Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Raúl Vera Ocampo

Raúl Vera Ocampo (La Rioja, República Argentina, en 1935 – 2020) es un poeta, ensayista y crítico de arte. Fue becario en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Roma. Colaboró en sus primeros años con la prestigiosa Revista Sur de Victoria Ocampo e integró revistas europeas dirigidas por Camilo José Cela y Germán Arciniegas. Tiene editadas en Palma de Mallorca varias plaquetas de poesía: Ecuaciones, Ejercicios Bíblicos, Doce cantos para el tiempo de Epifanía, Inscripciones y Epístolas latinas.

Suite lírica

Comienzas
un fraseo que conduce
a estancias
íntimas
del recogimiento cerebral,
allí urdes
la privaticidad del sentir
y merodeas
con cierto drama
sin llegar a la pasión,
al hecho corriente
que nos aniquila a diario,
vulgar, esperado.

Intensamente
entonces sucede
ese hilo que surge
e inclina todo
hacia la angustia exacta
que modula el clima
de intersticio, del pliegue
que irriga
los temperamentos.
Y culmina
en ese vibrato sostenido,
interminable,
como el chillido de la vida.

MEDITACIONES LATINAS

1

L’ aspetto sacro de la terra voestra
Petrarca

Nada más que el golpe
en la costa,
el balbuceo dado
sobre las cuevas, el sol
de Marte
antes las armas, hecha
la fecunda tarea
abrió el labrado campo
su cuerpo extendido,
cruzó el Istro al Norte
inferior, desconocido
del ancho verano
para calmar la sed.

Venus al Mediodía,
Europa nos llega
liviana,
su piedad lame
las playas cubriendo
los cien mil de Accio
las ciudades; envilecida
su estatura por el humo,
ennegrecidos, expiarán
su culpa
sobre los altares.

LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS

En este tiempo,
entre el hueso recorriendo
la fría luz,
me estiro, asilo el mal
de la inocencia,
en la invisible caridad
que me destruye.

Tantas noches
de un ciego esplendor
viajero
entre el altar y la pira,
saciado el juego para convertirme
en carne
y estrechas las vidas
y la historia del hombre
como un papiro perdido
entre la resurrección y el tormento.

Objetos mudos,
intercambiables
del corazón humano,
círculos de ruinas memorables
que un momento espira
proveyendo el goce
y la razón,
emblemas de mi cuerpo:
y la virtud desconoce
el mérito.

Y asido ahora el Cáliz
rechazo la vergüenza,
el frío que me quiebra
como un oprobio,
el signo final que sella
mi elocuencia;
mi virtud es de la que corrompe
el tiempo,
yo he nacido puro:
he sido fiel.

ODISEA, XIII, 202-112

a Alberto Girri

Oportuna sensatez
que convierte
al estado pura, muda
región esterilizada
que guarda la idea,
el placer inmóvil
que asegura
el retorno
a cada ciclo.

Nada alrededor
más que la piedra,
elemento que ordeno
y restituye la clarividencia
como lúcida condición
de permanencia;
imperceptible la ecuación
de sus fuentes
reunida en la materia
que nos determina
esa irrevocable insistencia
de querer saciarse
con lo innecesario:
hasta aquí
la conciencia,
el móvil
que me anima.

Y en medio de todo
disperso
el credo como voluntad
que reproduce
nuestras semejanzas,
el martirio transformado,
la talla heroica
sellada a nuestro alcance
como un claustro
virgen.

E intacto el don
que deseamos,
justa la asunción designada
que emplea la exactitud
inexpresable
para representar
la totalidad máxima
y mínima
que nos comprende;
divina cualidad
la de poder ceder
desde lo transitorio
un rasgo perdurable.

VERSIÓN ACTUAL DEL EVANGELIO

Los leones no comen carne
de mártir, pasó el tiempo
designado por el signo para vivir
o morir por él sin tener pies
donde estar parados o aferrarse
a un clavo, madero incólume
que limpiaba el mundo
de sus enmohecidas quejumbres
pasó aquel tiempo viste
y nadie te siguió educando allá
en el templo madre de una duda
valedera, motor
de tu amargura, tu histeria
tu versátil hombría
generosa actitud de bien
al prójimo y otros seres indulgentes
que van a dar al mar.

Los leones te miran ahora
viste,con ojos tiernos y melosos
disfrutan después de reunidos
las divisas partes del trueque,
acordados los tratos en moneda
sana para no herir viejas
susceptibilidades ecuménicas
que arrastran trasnochados
popes con cruces falsas sin saber
que muchos credos caducan
como el vicio; ahora dibujas
volutas con tu cigarro,eres libre
de comerte la carne misma
que desea y desarmarte limpia,
prestamente, a disposición entera
del verdugo sano con carnet
de turno, pero no, viste, los leones
te digo no existen.

Pobladas las calles de ellos
circulan alegres criaturas
con sus faldas levantadas,
no confieses reglas viejas arrumbadas
que despiertan ecos sórdidos
en las mentes inclinadas
predispuestas a escuchar, a ver,
a oír, a sentir siempre la existencia
de las fieras

Ya no están, no ves, te digo
no se encuentran en las camas
de nadie sino puros vestigios
de rumores, caricias
que no dejan huellas, pasos
perdidos por corredores
del sexo desatados furiosos
pero tan pronto muertos;
no temas, esas fieras,
no crecen en rincones ni suben
las paredes, reposan
sanas todas en la mente
de cualquiera,agitan sus bracitos
limpios en la carne sosa
de cualquiera, despiertan pronto
inconsecuentes en las ganas
de alguien, en la alcoba
de tus niños, en el semen
de sus padres, en la boca
de otras fieras.

No temas, mira, sólo es tiempo
de cambiar los libros,
esas viejas, enigmáticas señales
que esperan el fin, es hora
de levantar los brazos
y recorrer con disimulados
penetrantes y agudos ojos
los colores de esta nueva especie
de leones que se mezclan
y devoran que no dan pan ni aliento,
que nos alzan, crucifican, escupen, tragan
vida, estos leones flamantes,
civilizados; es tiempo sólo
de ponerlos con cuidado,
primorosos, condenados,
en la boca misma del desagüe,
en el cruce violento
de esa especie
sobrenatural de aves
que se nutren de carroña.