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Lourdes Rensoli Laliga

Poeta cubana Lourdes Rensoli Laliga

Poemas:

El mensaje

Pero para obtenerlo, contenderás conmigo
hasta el albor del mundo transmutante,
te reconocerás como enemigo
de toda decisión pura y constante,

podrá la vida derramar su sombra
en la antigua impresión de la conciencia,
en las simas del ser, que nadie nombra,
donde se cumple toda penitencia,

y al cabo de este ciclo, volveremos
a danzar sin saber qué nos envía,
a convertirnos en sus emisarios,

en armónicos signos, en extremos
de una potencia fúlgida o sombría,
en sus entrañas mismas: sus contrarios.

Augurio

Pasará mucho tiempo y un día será tarde
y el saber habrá entrado en tu sonrisa,
hoy derroche de música.
Entenderás entonces la clave de los siglos,
el polvo al que tornaron esas frentes
alguna vez alzadas hacia el cielo,
ése que se vislumbra en tus pupilas,
ése que ha de servirte de lecho y sepultura,
creado a tu medida y a tu raro equilibrio,
logrado por un pacto de rescoldo y luciérnaga
jugando al fuego fatuo.

Historia de una flor

Nació un día, entre tréboles y cardos
para alegrar al sol con sus colores,
pero no podía verlo: las ramas de los árboles
impedían el paso de la luz.

Pasó años oculta, en lo profundo
de un bosque donde nunca
traspasaron los rayos benéficos
el tejido frondoso de las copas,
y la flor aguardaba: no quería,
no podía agostarse, morir, sin recibir
el dorado fulgor de la mañana.

Os invito a buscarla, a preguntarle
cómo logró sobrevivir al húmedo
deslizarse de insectos, hongos y caracoles,
qué bendición acompañó sus hojas
y protegió sus pétalos
pues tal vez el secreto de la paciente flor
consiga transformar
en aroma y matices delicados
nuestras pequeñas muertes.

Venus en casa doce

Y Rhea, domeñada por Cronos, parió una
ilustre raza: Istia, Démeter
Hesíodo

La guerra es reina y madre de todas las cosas
Heráclito de Efeso

I
Juventud oscilante entre dos llamas,
rutilante en sus tonos de secreto,
presurosa,
expectante,
cálidamente larga, replegada.
Pupilas de verano sin prodigar medida,
ni pétalos marchitos,
germinan las dos rosas,
crece el ámbito
y triunfa el arco iris.

II
Vuelco de media vida,
De senda claroscuro
Sin pérdida, sin yerro, sin guías ni acertijos de la esfinge.
Brota la interrogante de la tierra,
Magna Mater del alba y del insecto
Alado por un sueño sigiloso en sus nupcias
(que son sólo remedos de los ritos humanos).
Sus pechos alimentan mis sentidos
En un día de siempre.

III
Hálito de la lluvia,
ceniza desleída en mi costado,
futuro pernoctar en el silencio
sin un adiós cortés a la armonía.
Guerra de los milagros,
turbia guerra del tiempo,
abrigo de la mar, para la noche,
elegía a lo vacuo,
a las cosas carentes de sentido
burlonas como espejos paralelos.
El murciélago invita,
su silbido tremola, tímido y engañoso,
con falsa indecisión: es hoy su fiesta.
Allá lejos, al fondo de las grutas
que todos frecuentamos a sabiendas,
prepara su sorpresa el hierofante:
Magna Mater de un siglo que desdeña la fábula
vela por su epitafio.

IV
La ventana, el caballo que a lo lejos se esfuma,
peligro aterrador por presentido,
colma la enredadera de jazmines,
llega hasta la labor abandonada
sobre el diván de raso,
hasta el tapiz, a medias perfilado
que representa el bosque
en cuyo centro irguiera, temerosa, la fuente
su surtidor de oro.
Como fantasma astuto, el perdiguero,
como ofrenda, la liebre,
como aviso, el león, y en la espesura,
la doncella, que ofrece su regazo
cubierto por su propia cabellera
y el cuerno de marfil, sólo entrevisto:
áurea reminiscencia de un tiempo prisionero
por los hilos de plata del bordado que nace.

