Poesía de España
Poemas de Pureza Canelo
Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1946) es una poetisa y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común.
El pozo, el pozo
La enramada más honda es esa verja
donde te subes para mirar
que ando descalza que ordenando voy
algunos pensamientos a flor de piel,
que sólo llevo puesto ojos ausentes
y la ropa tirada junto a un pozo
donde antes tú me has amado
y antes de haberme amado
yo sabía que lo harías
de tu pecho expuesto al mío.
¿Cuántas algas vuelven
a convertirse en roce arenas
si los orígenes del mundo
quedan atrapados en tus ojos
y es verdad la sal de la tierra
como también es lo de la miel
hilándome la boca?
Toda joya con engarce es un nido
ardiendo pero que asilvestrado
conoce el marino punto
donde aparecen olas para sofocar
el instante cuando los espejos
chocan en pleno vuelo chocan
sin romperse pero sí el aire
que ha perdido esencia ante
nuestro único cuerpo.
Debes acordarte siempre
de enramada, pozo, espejo
algas, brocal de haberte amado
y yo olvidar sabiduría, poema,
que no valen para nada
si me has rodeado de tu fuerza
igual que decides mi cuerpo
más esbelto a pesar de los años
que no sólo pasea la mujer por dentro
sino la mujer de luna
bien entrada en lugar creciente.
Juego a dos
Como gota que resbalara
y no acabando la línea
de su cabeza
prende contra la luz
también hermosa, y abrasas.
Ya tengo doble la muerte
sin conseguir rehacerme
de tu perfil que avanza.
Un nudo de miel concentras
está cayendo
de la sien a mis labios
y de ahí al juego de tus manos.
Detenida estoy. Enamorada
con aire libertad en bosque.
El error es no mirarte de frente
apresar el ave
que se mece en la rama y suspiro
y se espanta.
Acaba con el juego, amor mío
que la niña se duele de comba
paciente su cadencia avaricias
no estrellando tu cuerpo
a favor de la reina.
Juego a dos es duelo
haciendo parteluz
hoguera en el bosque
y la rama te pide
benevolencia.
Entonces yo soy
quien el relevo toma
y nos vamos de una vez
de esta leña a más incendio.
Juego a dos porque
se siente la muerte.
Escribo y apareces siempre
Este amor ¿canta o atestigua?
¿Confesión o hilos invisibles
sueño o verdad
la luz que visita
para hacerse vestido
tantos como mundos
que en este hermoso oficio
yo procuro?
Espiando tú mi pensamiento
aventuras:
canto y testimonio
no pueden separar
ave sobre velero
en el dominio mar y
siempre pagarás ser dueña
pues de agua llamaste un barco
que obedece.
No estoy conforme. Mira el ancho
de los versos:
Te amo bajo los astros
(testimonio sería)
o
Estamos abrazando al mundo
(canto parece).
Y te acercas a la mesa
para decirme
no pierdas más tiempo
de tus manos que escriben
cosa mejor conmigo
ni busques más amparo
que el de tu voz nunca indecisa
ni temerosa al lado de tu amor
que sabe el movimiento puro
del zarpazo cuando habitas
un rostro de escribiente
que me parece abismo
si acerco tu cintura
clavada en esta sala.
Ven, tu poema mejor
es el mío, lo mío, la esfera.
La presa en tus brazos
¿será este libro
puntada de la sangre
fisura del pensamiento
camino de sencillez
amor crecido las estrellas
pegadas a mi cuerpo
egoísmo salvación
condena manzana dulce?
Estanque de abril
¿Eres tú
o soy yo
Narciso?
Dejemos de beber en esa fuente
y vamos al regazo, amor mío
destapando la esencia
cuerpo a cuerpo no borroso
del tiempo sin fisura
ni compasión por los mortales
ajenos a la enorme
conversación de cuando se ama
en la vecindad de sus casas
cruzándonos la selva
de la tierra magnífica.
¿Eres tú
o soy yo
la maravilla
al fondo?
Si te duermes abandonarás
la poesía de mi estanque
la poesía del recuento
la poesía nido en alto
la poesía del rayo abril
la del tesoro cuando
se desgranan las horas
de tu boca
en mi ser como castigo.
Si tu cuerpo
oprime mi pensamiento
escribo lo mismo
de la travesía
y dudo si es amanecer
o si es noche, mediodía
crepúsculo pero sí hace
sabe a amor.
Como octubre disponga
No más refugio
que la faz de mis brazos
si nos entra el otoño
desgajando
lo que al viento apetece
en su alfombra de bosque
y cuerpo a tierra.
Mírame.
Otoño aún no somos en años
pero cuando él se nos acerca
hay que extender la batalla real
de los buenos amantes
en el recuento las hojas
de infinitos sabores ocres.
Mírame, y
hagamos la abundancia
a ras de nuestro suelo.
La variedad de un amor
es sepultar la inteligencia
entre los cuerpos.
No conozco otro refugio
ni mejor temperatura.
Sólo que estoy adivinando
cómo será el Otoño
nuestras vidas
de verdad calzadas en su estación
y otra vez
el nacimiento de amarse
la pasión inédita
que alumbrará mis versos.
Debo callar.
Ahora vámonos
a lo único
que del lento mudar
es ocre, ocres
como la alfombra disponga
tú y yo
obligando a trabajar
un viento revelación
lo más humano
para empujar las lumbres
bien cernida la noche.
De agua dulce
Nunca hubiera adivinado que un amor
fuera la corriente más subterránea
sin escaparse
que va del tibio heno a un pozo
y de ahí empedrada a los huertos
sin dividirse
pero yo sí ante tu acecho
y este poema
que no acierta a explicarse mejor.
Corriente de agua dulce
en las tardes de agosto
no vayas por el agua
al pozo…
Se escribe así en el viento
una cultura detrás del amor
nacida en los campanarios
empujando suertes, ventanas
de la aldea interior
que es una mirada a la boca
trenzados frente a frente.
En el pozo andamos.
Hojas, hojas
En la almena dorada del atardecer
donde relata mi cuello punzada
comprime ahí la vena su aroma
y la oración en silencio mece
Tú eres capitán de los pájaros
llegando interminables a la hiedra
que durante el día estuvo en vilo.
Alguna rama se me adelanta al rostro
y con la mano aparto el verde oscuro
buscándote donde enloquecen las aves
al entrar en sus casas.
Gritadoras vienen de los álamos
cada día más hondos de estatura
copa, ser que en lo alto vive.
Crepúsculo y es la desbandada
el adiós a la luz hermosa
hermana temperatura en sangre
pulso que vas a beber si antojas.
Por eso los pájaros se creen
-mía es toda la casa de hiedra-
tu fuerza de capitán abriendo
con el pecho semillas entre la cal
atravesando hojas, hojas
que en próximo minuto cogerán
el color de incendio.
Arriba de la almena, picos mirad
se están amando hiedra y mar
ballesta y cielo
jefe y alondra
todos los picos, mirad
mis alas batiéndose en vuestro oeste
tan cerquita de Portugal.
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