Poetas

Poesía de Uruguay

Poemas de Nancy Bacelo

Nancy Bacelo (José Batlle y Ordóñez, Lavalleja, 10 de julio de 1931 – 1 de septiembre de 2007) fue una figura imprescindible en la literatura y la cultura uruguaya. Poeta y gestora cultural, dedicó su vida a la difusión de la obra de autores uruguayos de todas las generaciones, marcando un antes y un después en la historia cultural del país. Bacelo, con su delicada pluma y su infatigable labor como promotora, se convirtió en una voz fundamental en la poesía uruguaya, destacándose por su sensibilidad y su profunda conexión con las raíces de su tierra.

Nancy Bacelo comenzó su viaje literario desde joven, publicando sus primeros poemas en periódicos y semanarios, donde su talento fue rápidamente reconocido. En 1950, se trasladó a Montevideo, donde se especializó en lengua y literatura española. Durante su tiempo como docente, Bacelo se dedicó a explorar la lírica con una voz única que combinaba la introspección con una visión clara y resonante de la existencia humana.

Entre 1954 y 1977, Bacelo se desempeñó en los Servicios Culturales de la Intendencia Municipal de Montevideo, y desde 1961 hasta 1972, trabajó como periodista en Canal 5 TV SODRE. Sin embargo, su legado más duradero quizás sea la fundación de la Feria Nacional de Libros y Grabados en 1961, junto a Benito Milla. Durante 47 años, Bacelo dirigió este evento, que se convirtió en un espacio vital para la promoción de la literatura uruguaya, el arte y la cultura, permitiendo que poetas jóvenes y consagrados, como Sylvia Lago, Hugo Achugar, Washington Benavides y Circe Maia, compartieran sus obras con un público ávido de nuevas voces.

Nancy Bacelo fue también la fundadora de la revista «Siete Poetas Hispanoamericanos», una publicación poética ilustrada que, a lo largo de sus doce números, dio cabida a la obra de importantes poetas hispanoamericanos, incluyendo a Juan Gelman y Claribel Alegría. Esta revista es un testimonio del compromiso de Bacelo con la difusión de la poesía en todas sus formas y su deseo de crear puentes entre los escritores de habla hispana.

Su labor como editora fue igualmente significativa, destacándose por su dirección en las ediciones populares que permitieron que importantes obras, antes fuera de circulación, volvieran a estar disponibles para el público. Además, Bacelo dejó una huella indeleble en la cultura uruguaya a través de su trabajo como asesora cultural de la Caja Notarial y directora de la Galería del Notariado desde 1975 hasta 2001, así como en su rol de directora del Teatro del Notariado desde 1988.

En su obra poética, Bacelo exploró temas de la vida cotidiana con un enfoque que combinaba la sencillez con una profundidad filosófica. Entre sus títulos más destacados se encuentran «Tránsito de fuego» (1954), «Cantares» (1960), «El pan de cada día» (1975) y «De sortilegios» (2002). A través de sus versos, Bacelo invitaba al lector a reflexionar sobre la existencia y a encontrar belleza en los momentos más simples.

Nancy Bacelo vivió intensamente entre las letras y la gestión cultural, construyendo un legado que sigue vivo en la literatura uruguaya. Su dedicación incansable a la promoción de las artes y su sensibilidad poética la convierten en una figura indispensable, cuyo impacto resuena más allá de las fronteras de su país. Bacelo, con su poesía y su trabajo, nos recuerda que la cultura es un faro que guía y enriquece nuestras vidas, un faro que ella, con su luz propia, mantuvo encendido hasta el final.

Tránsito de fuego

Yo no sé de cenizas, sé de fuego.
No me conforman formas contraídas.
No sé tocar el frío, no lo puedo.
Ni sé vivir así, desposeída.

Quiero atajar el aire, contraerlo.
Secar el viento que levanta cieno.
Mostrarte qué fragor el poseerlo,
Decirte por qué vivo, por qué peno.

Y me miro las manos y me miro
Este ardor y esta llaga que se crecen.
Este dolor, y ya, ya no respiro,
Porque crezco de nuevo aunque me cesen.

***

Si es un riel
de esos que no corren
aunque debieran correr y
deslizarse no insistas.
No insistas.

***

Borra esa marca, bórrala,
es de noche y aunque no se ve
se verá igual cuando enseguida aclare.
Tanta raya en las manos tanta búsqueda
tanto camino incierto y más que cierto.
Porque en el mundo se abren tantos ojos
así como se cierran otros tantos
la multiplicidad de la mirada vuelve
al abrir y cerrar y eso es lo cierto.

***

Recojo apenas a penas junto
un poco de besos la piel del abrazo
una ceja / esquivo el hielo / el filo
del cuchillo / doy de comer al labio
inferior / busco la oreja izquierda
digo el mensaje cierro el recorrido
y un terremoto atronador
me arrastra sin sentido.

***

Haz un garabato en el cielo
sé un avioncito de juguete
con la cola de humo
y escríbeme «te quiero»

***

Era como Dios. Ocupaba como Dios
el centro de mi plexo.
No es atroz decirlo. Era como Dios.
Yo le rezaba.

***

Decime si aparecer
es como venir sin nunca haber estado
o si es haber estado
y nunca aparecido.