Poemas:
LA COPA
Burila de ancha copa sobre metal sonoro
con lenta y dócil mano, triunfal alegoría:
una danza de Ménades -una blanca theoría
de vírgenes- o Europa robada por el Toro.
Un delicado símbolo graba en sus flancos de oro
para que el labio colme su sed en la alegría,
y la visión ahuyente de la melancolía
como de dulces flautas el invisible coro…
Con grácil movimiento de lánguidas sirenas
inclinarán el cuello las ánforas de Athenas
sobre la esbelta copa que cinceló tu mano.
Se escucharán los himnos de los vendimiadores,
y las agrestes ninfas deshojarán sus flores
sobre la cabellera de Anacreonte anciano.
LAS CARABELAS
Monje humilde, gallardo caballero,
Orgulloso mendigo que se baña
En el oro del sol, grande de España
Vagabundo, soldado, vil pechero.
El que agita la cruz o blande acero.
Capaz de abnegación o heroica hazaña.
Todo el que sienta en varonil entraña
Latir un corazón de aventurero:
Ceñid el férreo casco y la armadura;
Allá, tras de la ignota mar obscura
Resplandecen Atlántidas sin dueño;
Y al rumor del alisio entre las velas,
Cruzarán la extensión las carabelas,
¡Las raudas carabelas del Ensueño!
Nuestro idioma
Claro y limpio raudal
es la lengua que yo adoro,
la lengua de versos de oro
y de vibración marcial.
Es dúctil como el metal
y rica como el tesoro
que dejó Boabdil el moro
allá en su Alhambra oriental.
Como clarines al viento
vibra su broncíneo acento
en la ira o el dolor.
Y son sus cláusulas graves
amorosos trinos de aves
sobre las lilas en flor.
AFRODITA
Vago rumor se extiende en las riberas
de la ondulante soledad callada,
donde, su sueño prolífero, la nada
incuba la legión de sus quimeras.
Tritones, hepocampos y legeras
náyades, surcan la estensión sagrada,
y, por conjuro mágico evocada,
vibran su voz las sirtes plañideras.
Como en sonante caracol mrino,
se oye del ponto en las entrañas hondas
un misterioso acorde sibilino:
Y en la caricia de sus trenzas blondas,
relampagueante el óvalo divino,
surge Afrodita de las glaucas ondas…
EL FAUNO
A Carlos Guido Spano
Entre la sombra del follaje hundido
Esconde el viejo fauno su figura,
Y acecha cauteloso en la espesura
La blanca ninfa que su pecho ha herido.
Brillan sus ojos lúbricos. El nido
Le habla de amor, el viento le murmura
Cálidas frases, y en la selva oscura
¡Amor! repite el pájaro perdido.
Flotar dejando sus cabellos de oro,
Ligeras, ondulantes, vaporosas,
Cruzan las ninfas en alegre coro:
El fauno elije de las más hermosas
Y huye a ocultar su espléndido tesoro
Del bosque en las penumbras misteriosas.
Vago rumor
Vago rumor se extiende en las riberas
de la ondulante soledad callada,
donde, su sueño prolífero, la nada
incuba la legión de sus quimeras.
Tritones, hepocampos y legeras
náyades, surcan la estensión sagrada,
y, por conjuro mágico evocada,
vibran su voz las sirtes plañideras.
Como en sonante caracol mrino,
se oye del ponto en las entrañas hondas
un misterioso acorde sibilino:
Y en la caricia de sus trenzas blondas,
relampagueante el óvalo divino,
surge Afrodita de las glaucas ondas …
EDAD DE BRONCE
Es la edad de la Iliada y la Odisea.
En su lira de bronce Homero canta,
Fidias, el regio Portenón levanta,
Y la estrofa de Esquilo centellea.
Brilla la inspiración; el Arte crea.
Y Roma, que en el triunfo se agiganta,
El orbe antiguo encadenó a su planta
Y se embriagó con sangre en la pelea.
Cruza los mares fúnebre alarido,
Que de pavor helando al navegante,
De ola en ola se aleja repetido.
Y del ocaso al resplandor incierto,
La voz del paganismo agonizante.
Dice al mundo que Júpiter ha muerto.
Biografía:
Leopoldo Díaz (Chivilcoy, Argentina, 1862 – Buenos Aires, 1947) fue un poeta, abogado y diplomático argentino. Uno de los impulsores del movimiento modernista en la poesía. Fue académico de número de la Academia Argentina de Letras, donde ocupó el sillón n.º 10: «Carlos Guido y Spano».