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Sergio Briceño González

Poeta mexicano Sergio Briceño González

Poemas:

RĀJAŠEKHARA

Ya no dejan sus crenchas en desorden,
buscan cómo amarrarse los cabellos;
se empiezan a preocupar por sus dientes y anudan sus faldas,
se ajustan a la práctica amorosa con las cejas;
se vuelve indirecto el movimiento de sus ojos:
se llenan de ambigüedad sus palabras,
a cada instante hay progresos en coquetería,
mientras la infancia se desliza hacia la juventud.

VALLANA

Sus muslos han ganado peso;
se forman las tres hojas alrededor de su cintura,
la timidez se incrementa en su corazón,
su antiguo retozar se esfuma,
sus pechos han florecido hacia adelante,
sus ojos comienzan a volverse de lado,
el cuerpo de la esbelta muchacha crece hermoso
mientras su infancia se aleja.

El deseo de las mujeres lo arropará en sus ornamentos
creyendo que es todavía un niño;
en ellas de mala gana enterrará sus apetencias escondidas en el corazón
y si en la ausencia de las otras alguna lo mira tiernamente
él agacha la cabeza y sonríe;
así es su manera,
vestida en la belleza de su adolescencia

Convicción

Para poder gritar
hay que saber callar.

Guardar silencio
durante muchos años.

Sedimentar la rabia,
hacer que la impotencia
anide entre las tripas.

Después
subir al campanario

y competir
con el bronce
de un tañido

Lejano

De dos siglos.

Invitación

¿Y tú
cuándo subirás
al campanario oriental
para lanzar el grito?

Para quitarte el cepo
el yugo
los grilletes

Para alzarte
en armas
contra ti

Contra toda memoria
de ti mismo
que te obliga y te ata
que te encierra y asfixia
que te atenaza
el cuello

¿Cuándo tocarás
la campana
de tus pasiones y glorias
de tus delirios y abismos?

¿Cuándo vendrá
el tiempo
de armar la artillería
y emboscar
al enemigo?

¿O eres tú mismo
tu adversario?

Alucinación

Se llama Dolores
la morena
del pantalón acampanado
que entra al bar

Largo el cabello
rizadas las pestañas

con la boca roja
pinta
el caballito
de tequila

Lo beberá de Hidalgo
y en sus tobillos
sonará la campana
de mezclilla

Para después lanzar un guaco
de ebriedad
o de lujuria

Un grito de contento
al tomarse de golpe
el ruidoso licor

Y allende su cintura
el galopar
de unas bragas
encendidas de blanco
olorosas a crin

Acampanada mulata
que bebe hasta las heces
cada copa de agave

Y a cada Hidalgo
que le piden
sonriendo
los amigos
del bar
suena una campana
silenciosamente dulce
entre sus piernas negras.

Pérdida

No hay forma
de encenderlo.

Ni con chispa
o fogata.

Ni soplando
en la base
para que encarne
el fuego.

Ni rociando butano
o kerosén.

No es posible encender
ni siquiera una vela
en esta cueva oscura
en que se oculta
la bestia
del amor apagado.

Misiones

No te agradecen las mujeres
si les escribes versos.

No los entienden
pero sienten agrado
al oírlos sonar.

Recuerdan de su infancia
medias blancas
y novios juveniles.

Te dan un beso
nadamás
si les escribes un poema

Lo guardarán. Lo olvidarán

Las mujeres no quieren hombres
ni poesía.

Son sólo mujeres. Demasiado.

Biografía:

Sergio Edmundo Briceño González es un poeta mexicano. Nació en Colima en 1970. Fue exdirector editorial del Diario de Colima. Su obra ha sido traducida al francés y ha obtenido en 2001 el Premio Internacional de Poesía Salvador Díaz Mirón y en 2011 el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines.

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