Poesía de Uruguay
Poemas de María Adela Bonavita
María Adela Bonavita, nacida en San José el 4 de noviembre de 1900, es una de las voces más enigmáticas y delicadas de la poesía uruguaya. Aunque su vida fue breve, falleciendo en Montevideo el 9 de mayo de 1934, su legado poético perdura como un testimonio vibrante de su sensibilidad y talento. En su único libro, Conciencia del canto sufriente, publicado en 1928, Bonavita destila con maestría un lirismo profundo, explorando los rincones más íntimos del dolor y la existencia humana. Este volumen, que cuenta con un prólogo del renombrado poeta Pedro Leandro Ipuche, es un espejo de su alma poética, donde cada verso es una herida abierta, una confesión sincera que resuena con la fragilidad de la vida misma.
La poesía de Bonavita no se limita a lo inmediato; trasciende el tiempo y se inscribe en la memoria colectiva de la literatura uruguaya. En 1956, la revista Asir rescató y publicó una compilación de sus poesías inéditas, reafirmando la importancia de su obra en el panorama literario. Su voz, aunque apagada demasiado pronto, sigue cantando en cada verso, en cada calle de Montevideo que lleva su nombre, recordándonos que la verdadera poesía nunca muere. La obra de María Adela Bonavita es, en esencia, un canto perpetuo al sufrimiento, una conciencia lírica que continúa inspirando a generaciones de lectores y poetas.
La alegría del pájaro
El sol se ha derramado
en un mar de luz viva en el espacio!…
Ondea en suaves ondas luminosas__
Everbera en el aire!…
El pájaro quiere bañarse en ese mar tan puro
volcado en su palacio!…
En la puerta del nido está mirando
cómo las aguas impalpables, brillan
con un fulgor extraño!…
Y la Curva…
en sus ojos,
finge los locos círculos del entusiasmo!…
Y le tiemblan las alas de alegría!…
Y le crispa los nervios la promesa del sol!…
Y vuela!…
Gira la dicha
Gira la dicha en sus alas!…
Gira la dicha…
Y se hunde…
ebrio de luz en las aguas!…
Cuando llegue en la Noche el Ensueño enlutado…
las sombras
le plegarán las alas
trémulas todavía de aquel raro fulgor!…
En la noche
Como un arpa divina
yo puse mi Silencio entre la Noche.
Y en la vaga claridad misteriosa
de la Sombra más alta
las Estrellas
lo pulsaron con luz.
¡Y amaneció la Música del Mundo
en las cuerdas dormidas de mi arpa!.
La Música Sublime que subió de la Tierra,
—la Canción de las Sombras y las Almas—
se estremeció en mis cuerdas
y vibró en los caminos de la Noche
buscando a Dios!
(Yo tengo en mi Silencio
el “do-re-mi-fa-sol”…
de las aguas, las pájaros y el viento,
los árboles y el sol!)
Y luego
¡Una nota inefable y dolorosa!…
¡Mi Dios!
Las Estrellas
lloraron dulcemente sobre mi corazón.
Tiempo, sobra y espacio
¡Límite girador!..
(…Cuna de olvido…)
Dios — Relatividad —
Modo celeste.
Densidad de la Idea.
Florecida de números… está la Soledad.
La Recta está en el Círculo.
Luz en la Oscuridad.
La Vida está en la vida
realizada y movida.
…Y el Círculo es la Recta
y la Inmovilidad.
(¡Esperanza…!)
Velocidad… Velocidad… y la muerte:
Caídas verticales
desde las iniciales de otros místicos vértices.
Vuelo sutil de ideas…
Vago rumor de ángeles.
…Velados,
nacidos
— realizados —
vertidos y danzantes
(¡siguiendo hacia el olvido
por las puertas abiertas del polígono errante!..
Intérprete anhelante
borrándose ondulante…
frenético y amante.
¡Oh la extensión poblada, fantástica, inhollada!
