Poesía de Francia
Poemas de Roger Gilbert-Lecomte
Roger Gilbert-Lecomte (18 de mayo de 1907, Reims, Francia – 31 de diciembre de 1943, París) fue un poeta francés de vanguardia, cofundador con René Daumal, André Rolland de Renéville, Roger Vailland y Josef Šíma del grupo artístico Le Grand Jeu.
El grupo mantuvo una relación polémica con el surrealismo, pues André Breton los expulsó del movimiento. Como los demás miembros de Le Grand Jeu, experimentó con drogas por razones artísticas y místicas. Murió a consecuencia de una infección tras haber utilizado agujas hipodérmicas sucias.
LA BUENA VIDA
Yo nací como un viejo
Yo nací como un puerco
Yo nací como un dios
Yo nací como un muerto
Sin ser nada mejor
Yo gocé como un puerco
Yo gocé como un viejo
Yo gocé como un muerto
Yo gocé como un dios
No lo encontré mejor
Yo sufrí como un puerco
Yo sufrí como un viejo
Yo sufrí como un muerto
Yo sufrí como un dios
Sin sentirme mejor
Moriré como un viejo
Moriré como un puerco
Moriré como un dios
Moriré como un muerto
Y será lo mejor
Encrucijada del coma
Angustiado, agonizante, cuando veas
En el cielo: un domo de oro salpicado de puntos negros
Estelares, y la luna como una negra pastilla
Sobre un gran vientre de luz,
El momento habrá llegado: tu muerte última
Y tu nacimiento primero.
EL GRANDE Y EL PEQUEÑO GUIÑOL
Estábamos en la hulla y tú hablabas de muerte
Los destinos pasaban rojos aullando
Los corderos del mar se suicidaban
Golpeando con el cráneo las rocas de la orilla
Estábamos en el mar y tú hablabas de brumas
A las burbujas del mar imbebible
Los peces del cielo pasaban a lo lejos
Estábamos presos por la arena y los pulpos
Estábamos en la negrura y tú hablabas de esperanza
La hora pasó ya no es hora
El cielo volcado como un tazón se vacía
En el hueco de la negrura
Estábamos en las piedras y tú hablabas aún
De la sangre que hace daño y de las lágrimas
Estábamos ya en las entrañas de la profundidad
Estábamos en las espadas
Estábamos en el fuego tú hablabas del suicidio
Universal
LA VIDA ENMASCARADA
Gran estatua de mujer de cera pálida y pesada
La estatua que da vueltas con lentitud siempre espantosa
Trompo girando en el aceite de dormir
Faro de ojos cerrados cuya faz de eclipses
Sólo proyecta los rayos paralíticos del espanto
Gran prisión de cera en forma de mujer
Que encierra murado en el hueco de su molde
Un cadáver viviente de mujer
Comiéndose por dentro su figura de estatua
En cada vuelta de lentitud espantosa
El cadáver viviente de mujer encerrada
Lanza un único grito inmenso y silencioso
Que hace temblar la cera imperceptiblemente
Para el espectador hechizado
En la primera vuelta se presenta la faz
Enmascarada por una nube roja y que se estira
Como el pulpo de la sangre en el fondo de los mares
En la segunda vuelta aparece la faz negra y cerrada
Cual máscara de hollín hecha de polvo y grasa
En la tercera vuelta con lentitud espantosa
La faz muestra sus dientes
El espectador se duerme
Se despierta encerrado entre muros
En el vientre viviente del cadáver moldeado de cera
En un mundo que gira con lentitud espantosa
Lleno de sierras y de ratas
Testamento
Vengo de lejos de mucho más lejos
De lo que pudiera creerse
Y los confines nocturnos de los desiertos del hambre
Saben mi historia
Aquella que está en todas partes con sus uñas con sus dientes
Me hizo mal
Y sobre todo sobre todo su horrible mirada de barro
Me hizo mal
Si ahora duermo anclado
Al puerto de la miseria
Es porque no supe decir basta
