Poemas:
Entre dos lluvias
Es un espacio plateado entre dos lluvias,
El arrullo de la tormenta ha dado al día
Una hora de viento calmo y desgarrado gris.
El mundo está exhausto de color; la luz perdura.
Más allá de la curva orilla costera, se queja una gaviota;
Incesante, en el murallón de la bahía.
Con destello de escudos y vaporosa brisa
Caen los extensos mares, la marea gris pelea y declina.
Es un espacio plateado entre dos lluvias:
Un humor demasiado dulce para lágrimas,
demasiado lánguido para alegrías.
¿Qué fuerza nos ha arrasado o acercado, a ti y a mí?
A esta hora, hay una clara niebla en las llanuras,
Y de nuevo al mar con ligera vela
Nuestra nave cargada de sueños bajo el cielo.
A lo largo del sendero
El sendero me ha conducido más allá del pueblo
Para seguir el día a través de los menguantes campos,
La hierba quebradiza y eriales de un tierno marrón.
A un lado y a otro las altas cumbres emplumadas,
Una tracería de arabescos rotos
Sobre el lúgubre carmesí del cielo.
Hacia el oeste, las vías se estrechan rápidamente.
Cortan la suavidad de tiza del crepúsculo
Con delgados y convergentes destellos de rojo sangre.
Un lugar de ensueño
Aquí beberemos contentos, mi camarada;
Aquí, donde el pequeño riachuelo, al encuentro del sol,
Desciende como vino amarillo por una roca amarilla.
Aquí lanzaremos una hoja hacia costas lejanas,
Y en ella encerrada una palabra para el País de las Maravillas,
El Desconocido azul más allá de los sicomoros.
De campamento
I
Al alba me inclino con ansiosos labios
Por sobre las piedras y los frescos berros
La carpa amarilla, la pequeña luna
Encontré dentro de mi charco del ocaso.
Los árboles recortados, la luna flotante,
La carpa burbuja… Los pasé
Y sorbí una pequeña estrella, destrozada.
Sorbí un profundo trago de aquel espejado cielo.
II
Mi carpa está sombreada día y noche
Con hojas que varían en la luna y en el sol
A través de sus paredes blancas y radiantes
Los encantadores y variados rastreos avanzan;
Y negros y esbeltos, se mueven veloces,
Miro los pequeños pies al amanecer
Un repentino oriol desde lo alto,
Un veloz pardillo que viene y va.
El mensaje
Entonces
Pudiera rozar mi mejilla con alas errantes,
Pudiera hablar con tono emocionante y ligero
De ojos que arguyen, de tenues cosas no dichas.
Una polilla de los ocultos jardines de la noche.
Entonces
Desde una tierra de colinas,
donde reposa el crepúsculo,
Vendría al oído el repentino canto de un pájaro,
Pálido y lejano, a través de las montañas.
Oh corazón, cuán dulce…
escuchado a medias, querido por completo.
Disección
Vimos una habilidad implacable
En curiosas manos
dejando aparte la carne viva,
Hasta que, descubierto y terrible,
el pequeño corazón
Pulsó y quedó inmóvil.
Vimos el súbito cuchillo de Dolor
Desnudar a través de la agradable carne
El disfraz del alma
Tender un breve momento
Ante nuestros ojos
Una desnuda vida.
Mediodía
El arroyo fluía a través de un curvado arco de hojas.
Fluía a través de un arco de hojas hacia el sol;
Pero todo era sombrío, adonde fueran mis pies.
Una sombra con netas ondulaciones rebasada
Un arroyo fresco que fluía hacia el sol.
Más allá del arco de sombra yace el color
Intenso hacia los estrechados párpados,
ferozmente brillante
Y brillante el agua feliz se escapó
En pozas relucientes
y quebradas líneas de luz.
La extraña
Ella se sentaba tranquila día tras día,
El dulce retiro de una monja,
Con manos atareadas y baja la mirada,
Lo más tímido bajo del sol.
No nos conocíamos lo suficiente,
como para habernos estrechado
Nuestro rápido hablar, con palabras descuidadas
Que a través de ellas, siempre, medio asustados
Sus pensamientos se iban como pájaros que buscaran,
Arrancando una ramita, una pequeño tallo brillante,
Un hilo feliz con destellos de seda,
Para llevar de regreso a su corazón,
Y tejer un oculto nido de sueños.
Biografía:
Nora May French (1881 – 13 de noviembre de 1907) fue un poetisa de California y miembro de las bohemias tertulias literarias del Carmel Arts and Crafts Club que florecieron después del Gran Terremoto de San Francisco de 1906.