Poesía de Cuba
Poemas de Rafael García Bárcena
Rafael García Bárcena. Poeta, filósofo y revolucionario cubano. Nació el 7 de junio de 1907 en La Habana. Allí inicia los estudios en el colegio presbiteriano Kate Plumer Bryan Memorial, hasta que a los 16 años se traslada a la capital y los continúa en la Academia Newton. En 1925 se gradúa como Bachiller en Ciencias y Letras del Instituto de La Habana.
Comienza estudios de medicina en la Universidad de La Habana pero los abandona por los de Filosofía y Letras que culmina en 1938 con el doctorado. Desde muy joven cultiva asiduamente la poesía y es laureado en varias ocasiones. En 1926 su A la palma criolla gana el premio a la mejor décima en concurso convocado en Santiago de Cuba en homenaje al poeta José María Heredia y su Amor en los Juegos Florales gana el premio a la mejor composición lírica en otro concurso en Holguín. En 1927 se edita su cuaderno Proa, con prólogo de Agustín Acosta, y su poema Rapsodia patria gana la Flor Natural de los Juegos Florales Nacionales en ocasión del Cincuentenario de la República. En 1935 su obra Sed merece de forma compartida el Premio Nacional de Poesía, en un concurso convocado por la Dirección de Cultura de la Secretaría de Educación, que desempeñaba el hispanista José María Chacón y Calvo, y con un jurado integrado por Regino E. Boti, Andrés Núñez Olano y Dulce María Loynaz. En 1943 su obra Responso Heroico obtiene el Premio del Concurso literario de la Comisión Pro Monumento a los Mártires Universitarios. En 1930 le designan director literario de la revista Mundo Social.
Hace oposición activa a Gerardo Machado y su prórroga de poderes, formando desde 1927 en el primer Directorio Estudiantil Universitario, y luego también en 1930, cuando dirige su órgano de prensa Cuba Libre y escribe proclamas y declaraciones. En una de ellas titulada «A las armas» llama a oficiales y soldados a rebelarse contra las injusticias de Machado. Se alza como guerrillero contra la dictadura en 1931, hasta que en pocos meses cae prisionero del ejército y es recluido en el Castillo del Príncipe. A raíz de esta experiencia publica en El Mundo el reportaje «105 días huyendo», denunciando la represión política bajo Machado.
El 4 de septiembre de 1933 firma con otros, incluido el Sargento Batista, en el Campamento Militar de Columbia, la proclama que instaura la Pentarquía, luego transformada en el gobierno revolucionario de Grau y Guiteras. Toma parte activa en la definición revolucionaria de este gobierno y se opone a la gestión intervencionista de Sumner Welles.
En 1934 funda y dirige un semanario de corta vida (13 números), Kayuko, con artículos sin firma sobre temas políticos en tono satírico o humorístico.
Participa en la fundación del Partido Revolucionario Cubano (PRC) en 1936 y colabora con las organizaciones Izquierda Revolucionaria y Frente Cubano a fines de los años 30. En 1946 es partícipe de la polémica que divide al PRC en «auténticos» y «ortodoxos», adhiriéndose a los segundos liderados por Eduardo Chibás.
En 1946 funda la Revista Cubana de Filosofía, la cual dirige desde sus inicios hasta el número 10, de enero-junio 1952. Es uno de los fundadores de la Sociedad Cubana de Filosofía. En 1950 le es otorgado el Premio Nacional de Filosofía a su trabajo «La estructura del mundo biofísico». Trabaja además como profesor, desarrollando su labor docente como profesor de Lógica e Introducción a la Filosofía en el Instituto de la Habana y como profesor de Filosofía Moral, en calidad de adscrito a la Cátedra de Filosofía en la Universidad de La Habana. Fue también profesor de Psicología Militar en la Escuela Superior de Guerra del Ejército, a la que había sido nombrado con la recomendación de su fundador, el Coronel Ramón Barquín.
Cuando se produce el golpe de estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, renuncia a su cargo en la Escuela Superior de Guerra y concurre a la Universidad de la Habana para oponerse al cuartelazo. El 20 de mayo, menos de tres meses después del cuartelazo, funda en la Universidad el Movimiento Nacionalista Revolucionario, en la práctica una escisión del PRC(Ortodoxo) que buscará derrocar a Batista por medios violentos. Dirige sus actividades conspirativas hacia la juventud estudiantil y los medios militares y edita con el nombre de Vanguardia, el órgano de prensa de este movimiento.
