Poemas:
Por no encontrar las llaves
A Marosa y a Nidia di Giorgio
Tengo dos casas
en una viven alimañas
en otra mis amantes muertos y los gatos
ni con unos ni con otros he podido vivir
y esto no es ficción
ya estaban previstos los latidos del corazón
ordenados los amaneceres
a veces la luna salía tempranísimo
y se sorprendía
a nadie mostraré este poema
a nadie mostraré mi vida
cuando de madrugada me levanto a comer naranjas
y te convoco a ti solo a ti
y te veo corriendo entre las camas
persiguiendo lobos
el demonio existe los ángeles existen
aseguro que nadie comprenderá
que nadie podrá descíframe
el último sol que vi era naranja
todo por no encontrar las llaves de la puerta de casa
Los misiles apuntan a mi corazón
Los misiles apuntan a mi corazón
la puerta se cerró
el viento quedó solo
ahora quien puede recuperarle
nadie
donde están los que matan
los asesinos son dulces en mis manos
y mi vientre es un campo de batalla
no conozco a los que me aman y ellos no me conocen
me arrancaron de un vientre de una espada
la noche fulguraba
el sol es triste y duele
es maravilloso estar vivo
es maravilloso estar muerto
arden las ramas las estrellas
mi corazón ardía
el paraíso es así fulgura y duele
huyamos
tocarás mi ventana con una hoja amarilla
y me levantaré desnuda
si sabes mi locura
despiértame
de prisa mátame
no sé quién soy no existo
pero amanezco siempre sorprendida
como de haber estado en algún sitio oculto
aprendí a deletrear tardíamente los colores
y la luz toda fue
yo no quería aprender a leer a escribir
yo no quería nada
me arrastraron
me sujetaron del pelo
me golpearon
los maestros
las instituciones los estados
ahora los misiles la otan
ahora se me caen los ojos
voy por el mundo como un estallido
porque mis amores se asemejan al viento
porque este es un bosque precioso
donde también suceden asesinatos
los misiles apuntan a mi corazón
nos suceden catástrofes
siento una angustia cósmica
nuestros huesos al aire
me abrazo a este planeta me derrumbo
perseguimos mamuts perseguimos la luna
no estamos quietos nunca
todos
en la luz y en la muerte
somos contemporáneos
bien lo saben los dioses las estatuas
el desatino atroz de vivir en un cuerpo solo
ah qué bien ya es domingo
resucitaremos otra vez
no volveré a la escuela esta vez no estudiaré leyes
como en 1960
fue será distinto
en el tiempo de la justicia
pienso en un mar oscuro
en bestias flores
acaso ellos se salven de la perversidad
animales queridos orugas incipientes
las moscas roen nuestras entrañas
la carne constelada de las vacas es azul y renace
las arañas no nos perdonarán
ni los monos que devoramos vivos
al hombre que ayuna tuve en mi vientre
y me dio vergüenza comer
porque nosotros comemos
y envenenamos el mar y las hormigas
Cristo ven
termina simplemente mi esqueleto
Buda ven
entrañas de los niños asesinados
de la niña que fui
vulnerada asesinada
en una escalera
entonces vi cosas hermosas y grité
moría y era hermoso
mi padre se asustó
caían estrellas yo caía
holocausto
las espadas apuraron el miedo
a quien apuntan directamente estos misiles
este reto a la vida
a quiénes esta furia
a quiénes sino a mí.
Abro la puerta de un jardín de plata
Abro la puerta de un jardín de plata
él solo bajo la arena
una urdimbre de pájaros y nubes
me constela la vida
una acacia inmensa llora
todo se ilumina
los hombres asesinados yacen en la fosa común
hay un trasplante de vísceras calientes
en secreto una mano me ahoga
será el fin del mundo
pero nadie imagina la inocencia de un perro
para ellos no está previsto el paraíso
pero el paraíso está lleno de ladridos y noches
de imposibles maneras de vivir
de agresiones ocultas de vértigos
a la sombra de las espadas
corto raíces nubes.
