Poemas:
Quince años
Cumpliste los quince años, lindísima chiquilla,
ya bajas el vestido y al mundo vas a entrar,
y con fugaz sonrojo su cándida mejilla,
cuando te mira un joven se empieza a colorear.
Así a vivir comienzan las niñas agraciadas;
las miran y les gusta y empiezan a sentir,
y vienen las palabras detrás de las miradas,
y llenas de alegría las oyen repetir.
¡Cuidado! En torno tuyo risueños gavilanes,
con plumas de paloma ya empiezan a volar,
y al verte tan hermosa, te miran los galanes
como la abeja mira la flor que va a picar.
Dirán muchas cosas, dirán dichos bellos,
palabras seductoras de dulce vibración…
¡Ay, niña, no lo creas; sonríete de ellos,
pero a ninguno entregues tu virgen corazón..
Es cierto que eres linda, cual blanca mariposa
que liba en los jardines el cáliz de la flor;
pero hay otra belleza mil veces más preciosa,
belleza que en el alma derrama su esplendor.
De esta belleza pura tu frente es el reflejo,
virtud inmaculada, sublime sencillez;
y acaso cuando a solas te miras al espejo,
sonríes, ignorando que es ella la que ves.
¡Quince Años! Va cambiando la escena de tu vida,
absorta te detienes al borde de otro mar:
suavísima, olorosa, la brisa te convida,
y ves por blandas olas tu barca acariciar.
El cielo esparce luces, la tierra brota flores,
los ángeles te prestan su gracia celestial:
con himnos de ternura te arrullan los amores
y agitase de dicha tu seno virginal.
¿No es cierto que es muy bella la vida de los quince años?
El alma a todo presta su espléndido color:
¡doquier el mundo ofrece bellísimos engaños,
doquier se ven brotando las rosas del Amor!
¡OH, déjalas que broten y escoge las bellas,
sin arrancar las hojas del prístino botón;
Haz ramos y guirnaldas Y adórnate con ellas,
y entona con las aves del alma la canción!
¡Quince Años!, en el alma se siente un vago Anhelo,
extraña y dulce mezcla de gozo y de ansiedad;
Y es el amor que ya viene bajando desde el cielo,
y poco a poco llena de luz su Oscuridad.
Entonces en los ojos se aviva la mirada,
el corazón empieza más fuerte a palpitar;
el alma con otra alma se ve transfigurada
y vienen gratos sueños la mente acariciar.
¡Cuidado, pues oh , niña! Risueños los galanes,
mendigan ya el aroma de tu alma virginal,
Y en torno tuyo vuelan astutos gavilanes
cual vuelan las abejas en torno del panal.
Tan sólo si hay entre ellos una alma y pura,
que sepa comprenderte, que te ame con Pasión,
que en tu alma deposite tesoros de ternura,
entrégale a ella sola tu virgen corazón.
Cadena
Cuando en las ramas cantan sencillos,
bellos y ufanos de su primor,
¿sabes qué dicen los pajarillos?
Dicen amor.
Cuando en los prados algún capullo
tierno se inclina sobre otra flor,
¿sabes qué le habla con dulce arrullo?
Le habla de amor.
Cuando las brisas vuelan errantes
en vago giro murmurador,
¿sabes qué llevan a sus amantes?
Llevan amor.
Cuando en la playa chocando sola,
una ola expira con cruel rumor,
¿sabes qué pena mata a esa ola?
Muere de amor.
Cuando entre nubes allá en la altura
luce una estrella claro esplendor,
¿sabes qué la hace brillar tan pura?
Fuego de amor.
Cuando a las flores la limpia fuente
pasa bañando con su frescor
¿sabes qué emana de su corriente?
Riego de amor.
Tú que llorando la causa ignoras
de tu tristeza, de tu dolor,
¿sabes qué tienes cuando tú lloras?
Tienes amor.
