Poetas

Poesía de Uruguay

Poemas de Raquel Sáenz

Raquel Sáenz, nacida el 28 de diciembre de 1887 en Montevideo, fue una voz luminosa y singular de la poesía uruguaya que brilló con intensidad bajo el seudónimo de Aspasia. Hija de Teresa Lede de Sáenz y Félix Sáenz, ambos poetas y dramaturgos criollistas, Raquel creció en un hogar donde la palabra escrita no solo era expresión, sino también sustancia cotidiana. Desde temprana edad, su pluma trazó versos que pronto la elevarían a la escena literaria internacional.

Sus primeras composiciones aparecieron en Vida Femenina, la publicación mensual fundada por su madre. Con el tiempo, Raquel no solo escribió para esa revista, sino que asumió su dirección, liderándola hasta 1933, cuando dejó de circular. Este espacio le sirvió de trampolín para proyectar su voz poética más allá de las fronteras de Uruguay. A los dieciocho años, su talento ya era reconocido por la crítica, que no dudó en bautizarla como “el Bécquer femenino”, un título que daba cuenta de la delicadeza, el lirismo y la musicalidad que impregnaban su obra.

Su poesía, cargada de imágenes etéreas y marcada por un profundo misticismo, le valió otros apelativos como “la embajadora celeste” y “la estrella naciente”. En 1925 publicó La almohada de los sueños, una colección de poemas en los que la ensoñación y la melancolía dialogan con una voz íntima y universal. Seis años después, en 1931, apareció Bajo el hechizo, obra premiada por el Ministerio de Instrucción Pública de Uruguay como la mejor producción literaria y artística de su tiempo. Estos libros confirmaron su posición como una de las grandes figuras poéticas del período.

Raquel Sáenz colaboró también con prestigiosas revistas literarias de América y Europa, tales como La Nación, Plus Ultra y Caras y Caretas en Argentina, así como la publicación Todo en Montevideo. Sus versos atravesaron fronteras, evocando paisajes oníricos y emociones profundas en lectores de distintos continentes.

Sin embargo, y pese a la intensa luz que proyectó en sus primeros años, la figura de Aspasia fue desvaneciéndose con el tiempo. La gloria temprana dio paso a un injusto olvido, y su nombre fue omitido en muchas antologías de poetas uruguayas del siglo XX. Aun así, su obra permanece como un testimonio de la belleza inasible y el vuelo espiritual que caracterizó a las letras de su época.

Raquel Sáenz falleció en 1955, dejando tras de sí un legado poético que, aunque silenciado por el tiempo, sigue esperando ser redescubierto. Su voz, nacida en los salones de Montevideo y tejida con el hilo delicado de los sueños, resuena como un eco distante que aún merece ser escuchado.

Ensueño

El prado irradiaba
Bajo el sol radiante.
Yo me saturaba
De luz y color.
En brusca bandada
Volaron mis penas.
Mi loca alegría
Se desparramaba
Como un surtidor.

Y todas las rosas
Parecían mirarme.
Y a todas las rosas
Yo les sonreía.
Y así les decía:
¿Bajo de este palio
No estuvo mi Amado?..
¿No pisa su huella
La sandalia mía?…

¿No pasó mi Amado
Y os dejó un mensaje?…
¡Decídmelo rosas!…
Porque esta alegría,
Debe ser presagio
De cosas hermosas…

Bajo el Hechizo

¿Por qué suena en tus labios tan dulce
La palabra «te quiero»?
¿Por qué sobre todas las voces
Se eleva tu voz como un canto de Dios?

¡Hechicero!
¿Por qué suena en tus labios tan dulce
La palabra «te quiero»?…

¿Qué filtro has bebido
Que todo lo encanta
Tu acento florido?
¿Qué filtro me has dado
Para que sin luchas yo te haya entregado
La flor de mi vida?
¡Si nada me has dicho
Que ya no haya oído!
¿Por qué me has vencido?

