Poesía de Uruguay
Poemas de Luisa Luisi
Luisa Luisi, nacida en Paysandú el 14 de diciembre de 1883, fue una de las figuras más prominentes de la poesía y pedagogía uruguaya de comienzos del siglo XX. Proveniente de una familia profundamente ligada al conocimiento y la libertad, Luisa creció en un entorno intelectual y progresista. Su padre, Ángel Luisi, un ferviente defensor de las ideas masónicas, y su madre, María Teresa Janicki, maestra hija de exiliados polacos, moldearon un hogar donde el saber y la educación eran pilares fundamentales. Luisa y sus hermanas fueron pioneras en Uruguay, convirtiéndose en algunas de las primeras mujeres profesionales en una sociedad que apenas comenzaba a abrirse a la igualdad de género.
Graduada en Magisterio en 1903, Luisa dedicó gran parte de su vida a la enseñanza y a la revalorización de la educación en Uruguay. Su visión innovadora propuso una reestructuración de las escuelas, no solo en lo académico, sino también en su arquitectura y en la relación entre el espacio y el alumno. Para ella, la escuela debía ser un refugio de igualdad y un lugar donde el arte, el canto, la naturaleza y el espíritu del niño encontraran su desarrollo. Además de su labor pedagógica, fue una prolífica crítica literaria y una de las voces más influyentes en los congresos sobre educación, abogando siempre por una educación justa y universal.
Su obra literaria es una combinación de rigor intelectual y sensibilidad poética. Luisi se destacó por su poesía de carácter filosófico y por una obra crítica vasta que la posicionó en el panorama literario internacional, a la par de sus contemporáneas Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini y María Eugenia Vaz Ferreira. Su estilo, de formas clásicas y profundas reflexiones, la llevó a ser reconocida en ciudades como Buenos Aires, Barcelona y Madrid. Su obra fue traducida al inglés y elogiada por críticos de renombre, como Rafael Cansinos Assens y César González Ruano. Sin embargo, a pesar de haber alcanzado un notable prestigio en vida, hoy en día su legado ha sido injustamente olvidado.
Entre sus libros más importantes se encuentran “Educación Artística” (1919) y “A través de libros y autores” (1925), donde Luisi combina su vocación docente con su aguda mirada crítica. Su obra es un testimonio del profundo compromiso con la educación y la literatura, y su vida, una lucha incansable por el reconocimiento de la mujer en el ámbito académico y cultural. Aunque la posteridad no ha sido del todo justa con su figura, la obra de Luisa Luisi sigue siendo un faro de lucidez, sensibilidad y modernidad en la historia de las letras uruguayas.
A la Victoria de Samotracia
Oh, Victoria, Victoria! mármol divino,
como yo, condenada a la inmovilidad;
con toda el alma puesta en las alas abiertas,
mutilada en el ímpetu supremo de volar!…
Ansia de movimiento!.. Anhelo de elevarse
de correr, de subir, en vuelo magistral;
deseo doloroso a fuerza de imposible
de andar, de andar, de andar!…
Oh, Victoria, Victoria de Samotracia!.
imagen de mi vida toda inmovilidad;
en el mármol divino hecho cárcel del vuelo,
ansia desesperada, enorme, de volar!…
Silencio
En el silencio están todas las cosas
como en el hondo seno de la tierra:
gérmenes que no brotaron todavía,
potencias escondidas
que pueden ser maravillosas rosas…
Gestación inconsciente, duerme en el silencio,
la música triunfal de todas las poesías,
Antes de hablar el último mensaje
se hará un vasto silencio misterioso
sobre la tierra henchida de esperanza….
Silencio creador!… Sólo el vano murmullo de los hombres
impide tu creación…
Ah!, si algún día
cesara todo ruido sobre el mundo,
el alma estremecida,
sucumbiría a la potencia muda
del silencio de Dios!…
Mediodía de primavera
En la Sierra de Animas
A Juana de lbarbourou
Otra vez junio a ti!…
Yo siento que tu vida me penetra
Como una esencia milagrosa!