A la miseria
Estoy en el fondo del mundo
Sin antorchas
Caído al fondo del olvido lleno de piedades inmundas
Solo para mí hermoso
DUELO DE AZUR
Cual corazón que gotea
Lentas lágrimas pálidas
Bajo esa máscara de perlas
Ahoga un gran grito rojo
Estrangula al aullante
Ciclón en remolinos de la sangre
El pájaro púrpura abatido
Del árbol de la vida
Los pulpos del vértigo
Con todos sus brazos lo estrechan
Una agonía presa
De besos de ventosas
Palpita y se estremece
Con apagadas plumas
En su última sacudida
Agita un ala rota
Denunciando la presencia
Inmóvil de las puertas
LA ETERNIDAD EN UN PARPADEO
Aquél que vea su doble de frente debe morir
Último término del drama para el vidente solitario
Espejo un ojo mira un ojo que lo mira
Ofrecido y no aceptado don puro y puro rechazo
De extranjera que ya no puede más que ya no puede más
Donante que ha bebido en las fuentes del insulto
Obsesión del reflejo helado sombra vacía
De ese doble que se revela más uno mismo que uno
Simulacro refutado de claridad mentirosa
perdida en olas de sombra en sombrías aguas de muerte
Milagro de la mirada que mira al ojo que flecha
Una mirada invertida vigilante asesina
Provocadora
Asesinato lo llaman suicidio en el juego de muerte
Inmortal que pasa a través del espejo
Pupila contraída por un acto destruir
Es la estrella-fantasma con alma de fuego negro
El punto cero en su propio interior vibrante
El ojo devorará al ojo en el punto cero de lo eterno
El vacío de vidrio
Un palacio con muros
De viento
Un palacio con torres
De llama en el gran día
Un palacio de ópalo
En el corazón del cenit
El pájaro de aire pálido
Vuela rápido hacia allá
Dejando una línea blanca
En el espacio negro
LA SANTA INFANCIA O LA SUPRESIÓN DEL NACIMIENTO
Hablaré de lo negro
Muñeca de porcelana
Enterrada en el humus de una selva olvidadiza y traidora
Donde danzan los esqueletos con sus vestidos de telaraña
De las hojas muertas reducidas a encaje
Hablaré de lo negro
Al soplo de las cavernas
Con una tierra de hongos fosforescentes
Hablaré de lo negro a los caracoles retraídos
Hablaré de lo negro
A la lluvia de hollín
Al redondel de agua de luna quieta en el fondo de los pozos
A los toneles que ruedan en el sótano a media noche
cuando gime la dama blanca
Hablaré de lo negro
A la otra faz de los espejos
Hablaré de lo negro
Del inmortal tormento
de la más antigua desesperación
frente al mundo ausente
Cuando todo sea blanco
entonces hablaré de ver
Cada vez que me adormezca
A esa mujer que se ha dormido
Llorando sobre la tierra
Admirable cabeza cabeza de muerta
velada de negra esperanza de niñez destrozada
Una mirada torva bate las alas
Cerca del lecho vacío y ensangrentado
Habrá que colgar a la parturienta
Por el antiguo crimen del Limbo
El que nació muerto y retornó a su lugar de origen
No creerá en el diá mentido por el sol
El aire negro no ensucia el umbral de sus narices
Sin que palpiten sus narices
Sin que su ojo se entreabra en el despertar atroz
Con la vida renegada antes de existir
En el lugar de nacer él retorna
Por el hilo que une al ombligo con el cenit
A las fuentes de cristal de las maravillas del vacío
- Charles Martin
- Manuel Andros Flores
- José Antonio Soffia
- Dolores Cabrera y Heredia
- Manuel Navarro Luna
- Georges Lafenestre
- Aurora Luque
- Rosario de Acuña
- Roberto Fernández Retamar
- Baldo Ramos
- Victor Segalen
- Francisco Brines
- Antonio Martínez Sarrión
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