En mí es de noche siempre
Qué tengo yo qué tengo
por qué no tiene fin ya mi delirio
y en mí es de noche siempre
el mar duerme yo no
cansados de girar duermen los astros
cuajada iba la noche de diamantes
bajo el inmenso ojo lunar
hasta dónde los mares primeros repican
tal el caos y el orden
el miedo de pronto aparece
ellos duermen yo estoy alerta
de continuo el mundo me requiere
no es sangre brasas es lo que por mí circula
cuando has nacido no hay dónde esconderse
nosotros convivimos con la nada
perdemos el recuerdo
los días son manzanos ardientes
fruto de una crucifixión
a la que no hemos asistido
cómo podemos seguir viviendo
para ti el holocausto
la sorpresa de ser
como una bengala velocísima desaparezco
hay cuerpos.
Estoy sola en la noche
Estoy sola en la noche
despierto a este conjuro
seguro y obstinado como la muerte
que persiste que golpea
nos hace padecer sonreír
un día cuando estés muerto olvidado de todo
este amor
una hermosa noche de verano
irá a resucitarte
y resucitarán las hojas todas
y tú estarás como te dé la gana
tomando un vaso y otro
y una noche y otra
un día cuando estés lejos
mirando el mar que estaba allí
los reyes y los presidentes que desfilan
escuchando los gritos de los ahogados
de los recién nacidos
y todo lo terrible que hay en los rincones
cuando caen los zapatos
y te golpeo y te golpeo
cuando resuene en tu memoria el mundo
lanzando alaridos como una bestia herida
este amor sin nadie solo
sin hacer nada
sin decir nada
aunque nosotros nos miremos sin reconocernos
estará allí donde estuviste
donde estés
irá a buscarte.
Nadie ninguna soy
Nadie ninguna soy
Ningún hombre es mi cuerpo
Ningún río
Que revisen mi cuerpo
No tiene corazón
Está en la calle
Maravillosa calle
Como hoy casi es milagro
Y los hombres recuerdan
Un ultimátum ya
He vivido
Nada más
He vivido
Perdón por mi dulzura
Por no haber empuñado ni fusiles
Ni garras
Perdón por mi esqueleto decisivo y efímero
Mi violencia es una casa a fondo
Cuando de noche mueres sin aviso
Tocan la puerta
Andan.
Cuando volví corriendo a tus rodillas
Cuando volví corriendo a tus rodillas
exhausta como un perro perseguido y solo
yo no tenía cuerpo yo no tenía manos
no tenía rostro
y me abracé a tus piernas llorando
dormíamos y nos sobresaltaba la resurrección
tomábamos té a escondidas
tras las puertas
nos daba vergüenza comer
nos daba vergüenza vivir
hoy otra vez me arrastra vuelve
aquel recuerdo
entonces nos fuimos al campo a morir
era cuando volaban los tendones
una noche el viento levantó las casas
y dentro de la cabeza
nos vivía un pájaro
y ese pájaro nos deshacía por dentro
nos quemaba
y volvimos a comer a engendrar a olvidar
a estar aquí a vivir así
yo no sé por qué recuerdo esto y tus ojos
y tus rodillas temblando bajo las piernas delgadas.
Hoy besaría a la gente desconocida
Hoy besaría a la gente desconocida
y les pediría que vinieran a mí
porque sin ellos nada soy
de sus ojos inocentes terribles
está llena mi alma
ellos saben que nunca vendrán por mi esqueleto
porque quiero abrazarlos y no puedo
la última masacre sucedió entre mis uñas
esa gente que se cruza al camino
y nunca más
vive en mi lecho respira con mi sangre
por ellos soy
anónimo desconocido amor
qué bien hueles bajo las raíces
en la calle sobre los cementerios profundos
cómo te encuentro cuando
apuñalada entera me entrego
al sueño al hombre a la desdicha.
Cuerpo de suicida
Cuerpo de suicida
en la alcoba profunda
como un dios temeroso de asirse a la nada
manos de cualquier lugar
ojos de cualquier tiempo
no le interrogues
responderá mar estrujado
cielo deshecho
tinta rebelde
tres de la tarde.
No me alcanzan los brazos de la tierra
No me alcanzan los brazos de la tierra
no me alcanza la vida
mis amantes me duelen
andan por mi cerebro y son
la vida que no tuve
el silencio anterior
ya estoy definitiva muerta
tuve una casa
tuve tantos hijos subterráneos fantasmas
de noche me hostigaban
cosas y voces que no sé
tú podías haber sido mi padre
tú podías haber sido mi hijo
las calles por donde nos moríamos
no tenían sentido
despierta así no volverás a ser
tócame no hay parte de mi cuerpo
que no sea universal
sé que palpo en silencio
cosas que no he vivido
tristes constelaciones
piernas playas arenas
mutilados enfermos
yo nunca estaré muerta
me dolerán las uñas
los cuerpos los abrazos
los viajes la aventura feroz de cada célula.