Surge del seno oscuro
La fuerza nueva en la fecunda hora:
Lejos de las ciudades febricientes
En donde el ritmo artificial se agosta:
Lejos de la neurosis, de la histeria.
Que acechan los cerebros en la sombra
Al pulsar de la vida apresurada
En su premura loca…
Otra vez junto a ti!
En la paz infinita de tus campos.
Donde la vida secular se enflora!…
Cuánta paz!… El silencio luminoso
Llena el ambiente de doradas notas;
Y se siente brotar humildemente.
La vida humilde, maravillosa.
De la hierba escondida y del retoño nuevo!..
Hay un ritmo tan hondo, en la frondosa
Verdura de tus Montes,
En el cantar sereno de las hojas
Que besa el aire, y estremece todas;
En el agua que copia
El azul infinito, y tan hondo, tan hondo.
Que es abismo de luz vertiginoso;
Hay un ritmo de vida tan gloriosa
En este Mediodía entre la Sierra;
Hay tanta savia que con fuerza brota.
Tanta energía de vivir; florecen
Con tal empeño las borrajas espinosas.
Las verbenas humildes.
Las margaritas rojas;
Todas las hierbas todas las malezas
Con voluntad tan prodigiosa
Buscan el sol que las fecunda y llama
Para abrirse en corolas
Pálidas o encendidas.
Que yo también, como la hierba heroica
Cuya energía de vivir se enflora.
Siento el ansia tenaz de abrirme toda
En perfumados cálices de gloria!…
Toda la savia en mis arterias canta
El canto de la Vida generosa;
El rumor de la linfa cancionera
Que salta entre los rocas:
Y hay un trinar de pájaros en mi alma.
Y un aletear en mi cabeza loen;
Y toda soy el agua cristalina
Que entre los peñas brota;
Y toda soy los pájaros que trinan
En una algarabía melodiosa
Entre las romos, en los nidos altos.
En lo tierra caliente y protectora!…
Cuánta paz!… El silencio luminoso
Lleno el espacio con su luz sonora!…
Y me enredan, me abrazan, me enloquecen.
Y me llaman con voces tentadoras.
Las ramas verdes, las espinas negras.
La música armoniosa
Del agua y de los pájaros unidos:
El perfume de Vida de las blancos corolas.
El olor de lo tierra húmeda y blanda
Que se abre, se corta, ondula o se desploma
Para estrecharme entre sus brazos negros
Y fundirme en su esencia milagrosa!…
Oh! Madre Tierra, fecundante y honda.
Matriz maravilloso de la Vida!
envuélveme en tus brazos, absórbeme en tu sombra!
Haz de mi, enlazada a tus entrañas
Por raíces tenaces, vigorosas,
Un árbol prodigioso por lo humano;
Un árbol secular de tiernas hojas.
De una perenne juventud vestido
Por sus dulces corolas.
Y que abrigue en sus ramas paternales
Los nidos de las aves armoniosas!…
Oh! Madre Tierra, entre tus brazos negros.
Está la paz suprema y bienhechora!…
Yo soy un árbol
Yo soy un árbol de una estirpe extraña
A la tierra sujeto fuertemente
Por las hondas raíces de mis muertos…
Del fondo de los siglos a mi llega
La savia fecundante y misteriosa
De mis instintos ancestrales
A través de millares y millares
De generaciones desaparecidas.
Y asciende por mi tallo
Cada vez más arriba
Hasta llegar al Infinito
En una flor suprema
Que nadie ha visto aún…
Chupan del suelo extraños atavismos
Mis seculares raíces poderosas.
Y mi copa magnifica sacude
En los aires
La verde músico del pensamiento
Chupan del suelo instintos ancestrales
Mis muertos para mí desconocidos,
Y forman en la tierra una red apretada
De sensaciones, de egoísmos.
Y de tendencias indescifrables …
Pero cuanto más hondo
En el humus fecundo de la tierra
Hundo mis trágicas raíces.
