Poesía de Perú
Poemas de Roxana Crisólogo
Roxana Crisólogo Correa (Lima, 1966) emerge como una voz poética que trasciende fronteras. Con estudios en Comunicación Social, Literatura y Derecho, su influencia se extiende desde Perú hasta Finlandia, donde reside desde 1996. Pertenció al grupo “Noble Katerba” en la década de 1990, que surgió de la fusión de tres grupos universitarios.
Su poesía, calificada como “urbana” y “innovadora,” ha sido traducida a varios idiomas, y su participación en festivales de poesía, como el Festival Internacional de Poesía de Copenhague, demuestra su alcance global. Pero Crisólogo Correa es más que una poeta; es una activista y promotora cultural que ha trabajado en proyectos que exploran la relación entre la poesía y la política, y ha contribuido al movimiento de la poesía visual en Perú.
Como fundadora del proyecto literario Sivuvalo, promueve los derechos y la visibilidad de poetas que escriben en sus lenguas maternas en Finlandia. Con un legado literario que abarca múltiples obras y traducciones, Roxana Crisólogo Correa es una figura literaria de gran influencia, con un compromiso inquebrantable con la poesía y la diversidad cultural.
Retorno al perro que me ladra
a la interminable resaca
a la neblina de creer
a mis vecinas
que me llaman me repiten convencidas
esta vez sí es verdad
a la picazón que urge
al impaciente rumor de estas palabras
al barro que le da forma original a nuestros nombres
al desierto que se prolonga
en la insatisfacción de los que con esperanza
se marcharán del Sur
El verano me murmura algo al oído
los perros saben de qué hablo
y mueven la cola
Chifa Felicidá:
Mis hermanas y yo venimos por un plato de comida
revuelta y refrita
como la historia del Perú
La mezcolanza es mi patria
Recalo en delicados cortes
de una silenciosa debilidad que alegremente
engullo
Todos mis huesos y arterioesclerosis
bombean al unísono
la letra de un mal sabor que paladeo
y derrito
Y quien no lo ha probado no lo entiende
y quien no entiende este amor
no sabe de la desazón
de este inmenso plato de arroz que me mira desde su cerro
Felicidá
Hay días que no tolero más ruido que el de las construcciones
y el café no endulza —no hay nada que endulce este café—
y quisiera ser la virgen que adorna el vello crepuscular
de un acolchonado cuadro
llamarme Rosa —Rosita—
tener el cabello largo y los pies pequeñitos y rosados
como los de una conocida muñeca
y llevarle a los muchachos de la construcción
tappers limpios de comida
papas sancochadas con pollo
mi buena sazón que venderé
y revenderé
con sendos cerros de arroz
lechuga agria y ají
de algo me servirá ser acomedida o liviana
sudar
atados de ropa limpia y una toalla
por si la transpiración
y luego pensar en los acabados del edificio
—como terminaré yo—
muros sellados y cielos falsos en placa de yeso
—donde terminaré yo—
soldadurasanclajesfijaciones de plástico
dónde anclaré
me desfondaré
y terminaré yo
y nada de prevención y mantenimiento
de martillos taladros patologías y formas
que hincan su cabeza de movediza serpiente
y me invitan a rodar
sentirme en la erosión de esta tierra de doble piso
sin fondo
y empapelan el ruido de un enceguecido tránsito
de aves guaneras como el dolor
de alguna primera vez.
Esta masa triste y gris de arena
que hace de mi tono de voz
una sustancia demasiado áspera
para el gusto de los muchachos
de nada me ha servido explicarles
que las palabras asfixian
que dentro de mí no hay un hombre
con la manía de verlo todo desde el sentido contrario
Me toca a mí retocar los paisajes
esconder en los pétalos de refinados giros
una voluptuosa
geografía hermosas tierras
cumbres nevadas
y un anuncio de Pepsi
que me quitará la sed
Buses de turistas buscan la ciudad perdida en perdidos sombreros
que los protegerán del sol
o de sí mismos
¿Me protegerán a mí de verlos
podré reptar junto a ellos
su dificultad color safari
buscando comida rápida
para salir rápido del desafío que significa llegara hasta aquí
sin derramar ni una sola gota de sudor?
¿Me tocará a mí
la guía
explicarles
un asterisco más en el mapa?