Padre profundo,
…senda tremenda…
madre abrazada
a la música negra,
destinada
furiosa
desatada…
…Los ángeles seguían,
se buscaban,
giraban
y se unían…
y elevaban sus ritmos tenebrosos
en espirales
(que atravesarían
mi cercano dolor…
…defendido en el canto, revivido, sostenido en el
canto
con humano terror :
…¡Nebulosas de olvido!…)
Llama que se destroza con sus danzas curvadas.
Túnicas de la Idea.
Las formas realizadas desde el centro de amor.
…Las esferas giradas y atraídas…
…Despiertas y dormidas…
Los Sueños —como Sombras— de este lado de Dios.
Mi vida se inclinaba
como un gajo de alburas invisibles…
Mi espacio era celeste
y mi tiempo danzaba
suave-danza de luz.
Mis alas, casi un sueño…
Y sólo se movía
como luz melodía
en el éter, mi voz.
…Y caía, caía,
como luz desgarrada… y caía temblada
a la mística copa de mi humana canción:
¡Anunciación! ¡Anunciación! ¡Anunciación!
Mar de mi vida,
mar,
mar de mi muerte,
mar,
… mar de mi desolación…
Anunciación! ¡Anunciación! Anunciación!..
…Desde la voz de un ángel:
— El que giró la isla
del corazón.
Los imanes del abismo
¡Puedo caerme! ¡Puedo caerme!.
En la orilla de esta estrella
puedo dar un paso tal
que ya no pise la tierra…
¡Puedo caerme!… ¡Puedo caerme!.
Cuando en la mística danza
mis rosas arrojo almar
casi nunca, casi nunca
la corriente dolorosa
mis rosas puede abrigar.
…Huyen las olas transidas
sin podérmelas llevar.
Resbalo en rosas al cielo…
Caigo al abismo.
Lo anhelo.
Ah, sí!… ya puedo caerme.
Resbalo en rosas… Me imantan
las estrellas apacibles
que quisieran protegerme.
Pero me despetalizo.
sin llegar a detenerme.
Lo sé:
mi tallo dolido
quedó enredado en las olas
de las aguas del olvido.
Por eso el astro impalpable
me espera aún, y resbalo
como cascada de rosas
por sus luces inefables.
Pero la tierra sufrida
sintió una orilla vencida
bajo mi paso divino…
¡Puedo caerme!.. |Puedo caerme!..
¡Ah, sí! la tierra transida
ni con su trágica herida
consigue ya sostenerme.
Resbalo en rosas… en rosas…
Mirar
El Sol había volado con su canto girado.
Vivo pájaro enorme con el pecho dorado
y las alas finísimas… blancas.
Las estrellas, allí, bajo el ala de luz,
como trinos del Sol, gotas del Canto eterno.
( La Eternidad, por ellas,
pasa y yo la detengo.
En mis ojos fluctúa como flor en la luz..
como Luz que se busca.
La sostengo.)
¡Alas blancas del Sol!
Alas para mi vuelo tanteador y sufriente.
— Cielo negro. —
¡Alas blancas del Sol!…
Alas para mi vuelo triste y reminiscente.
— Cielo cerrado. — Huella celeste…
…Las estrellas, allí, bajo las blancas plumas
sutiles y transidas
heridas y aromadas por la Luz florecida
en mis ojos.
…Mis pupilas, así, sobre la onda oscura
de la luz de las alas del Sol…
Desatando paisajes,
encendiendo distancias…
desmayando horizontes
y reavivando ritmos,
soliviantando danzas!
… Mirando la Tiniebla que se escucha colores…
¡Ventura de ir con ella
sobre el ala del Sol…
…hasta que sombra y ala renacieran, celestes
espirales de aroma… desde el Mirar en flor!..
..¡Y sosteniendo el vértigo del viaje!..
Después, ¡ay!, la gasa del miedo, otra vez.
…Y un abandono oscuro de fantasmas velados,
descendidos mis ojos a la noche y al sueño,
cuando el pájaro vivo desplazaba sus alas
dolidas,
teñidas de ensueños…
Las visibles estrellas apacibles y bellas
invisibles y Mías…
titilaban en Mí.
Me adornaba con ellas.
La vuelta del pensamiento
Cada idea divina
voló con voluntad, aislada en ángel,
con su centro de amor,
como una lámpara.