V
Contienda misteriosa
por plasmar un futuro tejido por los dioses
desde su afán primero
cuando lentos, seguros
tramaron la absorción definitiva
esa que tornaría los diamantes
en cántaros de plomo.
Impares los recuerdos,
impar la madreperla,
impares las misivas, los puñales,
impar el converger, el crepitar de Urano,
impar el decursar, el tintineo monótono,
impar el estertor y la agonía.
Par tan sólo el pasado del crepúsculo
que corona la frente de la diosa locura.

VI
Otra vez Magna Mater
dirige sabiamente la cosecha
(el juego del otoño).
Hoy, que vuelan los tréboles,
que el bosque se prepara,
no es prudente olvidar que perseguimos
alguna vez al zorro plateado
que al ventear las redes se esfumara
dejando en derredor un halo tenue,
como de luz de luna,
como de risa hiriente, nacida del anhelo.

VII
Mucho antes de la era del recuerdo
cuentan que hubo un castillo
rodante sobre un lago de cambiantes colores,
bajo un cielo cercano a sus agujas
prestas a desafiar a las estrellas
y en el jardín de hielos y abetos escarchados
danzaban hasta el alba las vestales.
Aun en nuestros días pueden verse sus nombres
en los rostros grabados en los árboles,
guardianes silenciosos de la antigua caverna,
tumba de los druidas.

VIII
Y todo ardiendo, ardiendo,
furia que se consagra a la belleza,
bruma rota en su origen
calcinando a los lánguidos, los tibios,
pobres maledicientes
conformes con un soplo de afán sin agonía,
relegado a los sueños
o al suceder diario del morir sin angustia
(ese polvo que cubre la conciencia
hambrienta de ceniza).
Destilar del fluido,
el vaho vegetal ,
el humus precursor de los aromas,
el áloe y el almizcle,
y el fuego, reducido al pebetero
alienta eternamente, sin consumir la zarza.

IX
Rojo de la caléndula, reflejado en las nubes temerosas,
estela del que pasa
y precipita en sí todos los gritos
de sus jóvenes víctimas
a pesar suyo, ilesas.

X
Ven, te aguardan las calles desiertas, sin rumor de ventanas,
sin gargantas resecas, anhelantes:
el vino de este día se sirve en una copa de amapola
cubierta por el palio de su templo: la suerte.

XI
No olvides que he pisado los caminos
de la ciudad agónica,
de la ciudad durmiente,
de la ciudad desnuda hasta los huesos,
sin oropel del día,
mientras tú suplicabas a mi puerta
un trozo de memoria con qué llenar tu ocaso
de promesas ocultas.

XII
Sé que te has preparado para el viaje de siempre:
guarnecidos los brazos de rocío,
en las sienes, polvillo de alas de mariposa.
Por mi parte, pretendo conducir nuestros pasos
hacia la cuarta esfera, donde Pan, presuroso,
destruye los letargos en su isla
con su amuleto verde, exuberante, fúlgido
que irónico y mordaz, te precipita
en guerra contra el tiempo.

XIII
Des viento y la montaña fue engendrado el deseo
Y descendió a los valles donde moran los hombres
Para crear discordia, confusión, desatino,
insomnio de las huestes otrora consagradas a la siembra,
divididas en canto y acechanza,
en estertor y pira,
que una vez cada era
–estéril lenitivo—
revela a los mortales su extinción ilusoria.

XIV
Heraldo de la muerte ajena al sueño:
soy víctima funesta.
Mi ser es inmortal y tu atentado
una parte del rito que renueva
la estirpe de los héroes.
Soy la matriz del orbe, soy el todo.
Creyendo destruirme, renovarás un orden
en su justa medida.

Noche de abril-walpurgisnacht

Si de repente cambian estos rostros
sus tocados y ropas,
si de repente cambian,
qué sería de nosotros,
del límite seguro,
de la limosna que nos da la vida,
llamada por algunos “conciencia de la época”,
refugio del anhelo fracasado,
de la impotencia oculta
y del inconfesable aburrimiento
ante un falso destino
cuya máscara guarda algo intuído apenas:
la ruptura del tiempo imaginario

y bajo nuestros pies, esa caída
interminable en su creciente angustia,
llamada libertad; esa cadena
unida a la memoria; ese guijarro
que nos hiere la frente.

