Poesía de España
Poemas de Mateo Rosas de Oquendo
Mateo Rosas de Oquendo (¿1559? – 1612), destacado escritor satírico, trascendió las fronteras de su natal España para dejar una huella indeleble en el virreinato del Perú durante el Siglo de Oro. Su vida, marcada por la intriga y la exploración, se desenvolvió en un contexto colonial que abrazó con entusiasmo.
Nacido en territorio español, el año exacto de su nacimiento permanece envuelto en el misterio, añadiendo un toque de enigma a su figura. Embarcándose en una travesía hacia el Nuevo Mundo, Rosas de Oquendo se distinguió como Secretario del Virrey García Hurtado de Mendoza, convirtiéndose en testigo y participante activo de los tumultuosos eventos que definirían el virreinato peruano.
La versatilidad de Rosas de Oquendo se revela en su papel crucial durante la conquista de Tucumán, donde asumió el rol de Contador de la Real Hacienda y dejó su impronta como fundador de la ciudad de La Rioja. No limitándose a sus hazañas en el Perú, su itinerario lo llevó a ser becario de tierras en Canchanga y Camiquín, consolidando así su influencia en diversas regiones del virreinato.
El legado literario de Rosas de Oquendo se encuentra preservado en dos manuscritos, testimonios valiosos de su destreza satírica. Uno reposa en la Biblioteca Nacional de España en Madrid (MS 19381), mientras que el otro, Ms. Codex 193, se resguarda en la Biblioteca de la Universidad de Pensilvania. Estas obras, impregnadas de ironía y agudeza, revelan la perspicacia de un autor que desafió las convenciones literarias de su tiempo.
Hacia finales del siglo XVI, Rosas de Oquendo traspasó fronteras una vez más, estableciéndose en México alrededor de 1598. Su legado como pionero de la sátira colonial, su participación en la construcción de imperios, y su contribución a la literatura del Siglo de Oro hacen de Mateo Rosas de Oquendo un personaje fascinante y esencial para entender la riqueza cultural e histórica de la época.
Sátira hecha por Mateo Rosas de Oquendo a las cosas que pasan en Perú, año de 1598
Sepan cuantos esta carta
de declaraciones graves
y descargos de consiencia
vienen, como el otorgante
Mateo Rosas de Oquendo,
que otro tiempo fue Juan Sanches,
vecino de Tucumán
donde oí un curso de artes
y aprendí nigromancia
para alcanzar cosas grandes,
puesto ya el pie en el estribo
para salir destas partes
a tomar casa en el mundo
dejando los arrabales,
en lugar de despedida
determino confesarme
y descargar este pecho
antes que vaya a embarcarme,
porque si en la mar reviento
al tiempo del marearme,
para salir de sus ondas
será pequeña la nave.
Dejen todos sus ofisios
y vengan luego a escucharme;
los casados, sus mujeres,
las mueres sus ajuares,
los poets sus consejos,
los músicos sus compases,
los indios sus sementeras,
los libros los colegiales,
las damas sus ejersisios,
sus paseos los galanes,
sus sillenas los comunes
y sus estrados los graves;
dejen el gato las negras
los negros sus atabales,
los pulperos sus medidas,
las pulperas sus dedales
la justicia sus corchetes,
los corchetes sus maldades
los alguasiles su ronda
y la ronda sus disfraces.
Venga todo el pueblo junto
no deje de oirme nadie,
que no habrá, uno entre todos
a quien no le alcance parte
y los que su propio honor
por el interés trocaren,
dando en sus casas lugar
para que otros las reparen,
vengan a oir mis sermones
y sabrán, si no lo saben
que el más amigo se ríe
de su proseder infame.
Oiganme con atensión,
ninguno tosa ni parle,
que en cada rasón que pierden
pierden un amigo grande.
Romance en lengua de indio mexicano
Cada noche que amanece
quanto saco mi biscucho
las presco piento poscando.
Onas pillacas latrones
que me lo estaban mirando
que me bay tieso con dieso
mi carañona poscando.
Alcon diable se lo dijo
como me estaba pupado,
me rompieron mi poxento,
serradura con candado:
Y ortado mis callos tres
que un año que me a criado
para ir mi copempernasion
do estado mi marquesado.
Quanto tomo esporision
lo an de comer mis pasallo
questo mi primo el marques
tenemos ya gonguistado.
Y todos los pisorrey
la provisión me lo han dado
qui todo el corregidor
por mi mano an de pasado.
Y me ponga orca y cuchillo
para que pien castagado
estén todas los pillacos
que mi mantado no aco.
Si ai las cojo los latrones
que an ortado los mis callos
por vida de Don Felipe
se sas tripa de sacallo.
Que aunque sea hecho chismole
yo conosere mis callos,
que ono permejo es,
otro como rosio blanco.
La otro mi callo es prieto,
so cabes colorado,
que mi sorrado ocho dias
para mercar estas callo.
Ya no lo tengo remedio,
no es pueno si me a horcado
mas pale tenco pasiencia
qui a diablo se lo ha llevado.
Yo me ire en el probisor
y ante ella me querellado,
para que me paporesca
condra dodos los culpados.
Y me manta dar so carta
para que descomulgado
estén los pillacos todos
que comido de mis callos.
Yo no cate la deguela
apagado con agua de jarro,
porque su almina lo lleve
con el infierno del diablo.
Y estos billacas parsande
que mi sacado al tabrado
no ay respeto a la bersona
que dicen yo soy Don Pablo.
Y mi mujer Polonilla
que es una santa cristiano,
que quando se va a la misa
lleva rosario en la mano.
Luego se puelpe a su casa
mi comita aderesando,
y pajando su miscueso
zas ijo esta totrinando.
Tanto tiene atreviemiento
que ya me tiene afrendando,
no hay justicia de la dierra
que lo orque estas pillacos.
O, joro a quien me pario
y por vida de Don Pablo,
que su cabesa y miscueso
la horca a destar clabado.
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