Poetas

Poesía de México

Poemas de Macario Matus

Macario Matus. (2 de enero de 1943 – 6 de agosto de 2009) fue un escritor, poeta y periodista y mexicano que escribió parte de su obra literaria en lengua zapoteca, aunque también escribió en español.

Nació en Juchitán, Oaxaca, el 2 de enero de 1943; murió el 6 de agosto de 2009. Poeta en lengua zapoteca, cuentista y autor de ensayos sobre artes visuales contemporáneas de México y Oaxaca. Director de la Casa de Cultura de Juchitán (1979-1989). Colaborador de El Día, El Nacional, Excélsior, y Novedades. Premio del Museo Nacional de las Culturas Populares 1985 por Mi pueblo durante la Revolución. Tercer lugar en el Certamen Internacional sobre la lucha de los indígenas en América Latina, inba, 1980.

Macario Matus Falleció, en la Cuidad de México, el jueves 6 de agosto de 2009, a causa de un infarto.

Los zapotecas

Toda oscuridad era
cuando nacieron los zapotecas.
Brotaron de los viejos árboles,
como la ceiba,
del vientre de las fieras nacieron,
como el tigre, el lagarto.

Al caer la gran luz
que lanzó el sol alto,
nuestro padre grande,
entrelazaron sus manos
con las nutrias,
también madres nuestras.
Se salvaron los zapotecas
al flotar sobre el agua
como tortugas grandes.
Se inundaron de agua
como sierpes celentéreos,
cargando sus hijos en los pezones.

Una lengua antigua
se les enredó en el alma
y se llamaron gente Záa,
que habla la lengua zapoteca,
dulce, misteriosa, mágica,
que aún se conserva limpia,
grande como las montañas,
fuerte como el puma
y el ocelote, los viejos
padres y madres, hermanos.

La lengua de los zapotecas
es la voz de los árboles,
el canto de las aves,
el rumor del sol, el viento,
las estrellas, el mar, los ríos
anchos como el mismo cielo.
Es la lengua de los dioses,
de los padres y hermanas fieras,
como el ocelote, el lagarto
y las tortugas de ojos cansados.
Es el sonido de los seres invisibles,
de las montañas, el aire, el limo
de la naturaleza visible, movible.

Nacidos de las raíces
de los grandes árboles,
de las entrañas de las fieras.
La ceiba, el zapote, el tule,
jazmínes y lirios silvestres
son los padres tutelares.
También el tigre, el ocelote,
el lagarto, los coyotes, las nutrias
han sido los abuelos milenarios.
Por eso el río ha cobijado
los vetustos árboles
y dado de beber a los animales
que engendraron a los zapotecas.
Las ramas de esos seres vuelan al aire
y el rugir de las fieras se oye
en los montes de espinas erizadas.

Los abuelos son los antiguos Záa
que cruzaron las aguas y montes
del valle de Oaxaca.
Sus ojos era llamas en la noche,
su alma era intrépida desde entonces
y se guiaron por los rizos del sol,
su antiguo padre también.
Se alimentaron dc fruta,
vistieron la piel de las fieras,
oían el canto del caracol de mar.
Después de caminar muchísimo
y dialogar con la luna y los luceros,
los cobijé la sombra de los cerros,
los ríos y Iagunas de Oaxaca,
la de la tierra caliente
para estar cerca del sol.
Sus hermanos son los peces.

Guijazo, Gubiidxa Zóo,
Atalaya, vidente,
el que mira a lo lejos
y brilla como el sol padre.
Tú eres nuestra sangre primera,
tu albo vestido iluminaba
el camino de los zapotecas.
La luz de tu inteligencia
guiaba a los sacerdotes
para decir la palabra Záa,
impelías a los guerreros
en defensa del honor,
los territorios, los mares
y los ríos que nacieron
a tu costado azul, celeste.
Tus manos eran cometas
que cruzaron el cielo a la hora
del nacimiento de los abuelos
que trillaban nubes, espuma,
peces, lirios, bogavantes.
Huijazóo, Gubiidxa Zóo,
aún presides el alma indócil
de los Záa y aún te lloran
como se gime frente al gran sol.

 

Nacidos de las raíces

Nacidos de las raíces
de los grandes árboles,
de las entrañas de las fieras.
La ceiba, el zapote, el tule,
jazmines y lirios silvestres
son los padres tutelares.
También el tigre, el ocelote,
el lagarto, los coyotes, las nutrias
han sido los abuelos milenarios.
Por eso el río ha cobijado
los vetustos árboles
y dado de beber a los animales
que engendraron a los zapotecas.
Las ramas de esos seres vuelan al aire
y el rugir de las fieras se oye
en los montes de espinas erizadas.

 

Dios de la lujuria

La lujuria o el amor
lo llamaron excesos del tigre silvestre, Ocelote, pues.
Estremecimientos instintivos
de los hombres como animales fieros.
Cómo no íbamos a ser como ocelotes
si nacimos de sus entrañas briosas.
El amor es entrega de felinos a lo loco
El amor es colmillos ensartados al cuello.
Lujuria es amar como todos los dientes,
pieles, garras, uñas, bigotes, ojos de gato.
Amar y ser lujurioso es ser animal y hombre.
Lujuriar y besar es ser mujer con hiel azucarada.
Cuando se acabe la tierra y sus dioses,
el amor y la lujuria presidirán la noche, el día.