Poesía de Argentina
Poemas de Marcelo Moreyra
Marcelo Moreyra (Tobuna, Misiones, Argentina; 1 de noviembre de 1958) es un escritor argentino y uno de los referentes más conocidos de la literatura misionera. Moreyra es poeta, pintor, muralista, locutor, docente y fotógrafo. Estudió dibujo, pintura, cerámica, escultura y grabado en la Escuela Municipal de Artes de Iguazú con el artista Floriano “Mandové” Pedrozo. Desde 1969 vive en Puerto Iguazú.
CONVENCIÓN DE MARIPOSAS
Revoloteando en las esquinas
son violetas ensangrentadas
ardientes lirios de vergüenza
libando las muertes del alma
gastados ríos de lujuria
muecas de pan en la mañana.
Allá en su refugio de sombras
ya no queda una mesa blanca,
curtido néctar de las horas
sin veranos para las alas
flotan sus niños sin ternura
por toboganes de la nada.
Mariposas multicolores
mirada oscura y carne blanda
dibujan sueños en el aire
aleteando en azul organza,
maldecidas por el obispo
hacen del cuerpo una plegaria.
Tras la huella de azules rumbos
justicia esquiva y sucia plata
tal vez enfurezcan un día
y cubran el sol con sus alas
quizás quemen la hipocresía
con las mundanas alabanzas
dejando sus pechos desnudos
enarbolados en la plaza.
NIÑA DE LAS RUINAS
Como estatua de piedra mora
irguió su cuerpo ante las Ruinas
brazos pequeños, congelados
tobogán de las lluvias frías
ojos de orquídea abandonada
de oscuro barro las pupilas.
Me saltan ancestros de bronce
desde su mirada de niña
a puro lanza y Pachamama
por las llanuras encendidas:
aquél Tupac de alas quebradas
cóndor de fuego y sangre andina
llora patrias descuartizadas
ardientes manos en la pira.
Por aquí siguen resonando
fantasmales caballerías
heroico Andrés de las tacuaras
antes muerto que tierra herida
galopando en los confines
como el sol por las lejanías.
Leve alondra, pan de vergüenza
aletea buscando migas,
escudo inocente de invierno
boca de ansias peregrinas,
aunque el monte muere con ella
escurre el diluvio y palpita
volando en los días sin parques
mariposa de triste risa.
11 DE OCTUBRE
Duende de heladas cumbres
guardián de todas las perlas
señor del oro y las alas
sin espadas ni cadenas.
Vibran las cuerdas del monte
porque el amo de la selva
danza al son de la magia
milenaria de la tierra.
Pies de polvo, palpitante
corazón de viento y flecha
libres los ríos del alma
por desiertos y praderas.
Desde el caribe la fiesta
al umbral del Amazonas
galopando en el silencio
de doradas anacondas,
primavera de tambores
a la blanca Patagonia.
Desde la Puna a la costa
entre los vientres sagrados
levanta dioses de piedra
con sortilegios de antaño,
rumores de quena y lluvia
mezcla de luna y barro.
Pero ríe porque no sabe
que el sol se está quebrando
y que llega una carabela
con sus halcones de espanto
a clavar un mástil de fuego
en el corazón de los pájaros.-
¡MUEREN NIÑOS!
Mueren los niños de Siria
fusilados en la indiferencia,
también en la bella Israel
bajo espadas que parpadean,
ahogados en plomo hirviente
agazapados en mil tormentas,
soñando con playas de oro
y chocolates en blancas mesas.
Mueren en tierras lejanas
como parias sin Dios, sin bandera
cual gorriones desterrados
en castillos de sal y de arena,
sobrevolando en penurias
por rancios designios de la guerra.
Mueren niños cada día
allá por las patrias polvorientas
donde misiles del odio
perforan la Paz que nos desvela,
tibia canción de milenios
agonizando en sangrientas cuerdas.
Mueren niños y lloramos
acongojados por hondas penas,
por tantas niñas violadas
en africanías de violencia,
por refugiados del mundo
cuyo calvario nos avergüenza.
Mueren los indios pequeños
en todos los puntos de América,
mueren con manos vacías
sobre la crucificada selva,
mueren niños en las villas
detrás de ínfulas palaciegas,
también después de mi cuadra
sin barriletes y sin escuela.
Por ellos muy pocos lloran
y no hay plegarias que los protejan!!!
ÁRBOLES QUE MUEREN
Se va desgarrando la selva
por los cuatro costados del viento
lleva en la piel envenenada
sortilegios de todos los tiempos
las tinajas de cada duende
y el oro azul de los ríos muertos.
