Poetas

Poesía de Cuba

Poemas de Odette Alonso

Odette Alonso (Santiago de Cuba, 23 de enero de 1964) es una poetisa y narradora cubana.

Obtuvo su Licenciatura en Filología por la Universidad de Oriente, Cuba. Su obra ha sido incluida en varias antologías, revistas y publicaciones culturales de Cuba, México, España, Estados Unidos y Canadá.

Su cuaderno Insomnios en la noche del espejo obtuvo el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén en 1999. Su relato Animal Nocturno fue ganador del XII Concurso de Cuento Mujeres en Vida, convocado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Editora de la Antología de la poesía cubana del exilio (Valencia, Aduana Vieja, 2011), la más completa reunión de poetas cubanos radicados fuera de la isla que se haya hecho hasta el momento, proyecto con el que obtuvo uno de los Premios 2003 de Cuban Artists Fund, con sede en Nueva York.

Aparte de contar con numerosas obras publicadas, ha sido incluida en antologías de poesía y narrativa. Textos suyos aparecen en revistas y páginas de Internet. Radica en México desde 1992.

Es autora de los blogs Parque del Ajedrez y Sáficas.

Fundadora y organizadora del ciclo Escritoras latinoamericanas cada año en el marco de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, en la ciudad de México.

Antesala del miedo

Supe de la neblina
y salí al mundo.
El miedo era un planeta extraño
verte venir desde la acera opuesta
toda tu luz burlando el mediodía.
Yo que apuré el asfalto
todo el viento del mundo reteniéndome.
De qué sirve el amor
qué extraña esencia nutre su llegada
para que se convierta en una espera
en una melodía.
Calle para mis pasos
y el mar que desemboca a la vuelta de tus ojos
como el deseo de ser mar
encrucijada.
Qué luz viene de ti que me enceguece.
No puedo darte la felicidad sino su anverso.
Voy a decir amor trazo de sombra y no te marches.
El miedo es un planeta absurdo y cierto.

 

Historia breve de una mujer de lejos

Una mujer espera en el andén
y se asoma al hueco breve de su impronta.
Cuando llegó
sin haberlo previsto
el sol quebró su cápsula rojiza
y sorprendió un quejido de escorpiones.
Quizá entonces no pensara en la estampida
y fuera un simple juego comenzar
pero hoy el sol es una moraleja.
Con su abolida oscuridad de cobres
oculta una nostalgia entre los hombros
y destruye el cascarón
oyendo voces
quizás pasos ascendiendo la escalera
o algún ruido inusual
inesperado.
Una mujer de lejos se convence
desdice sus arranques y sus duda
con tal de que alguien quiera responderle
de que alquien quiera amar
de que alguien pueda.
Una mujer recoge caracoles
insuficientes como cuello de botella
y cuelga en su cadena una angustia amarilla.
Disfraza cuanto puede su estirpe de ermitaño
pidiendo a gritos una desbandada
y el corazón se vuelve un rótulo impreciso
que dice ya no puedo.

 

Óleo

La muchacha del óleo me ha mirado
de su pincel renazco sin saberlo
dos manchas sobre el lienzo
tinta negra.
El pincel es mi dedo dibujado en su espalda
su dedo en mi nariz
la caricia en la nuca.
El lienzo es esta cama
y la ciudad entera
corazón que se abre sin confianza
blanco y negro en el lienzo
esa muchacha y yo.

 

Los amantes de Pompeya

La luna era distinta hace un segundo
te iluminaba
entraba por la hendija como un sorbo.
Moriremos de amor amiga mía
presiento que un tropel desciende de las cumbres
siento su oleada tibia presionando mi espalda.
Moriremos de amor
todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.
Cierra los ojos pronto amiga mía.
Es el amor que llega.

 

Moriremos de amor

Todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.
Cierra los ojos pronto amiga mía.
Es el amor que llega.

 

Helena o la otra cara del silencio

Sentada ante la rueca
Helena piensa en Paris.
Sus hijos crecen
y Menelao dormita entre las mantas
en un rincón desde donde la mira a veces.
Ella hilando la rueca
está pensando en Paris
la hermosura y el pánico
y tal vez una lágrima o un pálpito
mientras el hilo corre entre sus dedos
y Menelao dormita
y sus hijos persiguen mariposas
y Paris es un sueño que el tiempo le devuelve detenido
engalanado vencedor de nada
en esta dulce tarde en que Helena está hilando su recuerdo
con una limpia lágrima o un pálpito.

 

Eva o el pecado original

Nada fue como dicen.
Yo descubrí mi cuerpo mojado en la maleza
y lo empecé a palpar.
Era mi cuerpo solo el que se hinchaba
inflamada mi vela.
No supe qué corría por mi vientre
trepaba hasta mi pecho
enceguecía.
Tuve miedo y grité
tuve miedo y rodé por la maleza.
Era fuego era sangre era lava de volcán
era espejismo.
No supe qué pasaba y tuve miedo
pero dejé rodar mi cuerpo y la llovizna
y algo estalló vibrante quién sabe en qué recodo.
Después dormí tranquila
un tiempo inexplicablemente largo.
Después quizás llegara Adán pero ya no lo vi
otra vez la llovizna humedeció mi cuerpo
y me sentí gritar.