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Luis Bravo

Foto de Daria Kraplak en Unsplash

Poemas:

Zumo negro

El saco negro, el alma negra, la negra luz
—soy invisible bajo el arco gótico de las puertas—
el saco negro, el alma negra, la negra luz.
No es tu ausencia sino la mía de mí.

Estoy al borde de un vaso negro
muerto por ahogarme en tu sombra.
Alguien, parecido a mí,
bebe mi negra sangre negra.
Y yo me dejo caer en los jugos de su universo.

El saco negro, el alma negra, la negra luz.

Soñé que el agua rodeaba mi cuerpo desnudo.
Al despertar alguien se había bebido
el canto de los pájaros.

Estoy tranquilo como el líquido en las bandejas de revelado,
estoy en negativo
estoy al trasluz del escenario.
Detrás del espejo de esta cara muerdo
muerdo la negra melena del corazón
hundido detrás del pecho

la sangre negra, la negra luz.

Tu rastro un trasto desprendido del túnel del bolsillo
del saco negro colgado en el pestillo de la puerta como
un enano ahorcado.

Aquí tienes mi presencia en blanco radiante
—el saco negro, la negra luz—
aquí tienes mi presencia bajo un foco de luz negra, aquí
tienes mi presencia, allí la holografía de ese cuerpo
dibujado por los cabellos de la luz.

Canta a todo volumen el alma en cuerpo ajeno
canta mientras bebe, borracha,
un largo vaso transparente de zumo negro.

SIGNOS DEL ÁRBOL SIDERAL

Hay una luna de papel en este poema,
seguimos sus instrucciones al pie de la letra:
la vamos a inscribir hasta saciar la sed
de sus pozos secos.

La sombra del árbol sideral es lumínica alegoría
y siempre llueven astros cuando estoy por parir
tales o cuales cuervos.

Las últimas cartas carecen de entusiasmo.
No mueve montañas la fe, ni porta perlas
incandescentes al brillo de antaño.

¿Bebías la otra noche las flores del jardín
del cielo y caían estrellas marchitas a tu alrededor?

Los cimientos del cielo son nubes negras
armadas por un rayo que te parte el ojo
a ambos lados de la línea fronteriza.

Cuando la sangre del río corra como serpiente
te llevaré chocolates y guardaré tus cenizas
en los sueños.

Ahora que la humedad roe fotos y relojes
estás aquí en medio de la ruta, a la espera
de un viento que te lleve en carroza por
la vía láctea, tú, niño enamorado del misterio.

Tenía que elegir entre dos muertes y me entretuve
jugando a los naipes en silencio.

SE MUEVEN EN SU SITIO II

como se van moviendo las hojas en su sitio
L. Ortiz

Y como se están moviendo
las hojas en las hojas del libro de Juanele
los limbos del árbol de la muerte

“y todas las agujas todas”
del viejo reloj de Marina, poeta rusa
que en carta a su Rilke ensueña parajes
“sólo tuyos contigo”

y cómo guerrea el zar del azar
el oro de los naipes
el ejército de signos
sobre la mesa de la historia

y cómo el cielo del espíritu
—los dioses de montaña
el eje de la Tierra—
en su sitio danzan
covalentes los átomos
del sonoro corazón

y hasta el núcleo
del presente de los tiempos
y lo que dice el mapa
de las líneas de la mano

ah, cómo se están moviendo estas palabras
que en su sitio esgrimidas
de izquierda a derecha o al revés
igualmente de iglú igualitas
allí donde las dices
allí donde las oyes
allí donde las ves

cómo de tan quietas
no cesan de moverse
cada vez que las lees
una y otra vez.

NOTAS DEL PEREGRINO (ADENDA)

En la esquina del otoño
el árbol de hojas marchitas, marrones, amarilla
tapiza el corazón.

En la penumbra
en el mediodía asombrad
en la flor que al atardecer perfuma
algo en vislumbre se abrió.

Larguísimo el camino recorrido
la pulpa roja de su fruto esmeraldino
me alimentó

—Hoy es siempre todavía— dijo el poeta peregrino.

—Fruto de amor en otoño— asentí.

Caminé el bosque, la tundra, el desierto febril
cerca y lejos anduve hasta este cruce de caminos.

Aquí la noche del pantano congela los sueños de gris.

Lluvia por los cuatro costados
granate como el ceibo el paraguas quebró sus tallos.
Hasta los huesos puse a secar.

Renace la alegría de la flor silvestre.

El oro imposible de los patos
se alinea en aguda victoriosa V,
graznidos del encordado celeste.

Jamás el trillo de las estaciones es cíclico
la espiral abierta sorprende siempre,
y sólo hay final si te detienes.

