Poetas

Poesía de Francia

Poemas de Max Jacob

Max Jacob (Quimper, Bretaña, 12 de julio de 1876 – Campo de concentración de Drancy, 5 de marzo de 1944) fue un escritor, poeta, dramaturgo y pintor francés.

Amigo de Pablo Picasso, dejó sus estudios para seguir a los cubistas que se instalaron en Montmartre, París, donde conoció, entre otros, a Apollinaire, Modigliani y Juan Gris.

De origen judío, aunque convertido al catolicismo, la Segunda Guerra Mundial le cogió en Saint-Benoit, donde residía en un monasterio desde la primavera de 1921. Es allí donde fue apresado y dirigido al campo de concentración de Drancy, en el que murió en 1944. Su cuerpo fue enterrado en 1949 en Saint-Benoît-sur-Loire. Su tumba estaba adornada con uno de sus retratos realizados en 1935 por su amigo René Iché.

CUÁNDO LA NUEVA AURORA

¡Puntiagudo campanario! Puntiagudo álamo
es el árbol de las Bellas Artes cerca del presbiterio
¿caerá el rayo sobre el pararrayos
Sobre que caerá el castigo de Dios?
No eres más que un bretón bastante viejo
que bautizó al niño que una vez fue.
Él mismo es ese niño y es a él a quien bautizan
entre cofias blancas y sobrepellices
las muchachas riendo preguntaban a gritos
si el rayo iba a caer aquí.
El árbol del Arte es más alto que el campanario
Amán estaba bajo el árbol, sobre el otro estaba Mardoqueo
¡Decidme! Decidme dónde caería el rayo
¿Qué si el árbol estaba bendecido?… ah, ¡que no! es el orgullo
El campanario dice «Perdón» y el árbol «Ojo por ojo,
diente por diente». Decidme cuándo
decidme cuándo
el campanario será el arte, el álamo la plegaria
cuándo la nueva aurora
y para cuándo la luz.

LA MADRE DEL CURA

Yo que golpeo en vuestra ventana,
Con mi saco y con mi bastón,
Con mis zuecos, mi pobre ropa,
Ha de llegar mi hijo a cura.
No juntaré ya más los restos,
En el camino toda mi vida.
“Madre, envíame a los hermanos,
de allí me iré para el seminario.”
Ni siquiera hace diez años
Que mi hombre el granjero ha muerto.
-Venderemos pared y techo
para que subas al altar,
que al seminario te puedas ir.
Hijo mío, tú irás a Nantes.
Cuando vendí tierras y granja
Me fui por campos y por calles
Para a las ferias ir a cantar.
A la madre del cura todo se le perdona,
Sin purgatorio, el paraíso tendrá
Y ya pronto en el presbiterio
Iré a la puerta a ver quién llama.
Entre usted pues, que soy la madre
Del señor cura, o de Monseñor
O del Papa si lo merece.

Yo que golpeo en vuestra ventana,
Con mi saco y con mi bastón,
Con mis zuecos, mi pobre ropa,
Ha de llegar mi hijo a cura.

PUERTAS DEL INFIERNO

El cuerno de caza llama igual que una campana
igual que un color en los bosques.
El cuerno lejano de árboles en forma de roca.
Es la caza del unicornio
ven con nosotros que somos tus amigos.
El camino está marcado por el caballo
y la silla de montar
caballo y silla atados a los árboles.
Se sientan a la mesa delante de la casa
cada uno se pone a su gusto
para comer bogavante y mayonesa
¡Ven! tus amigos te llaman.
Pero yo escuchaba gritos que venían de la casa
y luego me sentaron ante botellas brillantes
me di cuenta de que no conocía a nadie.
Y esos gritos de dolor que venían de la casa
se mezclaban con las charlas, con las canciones.
A lo lejos cantaba el gallo como una carcajada.
Mi buen ángel me susurró al oído: ¡ten cuidado!
Demasiado tarde temblaba ya la tierra bajo mis pies.
¡Señor, socorredme, socorredme, Dios mío!