Les venderé una aventura
Los jubilados me lo agradecerán
Les ofreceré una tragedia
y los más jóvenes me pedirán más sangre
Este país
que disciplinadamente mutilo
y empacho de nubes de polvo
Este país
que me hace hablar de piedras sueltas
que ahora lanzan los que poco a poco van acercándose
con sus carteles a la plaza
Me bastará con explicarles que no se trata
de una enfermedad
sino simplemente de mi voz
aguardentosa
ardiente
Le pregunté a la belleza
mirándola a los ojos
qué es lo que ve
mientras estiro mi cabello
la indómita mecha que el paso de las palabras
decolora
Sentada a la mesa para negociar
reacomodo mis rasgos bajo una luz opaca
Le pregunto qué es lo que tengo que hacer
para entrar al club
Le pregunto al espejo
si hay algo menos que no ser blanca o más oscura
lampiña
sin más adjetivos que un color
Cuándo esta inquietud se convirtió en un pájaro
de mal agüero sobre mi cabeza
si empecé a ser más blanca
meditabunda y aburrida
a medida que decidí pensar
Si dejé de ser verde o azul si las plumas de los pelícanos
clavaron rutas en mi torso
y la indecisión de esta melena que no se acomoda
Si blanqueé mi nombre para sobrevivir
si para hacerlo cubrí mis mejillas
de un polvo para hornear
si traicioné mis pupilas orientales
convencida de que el lápiz solo alargaría mis ojos
El blanco terminará siendo mi abrigo
Este cuerpo este color
tuvo miedo de morir en explosiones
tenía un lugar en el mercado de frutas
junto a las chirimoyas
y a los bonitos que los pescadores despellejaban
con la destreza de los que saben mudar de piel
Temo romper la ilusión
de los que esperaban una fiesta de cumpleaños
temo desatar el listón que mi madre me ajusta en las trenzas
con el pretexto de afinar la mirada
Yo no quería escribir un poema
yo quería darle la vuelta al sol
Me tomó doce horas llegar tan al norte
que el viaje se convirtió en huida
Huir fue mi velocidad
Corríamos detrás de los ladrones de bicicletas
en la falta de árboles
en la ausencia de sol
Cruces y más cruces
Belleza es hablar de lo que tengo y de lo que no me pertenece
de lo que me falta y de lo que me sobra
de la impaciencia de ciertos días que trepan como ladrones
a robar sueños y bicicletas
El espejo no miente
la que se arregla el cabello acomoda en un solo
lugar de la cama
todos sus adjetivos
intenta escapar de esta captura de pantalla
Capturan la basurita en el ojo
la hermosura la raza
la india que por un click por un poco de atención
sonríe
vende su tragedia como caramelitos
Mi mirada de serpiente
mi religión mi lengua sin religión ni lengua
mis formas de despedazar un pescado crudo
mi desnudez encubierta
Le pregunté a la belleza si me podía invitar a su cóctel
si son suficientes los arreglos que me hice en el rostro
para no desaparecer en la blancura del flash
Le pregunté qué debo echarme
para no ser tinta derramada
Soy sangre derramada
Qué no debo colgarme al cuello
para no sentirme en el Thanksgiving
Le pregunté lo que las adolescentes no preguntan a sus madres
por miedo a la reprobación
Soy un pájaro huérfano la reprobación la fiesta chicha
la carpa en la que bailan el ritmo más duro
un centenar de tipos que no conozco pero leo en sus labios
sus exigencias y sus privilegios
No me fui para hacer patria sino para desilusionarme
No me fui para huir sino para regresar montada en mi piel
Me pregunté si mi tono de piel es un traje de fiesta
Una estilista tailandesa me recomendó
desaparecer mi cerquillo
desaparecer bajo mi cerquillo
Mudaste de país mudaste de piel lo olvidarás pronto
Y hago ahora mi aparición más blanca más pura
desde entonces todo empezó a ser más cierto más definido
Este cuerpo respira midiendo la distancia de una palabra a otra
quiere mantener la imagen de cintura frágil
del talle de espina de pez de una sinuosa carne
Este cuerpo este pez es la delicia de los ojos
de los que en el acuario terminan atrapados por una luz
Es la belleza.
Esta canción parece no salir de mi boca
se atraganta en mi cuello
se hunde en un pedido práctico
La canción que fuera inventada para tenernos tranquilos
llenó coliseos
nos llenó la boca de un tipo de silencio
que a veces llamamos música
Movimos las caderas
cerramos los ojos
vimos la canción meciéndose
en su tubería de gran pista de baile
La música
dormitaba
en su trono de palabras no dichas
en su muladar de carteles descolgados del mapa
en su dispersión de alas
hasta que el bus frenó de golpe
He escuchado cosas peores
en el colegio en la calle en las paredes
Pliegos de reclamos
señales de humo
que la neblina limeña pulveriza
en apretaditos pasos de baile
Siempre es lo mismo
cuando trato de recordar algo
existe una canción
que nos empuja al fondo
La persistencia de un DJ
el golpe súbito
del acelerador
Señales de humo
que la neblina limeña
pulveriza
en apretaditos pasos de baile.
Una conversación de madrugada
sobre la leche de cabra y la leche de vaca
cuando nadie escucha
cuando nadie piensa
cuando los olores cavan su escondite a la sombra
Los dedos matan el tiempo cambiando el dial de la radio
buscando sacar manchas
como en el comercial
Un instante feliz
para que cuando amanezca
nadie escuche ni huela
nadie intente excavar
la soledad del vaso
En la madrugada
tomar leche de vaca
porque dormir es quedar en blanco
con el estómago vacío
un estilo de vida
Te remonta a un mundo sin vacas ni cabras
te remonta al mundo
cuando nadie piensa que esto en realidad es un desierto
Mi amiga que también sufre de intolerancia a la lactosa
me confesó que tiene el mismo sueño
sin vacas ni cabras
sin leche ni luz
Cuando nadie escucha
cuando todos duermen
cuando nadie quiere saber a dónde va a parar
tanto dinero
tanto trabajo
Cabras y vacas
devorándose el aire
La proteína
La mala leche.
- Juana de Ibarbourou
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