Poesía de México
Poemas de Reneé Acosta
Reneé Acosta. Nació en la Ciudad de México el 24 de septiembre de 1976. Poeta, ensayista y narradora. Licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Entre 2004 y 2010 fue coordinadora del área de Literatura de la oficina de atención a creadores del Instituto Chihuahuense de Cultura. Colaboradora en Alforja, Castálida, Letra Nostra, Metamorfosis, Proceso, Solar y Ulises. Becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA en el periodo 2009-2010, Becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Chihuahua David Alfaro Siqueiros 2012, en la categoría Jóvenes Creadores. Becaria Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Chihuahua David Alfaro Siqueiros 2013, en la categoría Creadores con Trayectoria. Becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Chihuahua David Alfaro Siqueiros 2014, en la categoría Investigación Artística. Premio Agustín Melgar de la Juventud 2002. Premio María Edmée Álvarez 2009. Medalla al Mérito Literario José Saramago 2009, otorgada por la Asociación Latinoamericana de Poetas. Premio de Periodismo y Literatura María Elvira Bermúdez 2011. Premio Internacional Universitario de Poesía Gabriela Mistral por Obra Publicada 2011 (Chile) por Sentido de las horas. Premio Internacional de Poesía Experimental 2012. Su obra aparece en diversas antologías y compilaciones como 40 Barcos de Guerra. Antología de poesía y sus editoriales (Editorial Verso Destierro, 2009), Color y palabra en la mujer chihuahuense: antología plástica y poética del primer encuentro de mujeres en la cultura, homenaje a Aurora Reyes (Universidad Autónoma de Chihuaha, 2010), El sol sobre los ojos: conversaciones sobre el norte literario (Ficticia, 2014) y Sombra roja: diecisiete poetas mexicanas (1964-1985) (Rodrigo Castillo, Vaso Roto, 2017), entre otras.
Historia de una mosca
En el hueco luminoso de la tarde sobrevuela una mosca
sólo su zumbido interpela la vulnerabilidad del silencio
ese sonido de motor que hay en sus alas
libera el ojo interior
la luz hexagonal se filtra en sus ojos
el ruido de sus alas se apodera
de la tarde y sus ventiladores eléctricos
Breve crónica del aire
La luz flotando a polvo en las fisuras
una ventana
más allá
el campo
rumoroso
el viento y nada
nada
la simple espesura del viento
meciéndose en la hierba luminosa
que nadie mira
Tao de un perro viejo
Un perro viejo descansa en el portal
sus tiempos se anegan en el tapete felpado
junto a la puerta
las torcazas resuenan en el eco
de la tarde calurosa
si alguien pudiera vivir la tranquilidad
de su descanso
el Tao y el centro invariable
se posan en el hueco sereno
de la tarde
el perro reposa sus últimos momentos
Una buena vejez
Mientras la gente vive su vida como si fuera
dueña de su destino
en los mercados y las calles,
en la plaza, un hombre viejo alimenta a las palomas
observa a un hombre meditabundo en una banca
que mira a otro cruzando la esquina
las carretas pasan sin cesar, llevan a los tripulantes de las
nuevas
construcciones, a los mercaderes de otras décadas
a los que habrán de perder sus próximas batallas
y sin embargo ríen con entusiasmo
porque ignoran cada mañana cómo será el atardecer
Necesario
era necesario el final para los nacimientos
era en precisión de actos multiplicados
el surgimiento de una nueva cosecha
una nueva canción frente a las playas
era necesaria también la flor
concatenada con el viento
y la mujer de las noches frías
eran necesarios los estantes
los anaqueles enloquecidos
por los nombres y nombres
sin relación aparente
fueron necesarias guerras
libros poesías
fueron necesarias pescas
llantos besos en un cadillac
fueron
absolutamente
circunstanciales
el vuelo de las moscas
todo justo y necesario
en el momento preciso
Testimonial del ojo
I
Mirar las cosas simples bajo el registro
de la luz que hay en el ojo
ojo celeste, ojo emblemático
ojo permanente en lo no permanente
ojo santo
II
y en el momento
la mirada habita
humilde
en el rabillo del ojo
la mirada se vuelve iluminada
se complace en las brumas de valles nunca vistos
cuando la mirada se inclina
se vuelve al ojo primigenio
para mirar con el cenit
la otra pupila altísima
que en un diamante herido
emana iridiscencia
la herida del objeto
que aparece frente al ojo
en su humildad de cosa ya sin uso, abandonada
se encarna
de luz la iridiscencia
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