¿Con qué estrellas
habremos de vivir, si el nacimiento
no lo alumbró la luna? ¿con qué historia
podríamos luchar?
Pero ellos pasan,
su inconsciencia serena
los hace hijos del sueño.
No sospechan
cuántas veces cortaron sus cabellos
sobre el mismo camino.
Son culpables
tan sólo de olvidar. Así repiten
cada gesto de antaño:
ejercicios de guerra en la espesura,
ritos arcaicos en la Selva Negra,
duelos mortales en la misma puerta
de los templos cristianos. Florilegios.

El Castillo de Wartburg,
el dolor sin remedio entre sus muros,
simulado entre justas de versos y canciones.

Si cambiaran sus rostros sobre las togas negras,
¿volverían las llamas?
¿no tendrían piedad del hechicero?
¿oiríamos al menos las cadenas de música,
el Harmonicis Mundi?

¿Hasta cuándo aguardar por un milenio
que vive entre nosotros, escondido
bajo la incomprensible soledad del presente?

¿Resguarda la sentencia la Silla Peligrosa?
¿Convocarán a cortes o a certámenes
para llenar el sitio de los que perecieron?
¿Presidirán Institoris y Sprenger
las tinieblas de hoy?

Han bañado a la diosa. Los esclavos
han muerto ya. Preparan las hogueras
en las cimas del Harz.
Vuela el enigma.
Primera forma: quieres y no sabes.
Segunda forma: puedes y no quieres.
Tercera forma: sabes, pero callas.
Cuarta forma: sabrías y no puedes.

Y así, mil formas más, y cada una
lleva su propia marca, su martirio:
la bota o el sillón de las doncellas,
el potro o el sifón.
Quizás el lago
donde sólo perece el inocente
para quedar absuelto. Haber nacido
sigue siendo el delito más terrible.
Retornar a la tierra no es castigo,
tan sólo confusión, acto brotado
de las brumas del sueño.
Los viciosos
danzan hasta morir riendo, riendo
en medio de la peste que azota las ciudades,
al son del tamboril y la zampoña
que tocan los traidores.
Los tenderos
esgrimen el martillo
(¿el Herrero Armonioso, la terrible
Summis Desiderantis?).
……………………………………………..
¿Puede cumplirse alguna profecía
sin guerra, sin olores
de carne calcinada?

Los vagantes
aún se burlan de todo y tienen miedo
al cadalso, al in pace, a la epidemia
que no respeta sexos, edades ni costumbres
y beben sin clemencia de sí mismos,
con la conciencia lúcida, sabiendo
que serán delatados,
y la guardia real y el Santo Oficio
los llevarán, junto a pobres idiotas,
a ancianas aterradas
y a quienes no comprenden qué sucede,
a un nuevo auto de fe.
……………………………………………..
Piden colores, cintas para la primavera,
con las mismas palabras, quizás algo más duras y cerradas
(la duda es herejía: quede anónimo
tu Cautio Criminalis).

Algún feliz ladrón puso en tus manos
el libro más culpable de su época,
ese que pide opciones contra el odio y la envidia:
detener la tortura en sus inicios
para buscar su paje, su juglar o su clérigo,
quizás un caballero
que pernocte en la sierra o en el bosque.
…………………………………………….
Vitral y contrapunto: catapultas
emanan canto llano.
La abadía
exhibe sus reliquias
a los dioses paganos transmutados
en efigies del mal: ubique daemon.

Turbas de flagelantes desuellan sus anhelos,
tiñen de sangre el Harz. En cada piedra
esqueletos de niños, alimañas
de picos retorcidos, vírgenes torturadas,
leche agria.
Los caníbales
asaltan al viajero solitario,
devoran los insectos, las ratas, los cadáveres,
sepulturas violadas dan refugio al Milenio
que pasa derramando falsas dudas,
falso afán, falsas dichas y amenazas.

Ríe cuando confunde, cuando logra
retomar su papel de irremisible
poder de lo letal. Ellos lo creen
pero sólo un momento.
La memoria
calcina la ciudad: viene la Feria.
Deben engalanarse balcones y mercados.
Nadie sepa los Ritos de la Noche,
nadie traspase el arco, tras la Plaza.

