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Poesía de México

Poemas de Sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) fue una destacada escritora, poeta, filósofa y monja mexicana del período barroco. Nacida como Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana en San Miguel Nepantla, Nueva España (actual México), es considerada una de las figuras literarias más importantes del Siglo de Oro y una pionera del feminismo en América Latina.

Desde temprana edad, Sor Juana demostró un talento excepcional para el aprendizaje. Aprendió a leer y escribir a los tres años y dominó varios idiomas, incluidos el latín y el náhuatl. Su insaciable curiosidad intelectual la llevó a estudiar matemáticas, teología, música, filosofía y literatura, en una época donde las oportunidades educativas para las mujeres eran limitadas.

A pesar de su deseo de continuar sus estudios en un entorno académico, las restricciones sociales de la época la llevaron a ingresar al convento de San Jerónimo en 1669. Como monja jerónima, encontró un espacio para dedicarse al estudio y la escritura, produciendo una vasta obra que abarcó géneros como la poesía lírica, los autos sacramentales, las comedias y las cartas filosóficas.

Entre sus obras más destacadas se encuentran los poemas “Hombres necios que acusáis”, una crítica a la hipocresía de la sociedad patriarcal, y la “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz”, un brillante ensayo donde defendió el derecho de las mujeres a la educación. Su estilo literario refleja la riqueza del barroco con una complejidad lingüística y una profundidad temática excepcionales.

La vida de Sor Juana estuvo marcada por conflictos con la iglesia y las autoridades coloniales debido a sus ideas avanzadas. En 1694, bajo presión, abandonó la escritura y donó su biblioteca y otros bienes al convento. Falleció en 1695 a causa de una epidemia mientras cuidaba a sus compañeras monjas.

Sor Juana Inés de la Cruz dejó un legado perdurable como símbolo de resistencia intelectual y literaria, y su obra sigue siendo estudiada y admirada en todo el mundo. Su imagen está asociada con la defensa del conocimiento y la igualdad de género.

PROCURA DESMENTIR LOS ELOGIOS

Éste que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;

éste en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido:

es un vano artificio del cuidado;
es una flor al viento delicada;
es un resguardo inútil para el hado;

es una necia diligencia errada;
es un afán caduco, y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

RESUELVE LA CUESTIÓN

Que no me quiera Fabio al verse amado
es dolor sin igual, en mi sentido;
mas que me quiera Silvio aborrecido
es menor mal, mas no menor enfado.

¿Qué sufrimiento no estará cansado,
si siempre le resuenan al oído,
tras la vana arrogancia de un querido,
el cansado gemir de un desdeñado?

Si de Silvio me cansa el rendimiento,
a Fabio canso con estar rendida:
si de éste busco el agradecimiento,

a mí me busca el otro agradecida:
por activa y pasiva es mi tormento,
pues padezco en querer y ser querida.

PROSIGUE EL MISMO ASUNTO

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.

Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.

DE AMOR, PUESTO ANTES EN SUJETO INDIGNO

Cuando mi error y tu vileza veo,
contemplo, Silvio, de mi amor errado,
cuán grave es la malicia del pecado,
cuán violenta la fuerza de un deseo.

A mi misma memoria apenas creo
que pudiese caber en mi cuidado
la última línea de lo despreciado,
el término final de un mal empleo.

Yo bien quisiera, cuando llego a verte,
viendo mi infame amor poder negarlo;
mas luego la razón justa me advierte

que sólo me remedia en publicarlo;
porque del gran delito de quererte
sólo es bastante pena confesarlo.

CONTINÚA EL MISMO ASUNTO

Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:

a quien más me desdora, el alma ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro
y al que le hace desprecios enriquezco;

si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido
y al padecer de todos modos vengo;

pues ambos atormentan mi sentido;
aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.

CONTIENE UNA FANTASÍA CONTENTA CON AMOR DECENTE

Deténte, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.