Poetas

Poesía de España

Poemas de Pilar de Valderrama

Pilar de Valderrama Alday, una figura destacada de la alta burguesía madrileña, fue una poetisa y dramaturga española nacida el 27 de septiembre de 1889 en Madrid, donde también falleció el 15 de octubre de 1979. Aunque su nombre de nacimiento es Pilar Valderrama, es más conocida en el mundo literario como Guiomar, gracias a su relación epistolar con el renombrado poeta Antonio Machado, una conexión que marcó profundamente su vida y legado literario.

Casada a la temprana edad de 19 años con Rafael Martínez Romarate, un ingeniero que más tarde dirigió la luminotecnia del teatro María Guerrero en Madrid, Pilar de Valderrama construyó una vida de la alta sociedad que, sin embargo, no la confinó a un papel puramente social. Desde joven, Pilar se adentró en círculos culturales y literarios, convirtiéndose en miembro del Lyceum Club Femenino, una asociación que servía como punto de encuentro para intelectuales y artistas. Su círculo de amistades incluyó a figuras prominentes como Concha Espina, María de Maeztu y Zenobia Camprubí, la esposa de Juan Ramón Jiménez. En su casa, se reunieron otras figuras influyentes de la época, como Cansinos Assens, Araujo Costa, Huberto Pérez de la Ossa y el escultor Victorio Macho, casado con una hermana de su esposo.

Pilar de Valderrama también demostró su pasión por las artes escénicas al establecer en su hogar el “Teatro Íntimo Fantasio“, un teatro de cámara donde se representaron obras de autores como Aristófanes y Jacinto Benavente. Su papel como dramaturga se destacó en su cuadro poético “El sueño de las tres princesas“, que sobresalió tanto por su escenografía como por su iluminación.

En 1930, Pilar fue nombrada miembro correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz, un reconocimiento a su contribución a la literatura y la cultura.

El nombre de Pilar de Valderrama adquirió un mayor reconocimiento en 1981, cuando se publicaron póstumamente sus memorias en el libro titulado “Sí, soy Guiomar“. Estas memorias confirmaron públicamente lo que se había intuido en círculos literarios desde 1964: que ella era la Guiomar de las poesías de Antonio Machado. Su relación secreta con el poeta, que comenzó en 1928 y se mantuvo durante casi ocho años, fue revelada a través de cartas y recuerdos. La correspondencia entre Pilar y Machado, así como los versos escritos por el poeta en su honor, revelan una relación profundamente espiritual y casta, que no fue consumada debido a la condición casada de Pilar.

Aunque la relación entre Pilar y Machado se mantuvo en secreto durante muchos años, la publicación de sus memorias y cartas permitió a la sociedad conocer este capítulo en la vida de Antonio Machado. La figura de Pilar de Valderrama, Guiomar, se convirtió en un eslabón importante en la historia de la literatura y el amor platónico en la vida del poeta.

El legado literario de Pilar de Valderrama, más allá de su relación con Antonio Machado, sigue siendo relevante y merece un reconocimiento continuo en la tradición literaria española del siglo XX. Su vida y su obra destacan la riqueza y la complejidad de las vidas de las figuras literarias, que a menudo se desarrollan en las sombras de la historia oficial.

Evocación

Aquel café de barrio, destartalado y frío,
testigo silencioso de nuestras confidencias,
extremo de rigores, conjunto de inclemencias,
que sólo caldeaban tu corazón y el mío.

Viejo café de barrio, adonde yo acudía,
donde tú me esperabas con el alma impaciente,
y cada vez, al verme, coronaba tu frente
con un halo de luz la fugaz alegría.

Con nostálgico afán en vano te he buscado
queriendo en tus vestigios revivir un pasado
que inexorablemente para mí se ha perdido.

Nadie de ti sabía, todo estaba cambiado:
tus muros, tu recinto, la sombra de Machado
como un jirón de niebla han desaparecido.

Glosa

Acaso a ti mi ausencia
acompaña. A mi memoria
tu recuerdo…

Me acompañó tu ausencia día a día
en todas mis angustias interiores;
en medio de amarguras y dolores
llenó de tu nostalgia el alma mía.

Al irte para siempre, no sabía
tu corazón los arduos sinsabores
que me acechaban, como negras flores
de muerte, olvido y soledad sombría.

En aquel “tu dolor” de mi recuerdo
estaba yo; tú estabas en la “ausencia”
en que “de mar a mar” nos obligaron.

En laberintos de un ayer me pierdo;
y veo en esta luz de tu presencia
que ni guerra ni mar nos separaron.