Nosotros somos fantasmas
Nosotros somos fantasmas que tocamos la noche
nosotros somos fantasmas
alguien está herido llama
tiemblo como un pájaro
apretado en un puño
como un niño
es de noche y golpean están asesinando a un hombre
en algún lugar
alguien desprendido de su cuerpo
me mira me ama me toca
siento ruido de lápices de sillas de ventanas
puede entrar
ahora en mi cama en este cuarto
yo quiero vivir en ti
como un glóbulo rojo en la corriente de la sangre
yo quiero vivir en ti
como un diente una mano
un pensamiento
me dejas sin saber que en la noche caigo entera
como un cuerpo que cae y cae
es de noche y entra con un cuchillo
se oyen los gritos de un hombre torturado
están torturando a un hombre
es de noche y parece que dormimos
una figura se esconde entre las ropas
un gato salta por la ventana y es mentira
los zapatos recuerdan que eran felices
es de noche un cuerpo cae a fondo.
La noche es una pieza para siempre
La noche es una pieza para siempre
una camisa clara
somos la noche amor
la noche elemental como la muerte
siento tu cuerpo siento
un herido de bala
un portafolio negro
un mar en la garganta
este cuarto nos mira desde adentro
exhausto de quehaceres zapatos cortinados
yo no sé por qué será la ropa
tan triste y tan profunda
yo no sé nada
ni siquiera he aprendido cómo abrir una puerta
voy por el cuarto como por el aire
las ventanas combaten
las espaldas combaten
todo acecha es violencia
todo nos amenaza
siento en tu cuerpo el mundo las sirenas el pánico
las playas desoladas
seres muertos que he amado.
Biografía:
Selva Casal, nacida en Montevideo el 11 de enero de 1927, fue una de las voces más singulares de la poesía uruguaya. Hija del poeta y editor Julio Casal, creció en un ambiente marcado por el arte y la literatura, un entorno que definió su sensibilidad poética desde sus primeros años. Publicó sus primeros versos en la revista Alfar, fundada por su padre, y desde entonces su trayectoria literaria no dejó de florecer. A lo largo de su vida, su obra se destacó por una mezcla de belleza y compromiso, en la que la palabra se convierte en un grito profundo, capaz de resonar más allá de los tiempos y las fronteras.
Selva Casal fue mucho más que una poetisa. Doctora en Derecho y Ciencias Sociales, ejerció la docencia en varias instituciones, como la Universidad de la República, donde enseñó Práctica Forense, y en los Institutos Normales, donde impartió Derecho y Sociología. Sin embargo, su vida profesional fue truncada por la dictadura cívico-militar uruguaya, que la destituyó de sus cargos. Esta experiencia, dolorosa y transformadora, dejó una huella en su poesía, cargada de una crítica sutil pero feroz hacia las injusticias sociales y políticas.
Su obra poética, vasta y diversa, abarca desde los años 50 hasta el final de su vida. Libros como Abro las puertas de un jardín de plata (2014), Vivir es peligroso (2001) y Los misiles apuntan a mi corazón (1988) revelan a una autora comprometida con el mundo que la rodea, y a la vez, con una profunda introspección. El uso del lenguaje de Selva Casal es delicado y preciso, pero nunca pierde su poder de conmoción. Poemas como los de Han asesinado al viento (1971) o Nadie ninguna soy (1983) le valieron importantes premios y reconocimientos en Uruguay, Argentina y México.
En su poesía, lo personal y lo colectivo se entrelazan. Selva Casal exploró la soledad, la muerte y el dolor humano, pero también se levantó como una voz de denuncia y resistencia. A través de su obra, logró captar la esencia de la condición humana, y su palabra se mantiene viva, resonando en quienes la leen. Fue, sin duda, una poetisa que, con delicadeza y fuerza, supo transformar el dolor en belleza y la injusticia en palabras que aún resuenan. Falleció el 27 de noviembre de 2020, pero su legado sigue intacto, con una poética que sigue siendo un jardín de plata, brillante y eterno.