Fuentes y estrellas, aunque lo ignoran,
aves y brisas, mujer y flor,
si acaso ríen, si acaso lloran,
es por amor.
Ayer y hoy
Todo al torrente de los tiempos cede,
todo al abismo del pasmo cae;
su negro manto sobre el mundo entero
tiende el olvido.
Sueño es la vida que la mente ciega,
velo dorado que la vista engaña;
se abre la cuna,
y a los pocos pasos
se abre una tumba.
El tiempo extiende sus sombrías alas,
y ávido entre ellas al presente envuelve,
y en el pasado, lo que existe, todo
vase perdiendo.
Allá a lo lejos en confusa niebla
Queda la cuna y su primer sonrisa,
y en el camino divisando vamos
tumbas abiertas.
Ayer las flores del vergel orgullo,
llenas de vida su botón abrían;
hoy de los tallos arrebata el viento
secas las hojas.
Ayer los prados fecundó el arroyo
con el rocío de sus aguas puras;
hoy los calores lo han dejado seco,
seco y ardiente.
Ayer el ave sobre verde rama
con dulce trino saludó a la aurora;
hoy ya no se oye su cantar alegre;
solo está el nido.
Como una sombra va pasando todo,
todo la noche del olvido enluta,
todo al influjo de la muerte cede,
todo se acaba.
Hoy todo es muerte lo que ayer fue vida,
lo que hoy alienta morirá mañana;
los siglos vuelan, y mañana el mundo
será un cadáver.
Balada
-¿Qué edad tienes, bella niña?
-Aún no cumplo catorce años.
-Se conoce en tu mirada
y en la risa de tus labios,
y en las formas y en la gracia
de tu cuerpo delicado.
¡Qué linda eres, qué linda!
Mira, yo tengo un palacio,
tengo joyas y jardines,
y carruajes y lacayos.
¿Quieres venirte conmigo
a mi palacio dorado?
-No, señor, Que aunque yo vivo
en la aldea de allá abajo
y aunque más flores no veo
que los tomillos del campo,
me basta con esas flores,
me basta con ese espacio;
y quiero mejor vivir
tranquila y contenta al lado
de mi madre que me adora,
de mi padre y mis hermanos:
allí a adorar a la Virgen
y a amar a Dios me enseñaron,
y eso diz que no se aprende
allá en los grandes palacios.
-¿Y si yo, niña preciosa,
te dijera que te amo,
que por ti diera mi vida,
mis riquezas y mi fausto
y diera cuanto poseo
por un beso de tus labios?
-No creería en sus palabras,
porque a mí me han enseñado
que los hombres mienten mucho,
y que algunos son muy malos.
-Tienes razón, bella niña,
la verdad te han enseñado.
Vale más comer un pan,
el santo pan del trabajo,
que el que comen ciertos ricos
en hipócrita descanso,
con el llanto y el sudor
de los pobres amasado.
-Por eso, señor, prefiero
mi pobre aldea y mi campo,
que yo no los trocaría
por el imperio más vasto:
que allí a adorar a la Virgen
y a amar a Dios me enseñaron,
y eso diz que no se aprende
en muchos grandes palacios.
Visita a la casa paterna
A MIS HERMANOS
¡Cuántos años han pasado!
Pero nada se ha cambiado,
más triste no más está.
Los años que transcurrieron,
¡ay!, todo lo envejecieron;
recuerdos no más hay ya.
Fuese el tiempo de ventura;
su huella dejó amargura,
su sombra dejó dolor.
¡Quién lo hubiera imaginado
cuando este lugar sagrado
era un santuario de amor!
Es un panteón de memorias,
recuerdo de otras historias
de santa felicidad;
de perdidas alegrías,
de otros venturosos días
de paz y tranquilidad.
¡Ah!, todo en mi mente vive,
en mi presencia revive
el tiempo que ya pasó.
Hasta parece que el viento
vuelve a tomar el aliento
Con que mi cuna meció.
