Poesía de Estados Unidos
Poemas de Laurie Anderson
Laurie Anderson nació el 5 de junio de 1947 en Glen Ellyn, Illinois, Estados Unidos. Cantante, violinista, poeta, dibujante y artista experimental de performance, en los que combina música minimalista, diapositivas y reflexiones irónicas sobre el lenguaje, la política norteamericana, el rol de los sexos y la civilización occidental moderna en su conjunto.
De chica, yo era una especie de adoradora del cielo. Era el medio oeste, y el cielo era tan inmenso, era casi todo el mundo. Yo sabía que había venido de ahí y que, algún día, iba a volver. ¿Para qué son los días? Para despertarnos, para ponerlos entre noches sin fin. ¿Para qué son las noches? Para atravesar el tiempo hacia otro mundo.
¿Cómo se llaman esas cosas que ves cuando cerrás los ojos? Creo que son “fosfenos”… los patrones rojizos, esas rayitas y puntitos, esas líneas borrosas que ves flotando cuando cerrás los ojos. Nadie en verdad sabe qué son, ni para qué sirven. A veces parecen surgir por el sonido, por disparos electromagnéticos al azar. A veces, a los fosfenos se les dice cine de prisioneros, una especie de película animada sin argumento, de vanguardia, interminable. O tal vez son protectores de pantalla… patrones de espera que sólo están ahí para que tu cerebro no se pueda dormir.
Algunos entrenadores de perros dicen que para entender a tu raza de perro, tenés que imaginar cómo sonarían sus voces, y qué te dirían cuando les das una orden. Si le das una orden a un ovejero alemán y va a responder, “Si, jefe, no hay problema, ya está hecho”. Dale una orden a un caniche y sería, “Por favor quereme. Voy a hacer cualquier cosa si me querés”. Pero le das una orden a un terrier y es, “Eh, ¿me voy a divertir? Porque si no me voy a divertir, no me interesa”.
Despréndete de las cosas que dejaste. ¿Podría haber hecho eso? ¿Podría haber dicho eso? Los miedos lejanos de la infancia. La falta de un yo sólido. El recuerdo de tu propia felicidad. El recuerdo de tu propia felicidad atrapado en tu flujo de pensamientos. Despertate. Despertate. Los relojes se pararon. Una vez te pusiste eso. Una vez hiciste eso. Todo lo que sabías acerca del tiempo. Deslizándose, repitiéndose. No tengas miedo. Como todas las mañanas. Aceptá esto. Dejá atrás la agresión. Dejá atrás la pasión. Aceptá esto.
Cuando vemos una radiografía de la cabeza de un chico, se ven los dientes definitivos por arriba de los de leche. Y estos dientes están listos para bajar cuando se caigan los primeros. ¿No sería fantástico tener un segundo cerebro o un corazón de reserva y cuando el primero se rompe ocupe su lugar?
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