Poco a poco se va callando
su ronca lluvia sin derrotero
con raíces de oscura herida
mordiendo llagas de largo incendio
los pájaros agonizantes
bajo un rosario de dientes negros.
Al exilio se va la sombra
loca y desnuda, ya sin misterios
se arrastra en la marcha sin luna
con ojos vacíos y sedientos
y un cortejo de orquídeas secas
vomitando pétalos de miedo.
Los arcos azules del monte
mortajas fantasmales muriendo
son las tumbas de las semillas
que parecieran buscar mi pecho
para ser barco, ser guitarra
o un corazón renacido en ecos.
MATE, DIOS DE LA LIBERTAD
La muerte mastica la savia
desde el tiempo de los obrajes,
oscureciendo los arroyos
y los designios ancestrales
donde los dioses de la selva
se fueron transformando en mate.
Cuando el hachero no regresa
de sus comarcas vegetales
la bruma se vuelve plegaria
hundiéndose en las soledades,
cebado rito de la espera
llorando en azules enjambres.
Yerba de luz y sueños blancos
de las eternas libertades,
barriletes de miel y azúcar
loco tiempo de trashumantes,
sabor que borra las distancias
con aromas de antiguas tardes,
horno de barro, largas lluvias
danza de manos y de panes.
En las prisiones olvidadas
y el exilio de Patria y sangre,
en parajes de piedra y viento
y en las marinas tempestades,
el mate es el fuego de casa
soleada caricia de madre,
callado signo en las partidas
es el vuelo inevitable.-
CIUDAD DE ARENA
Se desangran las estrellas
en los jardines de Oriente
las ventanas se han quebrado
arriba ya no es celeste
en los ríos flotan ojos
las montañas ya no duermen.
Ali Babá, confundido
en los escombros se pierde
en cada piedra encantada
más ladrones aparecen
para incendiar su turbante
y embriagarse con las mieles.
El desierto ya sucumbe
bajo los buitres de siempre
en las calles y las plazas
los ángeles ya no crecen
sus piernas fueron cortadas
con filosos barriletes.
En la ciudad de los vientos
llega la calma de muerte
llega el arroz con cianuro
la savia blanca, la peste
las sectas liberadoras
la libertad en papeles.
Al pueblo de antigua magia
le irán sacando los puentes
robando sagradas prendas
de dioses y de mujeres,
con aliento petrolero
con jeringas y billetes
sobre las cruces y ruinas
resplandores de Occidente.
El amo del mundo busca
mucho más de lo que tiene
saldrá luego por los niños
los paraísos agrestes
a deglutir la memoria
y a vomitar en las gentes
a encadenar las palomas
los templos y amaneceres.
Bagdad ya no queda lejos
es una marca en la frente
es un lamento de arenas
y de quimeras que duelen.
La paz ya no queda cerca
los lobos por ella vienen.-
BAILAN LOS ECOS
Bailan los ecos de mi pueblo
en las callejas que se inflaman
pupilas de hierro encendido
giran sobre el humo y la nada
tejiendo risas invisibles
en las carcomidas murallas.
Cuando el sol se oculta en la fronda
y sus fibras de oro se apagan
regresan lejanos rumores
en caracoles de nostalgia
vegetal martirio de hacheros
desnudando rudas plegarias.
Lobizones de tierra adentro
lloran estrellas azuladas
sideral espuma nocturna
entre sombras que se levantan
cautivos pájaros de niebla
corazón de arena y distancia.
Por colinas resplandecientes
se fue mi niñez sin campanas
por caminos de ausente lluvia
y dioses de manos atadas
golondrinas adormecidas
en los viejos puentes del alma.
Desde entonces busco los ojos
de mi madre en las tardes largas,
desde entonces en cada otoño
en mi pecho los ecos bailan.
- Manuel José Othón
- Jean Aicard
- Rafael Maya
- Víctor Rodríguez Núñez
- Alfonso Álvarez de Villasandino
- Concha García
- María Silva Ossa
- Luis Marré
- Robert Desnos
- Jean-Pierre Claris de Florian
- John Galán Casanova
- Enrique Díez Canedo
- Elena Andrés
- Ezequiel Martínez Estrada
- Andrée Chedid
- Jean Arp
- Carlos Vásquez Tamayo
- Ramón Pérez de Ayala
- Antonio Esteban Agüero
- Francisco Manuel Sánchez de Tagle