Poesía de España
Poemas de Paloma Palao
Paloma Palao Herrero (Madrid, 24 de agosto de 1944 – Ibiza, 1986) fue una poetisa española.
Vivir en tu voz
Vivir en tu voz,
doblarme
bajo tu párpado, sería necesario
para compensar
el beso
de nieve, la luciérnaga
de esta resurrección imposible. Pero nada
han hueco como el agua,
donde el pozo
no es medida, sino acumulación
culpable del vacío, inexistencia
proclamada,
fondo desposeído por su transparencia,
recompensa de mirar
hacia la oscuridad
y hacia dentro.
Aprendo un camino para tu pestaña…
Aprendo un camino para tu pestaña: luz
abierta que no se desboca.
Acudo
a la razón: todo niega
la posibilidad de ser de nuevo
carne en la conjunción de tu memoria.
Barro el dolor, porque busco en mi ventana
la nota
que produzca silencio prometido: escribo
sobre un amor, que no llega;
pero no me despeino
en la nostalgia, porque
la fuente me deja su ruido,
promesa de una necesidad
que se intuye. Contra el dolor
yo tengo mi palabra: firme promesa
de resistir.
El ángel de la música
A Antonio Colinas
No responde
la añoranza a la música, sí, al esfuerzo
de una armonía
celeste y casi hallada. Tañe el laúd
y canta: esfuerzo sumo y aún anhela, contempla.
Hay un dolor, aunque su cabello
orle una franja, de fingidas piedras. Su cuello
es recio, cual de varón. Sus ojos
perdida
la hermosura tienen. Traspasa suave
la túnica sus alas. Hay un dolor del aire
detenido. Las cuatro cuerdas del laúd tan tensas
donde las manos
no reposan. El paraíso
está perdido en el esfuerzo: no es un ángel
quien tanto dolor siente.
Hojas de naranjo acompañan
tras del azar perdido su memoria.
Esa puerta de mármol, esa losa…
Esa puerta de mármol, esa losa
que cae sobre mi alma
si ando, donde me voy dejando
nudillos, nudos, manos…
He de tirarla abajo.
Esa madera joven, en la que me he
clavado, con ranuras
estrechas, con bisagras gigantes,
que envuelta de recuerdos
me sale siempre al paso…
He de tirarla abajo.
Esa puerta que llama cuando sigo
adelante, esa puerta que avanza
cuando yo me he parado. Esa puerta
que escucha cuando yo estoy
llamando…
Esa puerta -que es mía-
he de tirarla abajo.
Eucaliptus
Castiga
su sombra la raíz y en cruel
delirio
el aire rompe
y ama, y embriagado
cede al dolor
la alta y suave cima,
donde la noche,
fugitiva, alerta
vence en mortal delirio
su grandeza.
Magnolio
Soledad de caoba
que la piedra comparte, sigilosa memoria
que hacia el tiempo
confluye y brota prisionera
de la luna y el sueño
y lentamente aspira
la verdad y su belleza.
Manzana de la luz,
suavemente ignorante,
el cáliz terso
de su piel construye,
aroma y fuerza
que el deseo clama.
No vuelvas nunca a mirar tu rostro Annelein…
No vuelvas nunca a mirar tu rostro Annelein.
Ni la ilusión engañará tu mirada, como antes
de aquel día, que saliste para el destierro.
El tiempo ha pasado y es un cuchillo sobre tu imagen.
Sueña lo que tuviste, Annelein, y no busques la compasión
en tu ciega cordura. Nunca verás tu rostro, Annelein.
La púrpura cede bajo tu peso y no hay mirada,
que ayude a soportar la muerte.
Detrás de tu belleza, está la ignorancia,
como delante de ti está tu rostro siempre,
aunque tampoco es útil la máscara.
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