ORACIÓN DEL BARDO

Y si al caer el día sientes la arena del reloj
en vano discurrir durante incontables siglos
y nadie responde a tu presagio alrededor
no creas que la verdad hoy te ha vencido
ni dejes el ánima penar en sombras.

Con pasión te diste, mas ¡ea! está próxima la batalla:
honra a los tuyos y mira cierto; reúne las huestes
del amor cultivado y no olvides regar, una vez más,
esos tallos que se anuncian floridos.

Así como quien de tal o cual ciudad supo ser digno,
sé valiente, acércate al difícil espejo, espejismo;
es sólo un sueño lo que dejas, y es pobre
la vida que nada ha soñado ni perdido.

¿oyes el son de los pájaros esta mañana?
¿te hace feliz la polifonía de sus dones?
A la vera del alma enciende la hoguera del tiempo
abraza el milagro de los que siempre has querido.

Al regreso, no olvides seguir el verso que ayer
—hace innumerables años— trazaste apenas: destello
de larvas junto al río, canoíta, lápiz rojo, dedos niños.

Verás que nada es distinto, aunque ya todo es olvido.
Aun así, el dulce vino del corazón derrama sonidos
cuando las aladas voces hablan secretos al oído.

Y si al caer la noche aún discurres en la arena del reloj
no creas que la verdad hoy te ha vencido ni olvides
regar, una vez más, esos tallos que se anuncian floridos.

Arte de ir

entre las capas de lo uno y de lo otro
escrito el animal de cabo a rabo
donde un cierto espesor de raíz
mueve el pie de la letra

¿podrá un número de metáforas
demográficamente creciente
de lo que vale al vuelo hablar?

(suficiente, hay que elegir lo suficiente)

¿y yo qué haré, y tú que harás, qué haremos
los pésimos para los negocios?

¿y el corazón de aquello a lo que el arte
da forma, a brillar vendrá?

¡ah, es tan bello ser parte del ciego azar!

Dije “vendrá” mas “ir” decir debiera
en infinitivo y con movimiento: arte de ir
saliéndome de aquí, allá y acullá.

Biografía:

Luis Bravo, nacido en Montevideo el 5 de julio de 1957, es uno de esos poetas que, con su pluma y su voz, ha sabido trazar un recorrido único en la poesía latinoamericana contemporánea. Como poeta, crítico literario, performer y profesor, su obra vibra entre lo escrito y lo oral, lo tangible y lo efímero. Miembro destacado de la llamada Generación del 80, Bravo se ha convertido en una figura clave para entender las nuevas vanguardias que se gestaron en Uruguay al final de la dictadura y el resurgimiento de una poesía desafiante.

Formado en el Instituto de Profesores Artigas, donde más tarde se desempeñó como docente, Bravo pronto dejó su huella en la escena poética de su país. A inicios de los años 80, fundó el «Grupo Uno», un colectivo de jóvenes poetas que, influenciados por la contracultura de los años 70 y el concretismo brasileño, rompieron con las formas tradicionales de la poesía, fusionando el lenguaje con el cuerpo y la voz. Sus primeras performances fueron reflejo de esa energía renovadora, siendo una de las más memorables la que realizó en el Teatro del Anglo en 1985, durante el Festival de Poesía que él mismo organizó.

A lo largo de los años, Bravo ha mantenido una relación estrecha con la palabra, no solo como poeta, sino también como crítico literario en medios como Brecha, El País Cultural y La República. Su escritura reflexiva, siempre al borde de lo experimental, ha sido reconocida en diversos países, participando en festivales internacionales y siendo traducida a múltiples idiomas. En sus textos resuena un profundo compromiso con la literatura, como lo evidencian sus numerosos ensayos y estudios sobre autores y movimientos literarios iberoamericanos.

La obra de Luis Bravo abarca tanto la poesía escrita como la oral. Poemarios como Puesto encima el corazón en llamas o Liquen evidencian su exploración por el lirismo más intenso y visual, mientras que propuestas como Árbol Veloz (una obra multimedia que combina libro, casete y CD) confirman su interés por diluir las fronteras entre las artes. En el ámbito de la crítica y el ensayo, títulos como Escrituras visionarias o Voz y palabra muestran su capacidad para entrelazar la historia poética con un enfoque crítico riguroso y apasionado.

Bravo es, sin duda, un poeta que ha sabido hacer de la voz su principal herramienta creativa. Su constante búsqueda por la renovación poética, su mirada visionaria y su compromiso con la literatura como forma de resistencia cultural lo sitúan como uno de los referentes imprescindibles de la poesía uruguaya y latinoamericana.

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