… Desprendió su deseo por la forma
y lo atrajo también
hacia su faro.
El sentido celeste de la Curva:
despedida de Dios-…
e íntimo amparo.
Y así, todos los ángeles,
si se vierten al místico misterio
se convierten en sombras…
Y se envuelven, se funden y se olvidan
en la danza girada de la vida!..
Los he visto caer… al mineral.
Detenerse en las rectas, irradiando
su energía inmortal
por las puertas abiertas de los vértices.
(Oh la piedra dormida
detenida en orillas de la vida!)
Forma de la palabra!…
Gema herida hacia Dios…
Ángel que sube,
ángel que se desciñe — y se detiene —
…y se irradia!…
Y seré lo que soy
Ay, tierra mía,
nacida entre mis manos
y atada a mí!
Yo me olvidaba en t í!
A veces
— oh qué profunda aspiración del Dia —
me aislaba entre tus sombras
como un lirio de paz.
Y luego…
renacía
en la nostalgia mía
florecida en tus campos
ay!
en los lirios sufrientes.
Así,
un día,
yo vi que tú tenías
el pan
para mi hambre.
Y el agua
para mi sed.
Y apuré tu alimento tenebroso…
y te llevé conmigo
al florecer!
Hoy,
— en diáfanos delirios —
se perfuman de música tus lirios
y al crecer…
mi vestido en tus pétalos, se irisa
de místico placer.
¡Ay, tierra mía,
nacida entre mis manos
y sufrida por mí!
Ya me comprendo en ti.
Tierra mía!..
En tus flores sonoras crecerá la armonía.
…Tu destino es el mío
y seré lo que soy.
Alegría!
El canto de la verdad
Oh la clamante, y dulce, y triste melodía
de la nostalgia de mis ángeles!
¿ Acaso
desde sus lámparas radiantes
no han curvado el deseo del retorno
volcado en mis sentidos implorantes?
… Soy la Idea infinita…
Dios se ha anudado en mí.
Cómo siento reatados y perdidos
los dolorosos lazos del olvido!…
… Ah, sí, cómo sufro abismados y perdidos
los tenebrosos lazos del olvido!…
Que Dios se piensa en mí.
Oh la clamante, y dulce, y triste melodía
de la nostalgia de mis ángeles!
“Yo” recibo la gracia de la música
florecida en mis hombros deslumbrantes.
Yo despliego las alas del anhelo… y vuelo!…
Yo derramo en el cielo tenebroso
la ansiedad irisada
del seráfico eco doloroso…
Oh, qué estelas transidas,
y extraviadas
entre sombras amantes!.
Ah, qué inefables sueños!
¡Dónde estarán las líneas de diamantes!
… Corre un miedo profundo
por los místicos velos acechantes.
Y qué atento mi oído
— hondo de tan clamante! —
…Pero rueda el silencio!…
Soy la Idea infinita…
Dios se ha anudado en mí.
Cómo siento reatados y perdidos
los dolorosos lazos del olvido!
Ah, sí…
cómo sufro abismados y perdidos
los tenebrosos lazos del olvido!…
Que Dios se piensa en mí.
Y qué dulce la gracia de los signos…!
…Oh aquel júbilo santo que sufrí,
cuando vi de la danza contemplada
desprenderse la Curva…
Me golpeó el corazón,
música,
alada
revelación sin voz…
…Cómo sentí
despertarse un recuerdo
y que Dios bendecía mi mirada!
… Pero vaga otra música,
transida
como trágica ofrenda
deshojada
sobre la desesperanza de mi vida!…
…Cómo gira una nota
desbordada
de la dulce presencia
de la Hortensia,
cuya esencia visible
en apariencia
se aventura inasible
en el anhelo
de llamar en mi cielo.., ay!…
y se desmaya en una
desolación
como de luz de luna.
… Soy la Idea infinita…
Dios se ha anudado en mí.
i Cómo siento reatados y perdidos
los dolorosos lazos del olvido!
Ah, sí! cómo sufro abismados y perdidos
los dolorosos lazos del olvido!
Que Dios se piensa en mí.
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