¡Hechicero!
¡Si tú me dijeras
Por qué es que te quiero!…
¿De dónde has llegado?
¿Qué fuerza imperiosa
Te trajo a mi lado?
Amores, nostalgias,
¡Todo lo he olvidado!
Todo mi pasado se quedó anulado
¡He vuelto a nacer!
Lo que fue, en mi alma,
Tu lo has suplantado,
Y no he reparado,
Si me traería dicha
O sería un pecado
Darte mi querer.

¡Oh! ¡Cómo saber!

¡Hechicero!
¡No! ¡No me descubras
Por qué es que te quiero!
¡Déjame ignorar!
No saber si vivo,
O si por ti muero.
¡No saber ni cómo…
Si por qué, ni cuándo
Te he empezado a amar!

El barco que se aleja

¿Por qué, si no se lleva nada mío,
El barco que se aleja
Lleno de ausencia el corazón me deja?…

¿Por qué en ese vacío
Que ha dejado en el río
Yo he puesto una leyenda
Fantástica y tremenda?…

¿Por qué pienso que el alma que esperaba
Por mi lado ha pasado,
Sin advertir mi espera,
Y que se va… se va… arrastrada
Por esa nave traicionera?

Es tarde; y en el puerto,
Que ha quedado desierto,
Envuelta entre la bruma y la honda noche
Aún pienso en ese barco
Que nada me ha llevado,
Y tan triste y tan sola me ha dejado.

Por el largo camino,
Me voy con paso lento;
Mas misteriosa fuerza
Me detiene al momento.

Con mi pañuelo blanco,
Hago un signo de adiós.
¿A quién?…
Mirando al cielo,
Con ojos y alma en duelo,
Se lo pregunto a Dios

Milagro de Sol

Después de la lluvia
El sol me parece
Que sale de fiesta.
Es dorado y loco
Como un cascabel.
Baja hasta mi mesa,
Las manos me besa,
Juega en el papel,
Me envuelve en un manto
Y humilde, después,
En caliente alfombra
Se me echa a los pies.

Ya la lluvia helada
No arrastra su llanto
Sobre los cristales
De los ventanales.
La pared gastada,
Que el tiempo inflexible
Cubrió de señales,
Está transformada
Por el sol travieso
Que la ha vuelto joven
Con su ardiente beso.

¡Sol arlequinesco!
Si te derramaras
En mi corazón!
¡Si me barnizaras
Las grietas del alma
E hicieras de fuego
La helada ilusión!…
Vuélcate en mi vida
Sol abrasador!
Yo así temblorosa,
Soy como una flor
Que se da a tas rayos:
¡Mágico esplendor,
Seca este rocío,
Que desde la noche
De mis ojos tristes
Sobre las mejillas
Me vuelca el dolor!

Crepúsculo en el Prado

Revuelo de pájaros.
Loca algarabía
De trinos y gritos.
¡Un chisporroteo
De voces salvajes
Calientes de sol!
Yo estoy quieta… quieta
Bajo la arboleda,
Viendo como llegan
Buscando sus nidos
Los pájaros ebrios
De celeste alcohol.

Y sigue el murmullo.
Y un rozar de hojas. ..
Y un rozar de alas…
Y un temblor de amor,
Que agita las ramas;
Que agita mi alma,
Que sueña ser pájaro
Y tener, su nido
En la copa roja
De aquel ceibo en flor.

Se van espaciando
Los gritos salvajes.
Muere el postrer canto
Debajo de un ala.
El sol se va yendo
Y allá, en lontananza.
Hunde sus hachones
De luz de bengala.

Ahora todo es calma.
Oyendo al silencio,
Apenas respiro;
Inmóvil estoy.
¡Oh, si por milagro
Me tornara estatua
Para olvidar todo!
¡Ni saber quien soy!