El león velará junto al portón de hierro
y enmohecidos goznes.
Llamarán las campanas al Te Deum.
Habrá orden.
…………………………………………….
Si de repente cambian sus miradas,
si de repente cambian,
confundirán sus giros en la niebla,
retornarán Tristán y Palomides
a la Gozosa Guardia, donde el mundo
les dará de beber sus estertores
como filtro de amor.
Serán dichosos,
cada uno creerá tener a Iseo.
Proseguirán la danza y los avisos
en el Teatro Mágico.
Los juegos
trazarán su final.
…………………………………………….
MEUM EST PROPOSITUM / IN TABERNA MORI.
VINUM SIT OPPOSITUM / SICIENTIS ORI,
UT DICAM CUM VENERINT / ANGELORUM CHORI:
“DEUS SIT PROPICIUS / ISTI POTATORI!”

ENSOÑACION DIVINA DEL MILENIO,
GRACIAS A TI, POR DARNOS LA VENTURA
DE UNA ETERNA ESPERANZA
QUE NO DURARA MUCHO.
………………………………………..
Nos hemos visto antes.
Jugamos a ignorarlo.
Estuvimos aquí, quizás más lejos.
¿Recorrimos los claustros, los jardines?

Creo que he confundido mis recuerdos
y ya no sé quién soy.
¿Habla mi doble? ¿Viene
mi sombra a perturbarnos?

(Temen todos
intercambiar sus máscaras:
tendrían que decir si saben algo,
si han logrado hacer algo o han dormido
para esperar mejor).
………………………………………….
Sal conmigo a los bosques,
bailemos bajo el muérdago,
los elfos nada harán contra nosotros:
ignoran qué buscamos.
Comparten las primicias de sus huertos,
aguardan la Palabra, la Palabra escondida,
surgida de lo oscuro y revelada
en las huestes rebeldes,
lanzadas contra el amo del castillo
por el amor al Nombre, perpetuado
en la torres de piedra, en las campanas
que llaman cada tarde a despertar al íncubo
dormido en la laguna, y por desdicha
hace tiempo olvidado.

Todo vive y se mezcla. Cada instante
es mil años de afán y de continuo
retorno a los rumores.

Sus caos se agigantan, cobran forma,
la regalan burlones y perecen.
Ellos son los retablos, donde burgomaestres y letrados
nos miran de reojo, con paciencia y un toque
de piadosa ironía.
……………………………………………
Predica sobre el viento, su dulzura,
su poder sobre el alma. No habrá nadie
que no quiera creerte. Tus dos vidas
serán una y la misma, y aun otras
encontrarás en ti.

Wotan y Fricka quieren otra imagen
de su propia creación. Con tus palabras
formarán una hilera de espejismos
intensamente reales.
Invoquemos
a los dioses antiguos.
Ofrezcamos
sangre y verdor, colmemos sus altares de colores,
tal vez apacigüemos el susurro
de sus terribles sueños y permitan
que todo continúe como siempre,
bajo el poder benévolo de los cinco sentidos.

El resto
es ajeno al discurso y a la obra
de la contemplación, la más terrible
tentación del espíritu
(¿o acaso
es la madre del mito, ese culpable
que debe custodiar nuestro silencio
y refugiarse en las tranquilas fuentes
donde niños y ancianos combaten su tristeza?).

¿No más mitologías? Esperemos
el despertar del ángulo
oculto del océano.
¿Qué prisa
podría trastornarnos?
No es posible
enloquecer dos gotas, ni obligarlas
a correr hacia él.
La diferencia
vive entre la doctrina y la Persona.
Yo soy. Mi Verbo es. Y las verdades
coesxisten sin temor.
No les importa
El SEÑOR QUE NO CUMPLE. El Veneficius
es otra dimensión.
Ninguna plaga
devastará la Tierra. Quedaremos
para contar la historia de estos rostros
que han redimido el tiempo.

Biografía:

Lourdes Rensoli Laliga. Escritora cubana (La Habana, 1952). Estudió filosofía hispánica y se especializó en literatura medieval española y en historia de la filosofía. Fue profesora de esta última materia en la Universidad de La Habana y profesora invitada en la Universidad de Leipzig y en la Gottfried Wilhelm Leibniz Gesellschaft de Hannover. Ganó 2 veces el Premio Nacional de la Crítica Literaria en Cuba con trabajos sobre la relación entre filosofía y poesía en Goethe y en José Lezama Lima. Ha publicado los poemarios Calenda del mes frío, Júpiter ante el pararrayos y la antología Con pétalos de rosa en mi garganta, numerosos libros sobre filosofía moderna y antologías de historia de la filosofía, así como artículos en libros colectivos y en revistas de España, Cuba, Colombia, México, Alemania y la URSS.

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