Poemas:
Diego y los pájaros
Desde la hierba
mi pequeño
alza los brazos
hace señas
a los pájaros
los llama
entre grandes silencios.
Entre el mar
y nosotros
hay árboles
y viento
Los pájaros son libres
no lo ven
o se hacen
que no pueden verlo
no vienen
pero andan por ahí
de cualquier modo
Entre ellos
y nosotros
brilla el sol
anda el amor
al aire
¡A la salud
de los pájaros
que es la salud
del universo!
Gente del río
Libres bajo el sol, los isleños maniobran dulcemente sobre el lomo del agua.
Sus embarcaciones se nos adelantan con intolerable rapidez.
Sus brazos crecen. Sus cuerpos cultivados por el tiempo conocen la alegría de estar en el mundo, la única seguridad.
Nosotros podemos saludarlos de lejos con un gesto.
Cierlorraso
Desdicha, vuelta a decir:
artesanía furiosa. Tuya es
la calma impura, la ignorancia
sabihonda. El doble filo
de la desventurada pesadumbre.
Fronteras
¿Imaginó Machado (‘Si mi pluma
valiera tu pistola’), entre tristes
derrotados que tenían razón
sin embargo, a ese pie
traspasando la línea
ilusoria y real, nítidamente
viva, siendo el mismo
que en Collioure, ahora,
resbala quedamente hacia la tumba
dormida en tierra extraña?
¿O acaso es Walter Benjamín
quien cruje, ante la misma
línea por entonces antípoda
empuñando, en Port Bou, la pistola
capaz de liberarlo, a la vez
de su angustia habitual y los rabiosos
lobeznos de la nada a sus talones?
Uno iba, otro vuelve, y los dos
caen sin verse caer
ante sus vidas rotas,
de espaldas uno y otro
frente a idéntica raya,
pero nosotros vemos, en la misma
frontera los límites del mundo,
la avidez del desierto
roedor y creciente,
los dientes insaciables,
la boca del abismo
indiferente, mudo, seductor.
Cara rota
no se ha colmado la medida
lo que has dicho lo que has amado
se tiene ahora bajo el sol
para ser despedazo o festejado
no estás todavía del otro lado
se ha dicho que tienes cosas por decir
no se acabo esto
mientras brille implacable la luz que desordena
todo lo que debe decirse o ser amado
Cantar no consuela
Joven:
¡Maravíllate! ¡Lávate en tu idioma!
¡Protestacantaescupegimecrece!
¡Ama de amor, ama de un solo golpe, de todo corazón, de buena gana!
¡Vive, huye de las palabras!
¡Sírvete, sírvelas!
Biografía:
Rodolfo Alonso (Buenos Aires, 4 de octubre de 1934-20 de enero de 2021) fue un poeta, traductor, ensayista y editor argentino. Adolescente aún, fue el más joven de la legendaria revista de vanguardia Poesía Buenos Aires. Primer traductor de Fernando Pessoa en América Latina, a la vez primera con sus principales heterónimos en castellano. Junto con Klaus Dieter Vervuert, fueron de los primeros en traducir poemas de Paul Celan.
Con más de treinta libros (principalmente de poesía, pero también de ensayo y narrativa) publicados tanto en su país como en el exterior, ha desarrollado a la vez una vasta tarea como traductor de grandes poetas del francés, italiano, portugués y gallego. No sólo Fernando Pessoa y Paul Celan. También tradujo a Cesare Pavese, Marguerite Duras, Gillo Dorfles, Carlos Drummond de Andrade, Giuseppe Ungaretti, Paul Éluard, Jacques Prévert, Umberto Saba, Murilo Mendes, Eugenio Montale, Guillaume Apollinaire, Dino Campana, Rosalía de Castro, Manuel Bandeira, Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé, Olavo Bilac, Antonin Artaud, Pier Paolo Pasolini, Paul Valéry, André Breton, Ledo Ivo, Georges Schehadé, Sophia de Mello Breyner Andresen, Saint-Pol-Roux, René Char, entre muchos otros. Dirigió su propia editorial de libros, con un catálogo que llegó a más de doscientos cincuenta títulos.