía hoy cuando un taxista dice
algo sobre los judíos me callo
no vaya a ser que por el espejo retrovisor descubra
que yo también estoy al borde de esa fosa.
Por eso no opino por eso me escondo
detrás de la primera persona.
- Elías Nandino
- Baudilio Montoya
- Samuel Vásquez
- Amalia Bautista
- Juan Félix Cortés Espinosa
- Rómulo Bustos
- Juan Arolas Bonet
- Vicente Gaos
- Jorge Isaacs
- Ricardo Hernández Bravo
- Jaime Sabines
- Angelina Muñiz-Huberman
- José Abreu Felippe
- Luisa Sigea
- Manuel Moreno Jimeno
- Catherine Pozzi
- Rodolfo Alonso
- Néstor Perlongher
- Juan Larrea
- Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte)