Poetas

Poesía de España

Poemas de Justo Braga Suárez

Justo Luis Braga Suárez (Urbiés, Asturias, 8 de abril de 1959) es un periodista español. Es el actual Director de contenidos de la Radio del Principado de Asturias (RPA) además de presentador de el programa de radio y televisión “Vidas públicas, vidas privadas” (programa basado en entrevistas a personajes de la actualidad). Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo.

Al final del día

La tarde entra pronto en la cocina:
a eso se reduce el misterio
cada día.

También hay razones suficientes
Para pensar en la inútil existencia
del párpado que cae
y ensombrece las pupilas.

Hay sueños que se olvidan.
Otros se insinúan solamente.
Algunos apenas se perciben.
Casi todos se terminan.
Los más se derrumban sin fortuna,
-inútilmente-.

Al final del día descansa la noche,
soberbia,
pero herida de muerte.

Belisa

Belisa enmudece.
Recibe la noticia que ya espera.
Ahuyenta su mirada con natural destreza.
Aparta de su vista
la hoguera que detesta,
el fuego que la mira,
la luz que la ilumina.

Belisa palidece,
sin matices.
Belisa se desmaya,
sin desorden.

Belisa exhala estéril el invierno.
Indómita
e infecunda ofrece
su boca y sus pechos
al océano furioso en que se baña.

En la orilla,
una multitud contempla el cuerpo desnudo de Belisa.
Aplaude agitada su destreza.
De repente,
un débil devaneo en las miradas,
confirma que Belisa ha muerto.

El horizonte

¿Recuerdas la playa de Poniente?.
Tú, distante de mis ojos, contemplabas
los músculos atroces de aquel negro.

Esperabas expectante
la caída de la tarde.
Absorta, mirabas, las olas de la playa de Poniente.

El negro, en la distancia, contemplaba a otras bañistas.
Eran sirenas varadas en la arena negra de occidente.
Hay gaviotas por todas partes.
Están al acecho , vigilantes.
Dominan con los ojos todo el horizonte.
Tienen las pupilas enormes, las garras imponentes.

El negro de la playa de Poniente
pone sus negras manos sobre el pecho dulce de una ninfa a punto de ahogarse.
Se estremecen las gaviotas desde el aire
que ven cómo el negro arrebata su presa.
Chillan.
Se desespera el resto de bañistas que quieren
también ahogarse en la playa de Poniente.

El tirano

Levanta el hacha este tirano.
Esdrújulo, mandril y fiero.
Frunce el ceño
y como una rata,
se esconde antes de ir al matadero.
Con saña y arte de carnicero
asesina al alba,
a quien llama Rosa –triste-vuelo.
A quien despierta a deshora ,
atruena y mata.

Este orangután despechado
lleva por armamento sus garras,
se inspira en el terror
y no se asusta por nada.

Hunde su diabólica energía
como si de un escarabajo se tratara.
Luego se acojona.

El refugio

Refugia su hermosura como si fuera un espejismo.
Pero no puede evitar tanta belleza.
Hay en su cuerpo llanuras y colinas.
Bosques misteriosos,
lúcidos torrentes,
grandes cataratas entre sombras,
poderosos campos repletos de amapolas.

Así que leve y suavemente
ilumina cuanto toca.

El pistolero

Hay noticias que parecen versos:

Un pistolero a sueldo asesina a una portera.
El catedrático de química se bebe una probeta.
El lingüista se atraganta en un fonema.

Hay versos que parecen silogismos .
Si llueve, diluvia.
Se inundan los fonemas.
Si se muere una portera,
el pistolero recibe recompensa.

Hay lingüistas tartajas,
porteras muy finas que apenas se atragantan
y fonemas diluviando en cada letra.

Hay versos que parecen probetas.
Silogismos que matan a porteras.

Hay porteras por todas partes.
Hay pistoleros en todas las esquinas,
al acecho
esperando a que pasen los lingüistas,
disparando a discreción
sobre sí mismos.

Escaparates

Me gusta cuando sales de paseo
a ver escaparates –simplemente-
y te fijas en detalles inocentes
que nadie ha visto: esas medias
rojas llenas de arabescos, esos
guantes de lana tejidos con mis huesos.

Me gusta cuando explotas de alegría
-¡y yo sin entenderte!-

Los gimnastas

Ahí están los gimnastas
gastando inútilmente su energía.
¡Cuánto mejor sería
ahorrar tanta destreza!

Se esfuerzan cada día,
en un una nueva marca.
Recorren mil metros al minuto
mientras atisban a lo lejos la meta
y se mofan de nosotros,
los poetas holgazanes sin honra.

No saben estos gimnastas puristas
que también a ellos se les va la olla
con tanto estimulante que se toman.

No saben estos analistas
de mentiras,
cuánto hay de miseria en sus axilas.
Cuánto sudor desprenden del sobaco.