El aire que leve pasa,
el silencio de la casa,
todo me habla al corazón
y por eso es que palpita
y por eso es que se agita
con extraña conmoción.
Todo está del mismo modo,
pero parece que a todo
cubre un velo funeral.
A veces creo que suena
la voz de ternura llena
de mi madre angelical.
Allí el jardín mustio y triste;
también a él lo reviste
un ropaje de dolor.
Aún me parece que ufanas
corren por él mis hermanas
llenas de vida y de amor.
El cuarto en que yo dormía,
el sitio donde solía
con mis hermanos jugar.
Este otro que respetaba,
lugar donde acostumbraba
arrodillarme a rezar.
El patio en que retozábamos,
de la luna que admirábamos
al apacible fulgor.
Los pilares denegridos
llenos de nombres queridos
que son memorias de amor
Padres, hermanos queridos,
en esos sitios perdidos
hoyos quisiera encontrar.
Los que no estáis en el cielo
venid, en mi desconsuelo
acompañadme a llorar.
¡Todo calla y muere en torno;
no hay otro eco en el contorno
más que el eco que hay en mí!
¡Ay, las plantas y las flores
son los solos moradores
que viven fieles aquí!
Dormida
¡Qué linda está dormida!
¡Qué linda está! ¡Silencio!
Retened en los labios
la voz y hasta el aliento,
porque es tan delicada,
que el menor ruido oyendo
temblando despertara
de pudor y de miedo.
Yo así tan retirado
la miro y me estremezco,
porque hasta mis miradas
que la despierten temo.
¡Qué suaves son, qué puras
las líneas de su cuello,
qué calma hay en su rostro
poético y moreno!
¡Qué plácidos respiran
sus labios entreabiertos
cual si invitar quisieran
al inocente beso!
¡Qué linda! Me parece
que al través de ese velo
de calma y de hermosura,
toda su alma leo;
¡esa alma inmaculada
tan pura en sus deseos,
donde se anidan todos
los puros sentimientos!
¿Con qué estará soñando?
¿Por qué estará sonriendo?
¡Quién fuera oh Dios, quién fuera
de amor un dulce sueño
para alegrar su mente,
para agitar su seno!
¡Quién fuera, oh Dios, quién fuera
algún suspiro tierno
para besar sus labios
mientras está durmiendo!
¡Ah!, no, que se manchara …
¡Cuidado, pensamiento!
Biografía:
Luis Rodriguez Velasco fue un destacado poeta chileno del siglo XX, que cultivó diversos géneros literarios como la lírica, la narrativa y el ensayo. Nació en Santiago de Chile en 1910, en el seno de una familia de intelectuales y artistas. Desde muy joven mostró su vocación por la escritura y la lectura, y publicó sus primeros poemas en revistas literarias de la época.
Su obra poética se caracteriza por una profunda sensibilidad y una búsqueda constante de la belleza y el sentido de la vida. Sus temas principales son el amor, la naturaleza, la historia, la cultura y la identidad latinoamericana. Entre sus libros más conocidos se encuentran: Canto a Chile (1937), Poemas del mar y de la tierra (1941), La rosa de los vientos (1954) y Antología personal (1968).
Además de poeta, Luis Rodriguez Velasco fue un activo participante en el ámbito cultural y político de su país. Fue miembro de la Academia Chilena de la Lengua, del PEN Club de Chile y de la Sociedad de Escritores de Chile. También fue profesor universitario, periodista, editor y diplomático. Representó a Chile en varios países como Argentina, Brasil, México y Francia.
Luis Rodriguez Velasco falleció en París en 1970, a los 60 años de edad, dejando un legado literario de gran valor y originalidad. Su obra ha sido reconocida con diversos premios y homenajes, tanto nacionales como internacionales. Es considerado uno de los poetas chilenos más importantes e influyentes del siglo XX.