El 5 de abril de 1953, Domingo de Resurrección, probablemente como resultado de una delación, fue detenido junto a otros jóvenes miembros de su organización, acusado de organizar y dirigir un intento de tomar por asalto el campamento militar de Columbia, entrando por la posta 13 (Batista había entrado el año anterior por la posta 6). Fue torturado y condenado a dos años de prisión en Isla de Pinos. Lo indultan y es puesto en libertad el 5 de junio del año siguiente. En octubre parte al exilio ante la posibilidad de ser de nuevo encarcelado, pero regresa poco después y se mantiene militando en su grupo.
Es de notar que el intento de asalto a los cuarteles militares de Santiago de Cuba y Bayamo por parte de Fidel Castro y sus seguidores tuvo lugar, menos de cinco meses después, el 26 de julio. Muchos de los discípulos de Rafael García Bárcena pasaron más tarde a engrosar las filas de ese movimiento, muy notablemente quien fuera su abogado defensor en el juicio por los sucesos del 5 de abril, Armando Hart Dávalos.
Después de 1959 fue nombrado Embajador de Cuba en Brasil. En 1961 enfermó gravemente y se trasladó a La Habana, donde murió de un derrame cerebral el 13 de junio de 1961.
A la Palma Criolla
Dedicada a AGUSTÍN ACOSTA
Tan maravilloso anhelo
tu mismo germen encierra,
que apenas rompes la tierra
ya sueñas llegar al cielo…
De pie sobre nuestro suelo,
simbolizas la Victoria;
y cuando el ala ilusoria
del aire ante ti suspira,
cada penca es una lira
que canta tu eterna gloria.
Alma Máter
Insinuando en tu espíritu un abrazo
colmas tu corazón de regocijo
y acoges al que busca tu regazo
como una madre a quien le nace un hijo.
Y cuando parte el que te vino un día
y entra en la vida con un rumbo fijo,
tú te emborrachas de melancolía
como una madre que despide a un hijo.
Así, contra el embate del olvido,
suspirando por alguien que se ha ido
y soñando por alguien que vendrá,
abres los brazos con ternura ciega
para amparar al hijo que te llega
y bendecir al hijo que se va.
Martí
Martí, un cristo tan grande quizás como el Cristo
que echó la simiente en el huerto de Getsemaní,
surgió de la Patria, como el Emmanuel israelita
surgió del tocón de Isaí.
Era su palabra cual raudo torrente que se desquiciara
por romper la roca de la esclavitud
que encadenaba a la Patria como a un Prometeo;
era su palabra como una catástrofe en la multitud;
un derrumbamiento loco de montañas
increpando abispos vírgenes de sol;
era la rugiente voz de las trompetas
que se desatara sobre Jericó;
era el milagroso ¡levántate y anda! dicho a las conciencias
para rescatarlas de la sumisión.
Y, Moisés del verbo, con la vara mágica de su rebeldía,
golpeaba en la peña de su corazón,
para dar de beber a las almas sedientas
del licor divino de la Rebelión.
Tuvo las hoscas visiones, los sueños terribles del mártir hebreo;
sintió que el dolor, como un áspid maldito,
clavaba los dientes en su corazón,
y, como una rúbrica de sus sacrificios,
soñó con la cumbre de la Redención.
Vislumbró el sendero que iba hacia el Calvario,
y, cargando en hombros él solo su cruz,
en la más gloriosa de las vías crucis, la llevó a Dos Ríos,
tal como hasta el Gólgota la llevó Jesús . . .
Y así como siete plabras, clavado en el leño,
balbuceó el Rabí,
¡quién sabe sí el nombre sagrado y glorioso de la Patria esclava
gritó siete veces soberbio, Martí!
Y hubo en su muerte una escena que mostró a la atónita pupila del mundo
la dualidad rara de un alma de cristo y otra de cóndor;
porque, brillando en su doble grandeza, y en una divina apoteosis,
voló hasta la Gloria con vuelo de cóndor: ¡la vista clavada en el sol!
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