Mas alto sube el pensamiento mío
En ansias de Ideal…
Yo soy un árbol de una estirpe extraña…
Pero a veces la savia descendente
Vuelve a la tierra hacia los muertos míos;
Y por abismos en el alma abiertos
Yo miro bifurcarse indefinidamente
Mi personalidad…
Y bajo hasta lo hondo de la tierra
Sintiendo palpitar en mis entrañas
Las almas misteriosas de mis muertos.
Oh! la vida profunda, los tesoros ocultos.
Todo ese mundo negro de la sombra
Hasta donde yo bajo en mi conciencia
Por las hondas quebradas de mí misma!
Ah! cómo siento entonces la fuerza incontrastable
Del pasado,
Y cómo tiran hacia abajo, cómo atraen
Las voces de los miles de individuos
Que culminan en mil…
Yo los siento rebullir, todos míos.
Dentro de mi; pueblo inmenso.
Desconocido, fuerte, en donde asiento
Mi conciencia de un día;
En tanto que la fuerza de la savia
Tira hacia arriba en ascendente anhelo
Para dar flor suprema de Idealismos
En una venidera Humanidad…
Yo soy un árbol de una estirpe extraña
Que sobre el mundo extiende
La maravilla verde de su copa
Pensante y armoniosa.
Mientras hunde en la tierra
La red inextricable de sus muertos…
Yo soy un árbol de una estirpe extraña…
Inquietud
Ah! la inquietud constante de mi alma
En perpetuo buscarse en ella misma!
Sentirse y no sentirse: estar.
Y no encontrarse, en un tormento
De cada instante, y todos los instantes!…
La búsqueda angustiosa
Del propio ser que en nuestro ser se esconde
Por debajo la herencia, el hábito, el prejuicio.
Y todos los abismos del pasado
Que en la conciencia se abren!…
Comprenderse capaz de inmensas cosas
Con poderse decir: “Esta soy yo!”…
Saber que hay una perla iridiscente
En el fondo más hondo de uno mismo.
Y perderse año a año sin hallarla
En este inmenso océano del yo!…
Preguntarse angustiado en qué momento
Es nuestro propio corazón que late:
Cuándo soy yo que le hablo y que le río;
Cuándo resbalan por mi rostro
Lágrimas mías, jugo de mí misma:
Y cuándo son tristezas ancestrales,
Y cuándo son las voces de los muertos
Que desde el fondo de los siglos hablan!…
Ah! la conquista lenta y dolorosa
De nuestro propio yo!… Tortura inagotable
Que renace día a dio. y se complica
Con el dolor de un Imposible nuevo
En una angustia promesa!…
Sentir que desde el fondo de la Vida
Alguien quiere vivir, y que se ahoga;
Que hay un ser que nos llama
Desesperadamente en la conciencia;
Alguien que grita dolorosamente:
Libértame de ti!…
Hazme a la luz divina
De la existencia libre; quita la lápida.
La funeraria y plúmbea losa del prejuicio
Que pesa sobre mi, con todo el peso
Del error, de la falsa certidumbre.
De la ilusión, del espejismo diario!…
Soy yo!… Soy yo!… Soy tu olma verdadera
Que quiere ser, y que a la vida tiende
Con la fuerza suprema de la Vida!…
Dame luz, dame aire, dame espacio:
Ah! déjame vivir!…
Sentir la voz torturadora
Siempre, siempre en mi misma,
Y no saber de qué lugar profundo
De mi naturaleza llama
Desesperadamente, eternamente.
La voz de mi conciencia verdadera!…
¡Vivir, vivir en la verdad!…
Yo quiero Libertarte, alma mía, de mi misma.
Y no sé dónde estás!…
¿Dónde le escondes.
Prisionera divina y dolorosa?
Habla más recio, que te sienta fuerte
A través de la herencia y la costumbre;
Yo te tiendo mis brazos, alma mía:
Ah! poderte encontrar…
Ser al fin Yo!…
Encrucijada
La dura encrucijada. Y el temor angustioso
de equivocar la ruta. Noche. Y dentro de nosotros
oscuridad. No bastan a guiarnos,
ni la ansiedad por una clara meta,
ni afilados puñales de tortura,
nuestros ojos.