CEMENTERIO

Si a mi marido lo echáis
Irá a parar al cementerio,
Rosa blanca, rosa blanca y rosa roja.

Mi tumba es como un jardín,
Como un jardín roja y blanca.

El domingo iréis, rosa blanca,
A pasearos por allí,
Blanco mugueto y rosa blanca.

Para los muertos Tía Yvonne
Una corona de alambre
Les trae de su jardín,
De alambre pintado y flores de satín,
Blanco mugueto y rosa blanca.

Si Dios quiere resucitarme
Yo subiré al Paraíso, rosa blanca,
Con una aureola dorada,
Blanco mugueto y rosa blanca.

Si mi marido volviese,
Rosa blanca y rosa blanca,
Juntito a mi tumba viene,
Blanco mugueto y rosa blanca.

Acuérdate de nuestra infancia, rosa blanca,
Cuando en el muelle jugábamos,
Blanco mugueto y rosa blanca.

NOCTURNO

Silbido húmedo de los sapos
ruido de las barcas en la noche, remos…
ruido de una serpiente entre los juncos,
de una risa ahogada por las manos,
ruido de un cuerpo pesado que cae al agua
ruido de pasos discretos de la multitud,
bajo los árboles un ruido de sollozos
ruido a los lejos de los saltimbanquis.

JARDÍN MISTERIOSO

¡Conchas de alas! hojas muertas
entreabríos, labios de insectos rojizos,
no había hojas muertas al salir del portal,
eran insectos color caoba
¿hablarán? ¿se elevarán de la tierra
y subirán a los ladrillos?
¡Ha llovido! ha llovido en torno al presbiterio,
¡Espero! oigo el paso de los jinetes
¡Espero! oigo croar a las ranas
¡Espero! oigo el silbido de los sapos
se arrastran bajo las anchas hojas de las calabazas
¡Espero! oigo caer gotas de agua.

El palmito impide con sus lanzas
que se acerquen dos perales en el día tan claro.
¿Quién se ha reído en la tarde que se ofende?
Alguien ha cantado. Deben ser los carpinteros.
¡Oh vida! ¡Oh muerte! oh misteriosa tierra
¿Qué escondes tú que las tardes revelan?
¿De qué tesoro eres la guardiana?
¡Oh vida! ¡Oh muerte! ¿dónde están tus viveros?
¡Alguien ha cantado! alrededor del órgano
las muchachas entonan el canto gregoriano
que todas las tardes en mitad del prado de cebada
mezclan sus almas con el poema cristiano.
Una tiene el libro y otra el pedal del órgano.
¡Espero! espero que la planta me hable.
Espero una mirada de las flores que van a morir.
¡Pétalo! espero una mirada a vuestra perla
que la sombra no pueda oscurecer.

LA LLUVIA

El señor Yusuf ha olvidado su paraguas
El señor Yusuf ha perdido su paraguas
A la señora Yusuf le han robado su paraguas
Tenía un pomo de marfil su paraguas
Me ha entrado en el ojo el pico de un paraguas
¿Acaso no he dejado mi paraguas
Ayer tarde en vuestro paragüero?
Tendré que comprar un paraguas
Yo que nunca utilizo paraguas
Tengo un guardapolvo con capucha para la lluvia
Señor Yusuf tiene usted suerte de apañarse sin paraguas.

LA CIUDAD

No te detengas
nube sobre la ciudad horrible
todo allí siente la pez
el asfalto y los comestibles.
Bella nube plateada
no te detengas sobre la ciudad
Mira esa gente
¿se pueden ver rostros más viles?
No han robado
ni han matado a sus hermanos
pero están dispuestos a ello.

El azul dice allí arriba
Brillo para las flores y las hierbas
y para los pájaros
Brillo para los árboles soberbios.
Brillo para los santos
para los niños, para los inocentes
para aquellos a los que compadezco
por vivir con los fratricidas.
Por ellos el Padre Eterno
dio esplendor a los campos
por ellos es el cielo
consolación de los Humildes.