Mas… se oye a lo lejos
La voz de la Vida,
Y mi alma de esclava
Le grita: ¡ya voy!

Dulce Condena

Te llevo en el misterio
De mi silencio trágico.
En mi llanto en suspenso…
En mi honda palidez.
Vas oculto en mi pecho
Como amuleto mágico
Que engaña mi esperanza
Como un loco «talvez».

Te llevo en la tristeza
De mi mirada en sombra.
Cerrado a cal y canto
el labio no te nombra,
Y cuanto más te callo
Más me inundo de ti.
Y me aparto de todos
Para mejor soñarte.
¡Oh, el placer de llevarte
Bien adentro de mí!

¡0h el placer de sentirte
Prisionero en mi alma,
Y hacerte con mis venas
Una cadena azul!
Y ver todo lo triste,
Y ver todo lo bello
A través de ti mismo
Que me nublas los ojos
Como venda de tul.

Y te llevo en secreto
Envuelto en mi mutismo
Y te niego a la gente
Fingiendo escepticismo,
Y oigo decir tu nombre
Sin mostrar mi emoción,
Y así… trágicamente
Muero sin un gemido,
Bajo la dulce pena
De llevarte escondido
Dentro del corazón.

El poema de tu ventana

Como el enamorado
Ronda a su amada.
Mi imaginación ronda
Tu ventana cerrada.

Tu ventana cerrada,
Se me quedó en el fondo
De la mirada.
¿No oyes en sus cristales
Mi alma aletear,
Como una mariposa
Que la luz de tu lámpara
Fuese a buscar?…

¡Tu ventana cerrada!
Detrás de ella mi espíritu
Está atisbando.
¿No sientes que mis ojos
En todos los instantes
Te están mirando?

¡Levanta las cortinas
Para que así yo sueñe
Que me adivinas!
Que me percibes
Como un velo en las frases

Nocturno de Carnaval

I

¡Carnaval!… ¡Carnaval!…
¡Quiero una careta para el corazón!
Mi espíritu escéptico,
Siente el acicate de la Tentación!
¡Carnaval!… ¡Carnaval!…
¡Dame una careta para el corazón!

De esa turbamulta,
Que grita estridente
Bajo mi balcón,
¡Róbame alegría
Y en su algarabía,
¡Apaga las luces de mi reflexión!
¡Dame una careta para el corazón!

Mi alma nunca supo
Ponerse antifaz
¡Hoy quiere ser máscara!
¡Préstale un disfraz!
¡Haz porque abandone su eterno dolor!
¡Porque eche en olvido a quien fue traidor!
(¡Máscara fue Amor!)

Y si Amor fue máscara,
¿Por qué yo he de estar
Con los ojos ciegos
De tanto llorar?…
¿Por qué si Alegría
Me viene a llamar
No la he de gustar?…

¡Siento el acicate de la tentación!
¡Carnaval: presta una careta a mi corazón!

II

¡Carnaval!… ¡Carnaval!…
En tu algarabía salvaje, brutal,
Se agranda mi mal!
Calle tu estridencia!
¡No la quiero oír!

¡Alma mía: es inútil!
¡No sabes fingir!

Sus Ojos

He mirado sus ojos tan cerca,
Que aún estoy mareada.
¿Qué influjo maléfico
Tiene su mirada?…

Sus ojos de abismo,
¡Me arrastran… me arrastran
A donde ellos quieren!
Voy siguiendo dócil,
Por todas las sendas
Que me sugieren.

Yo sigo con ellos,
Como si se hubieran
Fundido en los míos
Y por los senderos
De sus desvaríos
Voy inquieta y loca.
¡Hoy sentí sus ojos
Como ascua en mi boca!

Hoy sentí en mi boca
Su mirada, abismo
De los embelesos…
¡Y la blanca torre
De mi misticismo,
Se volvió un incendio
Quemada en los besos
Con que me envolvieron
Sus ojos traviesos!