La dura encrucijada. Ni brújula, ni estrella.
La sombra, espesa más y más…
Náufragos ya en la ciega pesadumbre,
con un cerrar más hondo de pupilas,
sobre el negro tapete de la vida,
jugamos el destino a una carta de azar…
Miedo
Nell mezzo del cammin de nostra vita
Mi ritrovai ¡n una selva oscura.
(Dante — L’Inferno)
Más lejos coda vez… Y cada vez más sola
En lo selva pavorosa de mi yo…
Cómo rugen las fieras desoladas.
De mis pasiones ancestrales;
Y se agrandan los limites.
Y lo luz del comino es más lejana…
Cuántos ecos que acrece la distancia.
Cuántas sombras movibles, y reflejos.
Y enormes piedras que vigilan
A la entrada de innumerables cavernas!…
Y ni una luz… Y lodo
Misterio que me acecha y me circunda;
Y no sé a dónde voy… Y nadie me responde
En esta noche inmensa y resonante
Poblada de fantasmas y de miedos!…
Más sola cada vez… Y más lejos de todo!…
Ah!… qué abismos me esperan:
En qué horror de vacío
Terminará por fin mi marcha lenta
O presurosa; hecha de saltos bruscos
Y de bruscos cansancios:
A tientas siempre, y con una ansia ardiente
De claridad… Oh! cuándo, cuándo
Verán la luz mis pobres ojos ciegos.
Y podrán reposar sobre la arena
Blanda de los caminos
Mis plantas destrozadas y sangrantes;
Cuándo, en el agua clara de la fuente
Sumergiré mis manos doloridas.
Y habrá un dulce licor de uvas maduras
Para mis labios secos:
Y un gran silencio claro de mediodía.
Toda me envolverá como un regazo.
Y acallará los roncos gemidos de la selva
Que me persiguen con su horror.
Oh! cuándo, cuándo será la Aurora luminosa
Para esta noche interminable de mi alma!…
Me he asomado al abismo de mi alma
Me he asomado al abismo de mi alma
Y me he sentido vacilar…
He intentado mirar hasta su fondo
Y he sentido que el vértigo esta ahí…
¿ Quién soy?… ¿ quién soy?…
¿Qué fuerzas me gobiernan
Que no sé comprender?…
¿Qué alma extraña a la mía
Es quien me empuja
Hacia el bien y hacia el mal ?…
— Extraña carcajada me responde
Desde el fondo más hondo de mi misma
Cuando creo ser yo quien me dirijo
En el vasto océano del vivir!…
¿Quién me dicta las voces apacibles
De mis versos serenos ;
Quién pone una tortura inconfesada
En mi inquietud secreta: a quién.
A qué ser misterioso y sarcástico obedezco
Sin saber si soy yo o si no soy yo?…
En dónde está mi voluntad?… ¿Existe?…
Ah! mísero
Grano de polvo en torbellino eterno
Arrastrado por fuerzas extrahumanas,
A dónde vas?… ¿Acaso
En tu ilusoria libertad, comprendes
Que le llevan a un mundo misterioso
Las fuerzas ancestrales que en ti rugen
Con voces primordiales?…
¿A dónde voy?… ¿Qué quiero?… ¿Quién me empuja
Desde el abismo negro de mi alma.
Extraña sima que me atrae.
O violento huracán que me sacude
Sin preguntar mi voluntad?…
Fuerzas incontrastables me levantan
Hacia una aspiración indefinible;
Yo me siento fatal como los astros
Encadenados a una ley ignota;
Sigo mi trayectoria ineludible
Más allá de la Vida y por la Vida.
Agitando mis manos a las cosas
con un supremo esfuerzo.
Con un adiós desgarrador sobre los labios…
Ah! poder detenerme un sólo instante.
Asirme a todo lo que pasa
Junto a mi. y que se queda;
Arrancarme el Destino, al Tiempo y al Espacio…
Yo voy mis lejos que los hombres: siento
Un destino fatal que me domina;
Estoy lejos de todos y de todo.
A dónde voy?… ¿a dónde voy?
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