Poesía de Argentina
Poemas de Julio Llinás
Julio Llinás, nacido en Buenos Aires en 1929 y fallecido el 23 de agosto de 2018, fue un destacado poeta surrealista argentino, escritor, crítico de arte y publicista. Su obra y su vida están imbuidas de un espíritu lírico y rebelde, uniendo la poesía con la crítica social y la exploración artística.
Llinás pasó su infancia en Martínez, un suburbio idílico a orillas del Río de la Plata, donde comenzó a forjar su sensibilidad poética. Con figuras literarias como Enrique Molina, Aldo Pellegrini, Francisco Madariaga y Carlos Latorre, fundó las revistas A partir de Cero y Letra y Línea, convirtiéndose en un pilar del surrealismo argentino. Su espíritu inquieto lo llevó a Francia en 1952, donde se unió al círculo de Elisa y André Breton, y conoció a personalidades como Marcel Marceau, Boris Vian y Tristan Tzara. A su regreso a Buenos Aires, fundó la revista Boa en 1958, consolidando su influencia en la vanguardia artística.
La obra de Llinás abarca varios géneros y ha sido traducida a numerosos idiomas. Entre sus libros más destacados se encuentran Panta Rhei (1950), La Ciencia Natural (1959), De eso no se habla (1993), El Fervoroso Idiota (1999) y Sombrero de perro (1999). Su libro De eso no se habla fue adaptado al cine en 1993 por María Luisa Bemberg, protagonizado por Marcello Mastroianni y Luisina Brando, una obra que fusiona la narrativa literaria con el arte cinematográfico.
Llinás también dejó una huella en el mundo de la publicidad con la agencia Médium, fundada junto a Sergio Golova. Aunque ambos eran novatos en el campo, su creatividad les permitió ganar reconocimiento en el mercado. Este emprendimiento es un testimonio de su capacidad para innovar y transformar cualquier medio con su visión artística.
En su vida privada, Llinás se casó en 1959 con la pintora Martha Peluffo, con quien tuvo dos hijos, incluida la reconocida actriz Verónica Llinás. Más tarde, tuvo otro hijo, el director de cine Mariano Llinás, con otra pareja. La vida de Llinás estuvo marcada por la tragedia personal y la resiliencia, elementos que también se reflejan en su obra.
Julio Llinás falleció tras una larga dolencia, dejando un legado literario que sigue inspirando a nuevas generaciones. Obras como El día siguiente (2011), Querida vida (2005) y La kermesse celeste (2001) muestran su evolución constante y su compromiso inquebrantable con la poesía y el arte. La vida y obra de Llinás son un testimonio de su inagotable creatividad y su profundo amor por las letras.
Delicias
Escapaba hacia los grandes templos,
catedrales del Gin,
santuarios del comercio la política,
puentes y cárceles, delicias.
Y el astillero sagrado
de la Ciencia.
Abandonaba
algunas plantas amistosas
y una morada invisible.
Amaba el brillo de esas fieras
que se descubren en el canto
y que son dueñas de la guerra.
Caía,
como los reyes en el trópico
en un tornado indescriptible.
La alondra
El niño rompe sus juguetes
en busca de la alondra.
la oveja con ruedas,
el caballo de lechero,
el oso negro de la tía Blanca,
el tíovivo con música,
la locomotora alemana
y hasta el fonógrafo infantil
con aquella marcha espantosa
norteamericana.
Lo rompes todo,
le dice su padre.
Todo lo rompes,
le dice su madre.
Busco la alondra,
dice el niño.
Y, claro está, pasa el tiempo.
Y el niño, que ya está crecido,
busca la alondra en los campos,
en las bestias, en los libros,
en las mujeres.
Y todo lo destruye
en busca de la alondra.
Se ha convertido
en un hombre rodeado
de juguetes rotos,
de libros inútiles,
de mujeres destrozadas.
Hasta que llega el momento
en que se hace viejo
y camina por las calles,
distraídamente,
buscando siempre la alondra.
Pero una tarde, empuña
su bello Colt 38
y se pega un tiro.
Entonces,
de su cabeza ensangrentada
sale volando la alondra.
Es lástima que no haya
nadie para verlo.
Cholo vallejo
Si el mundo fuera cuerdo,
si lo fuera –digo, es un decir-
acaso yo sabría, después de tantos años,
de tantos accidentes, catástrofes, combates,
humillaciones, navajazos, intoxicaciones,
pánicos, muertes, esperanzas,
caídas de caballos, de dientes, de cabellos,
y esa legión de oscuridades,
si el mundo fuera, entonces, cuerdo,
-digo, es un decir-
tal vez acaso yo sabría
por qué me ha condenado la letra
en que nació la pena
a estar aquí de pie, a solas con la vida.
Rencores
País,
¿quién es feroz
sino tu niño acurrucado
en la pureza del desierto?
País, ¿quién ha quemado
tu carne de luz negra,
quién es el príncipe en tu fiesta
de rencores podridos por el sol?
Yegua sagrada
de los grandes vientos,
sé bondadosa y terrible,
¡oh roja! ¡oh despedázanos
y sangra
como una fuente de inocencia
a cada lado de un pueblo
y su miseria.
Festejo
Señora de alta pluma,
la noble Tierra se ha secado
bajo el orín de tus preciosas amenazas.
Mi terror es verte en los paisajes,
sobre un caballo afeminado,
desdichada y gloriosa
como una lengua herida.
Soplando un hálito de sangre
en las jornadas de gran paz,
sobre las hondas plantaciones.
Un día el viento
destruirá tu tribu,
tus dioses, tus orgullos.
Su coz de aceite virgen
en las márgenes humanas.
Tu piel será un festejo
majestuoso.
Yen el comercio
De una antigua infancia,
todas las hordas
estarán presentes.
Mi corrupción hara la gloria
de esa gran mañana.
Donde yo estoy
Los ojos blancos,
la piel paralizante:
me buscaréis en vano
entre mis bestias.
Mi roja música
ha triunfado.
(Ah la frenética infancia
junto al médano
y la esmeralda polar,
surcando nuestra casa).
Me encotraréis
en lo más hondo del bosque,
temblando al grito de la lava,
sirviendo a un mágico idiota.
Raíces
El hombre que habla
y devora sus palabras,
teje una fábula en su Tierra.
Y el aire invade
los verbos de su raza.
Así cayó esta zarpa
en mi inocencia.
Así creció mi orgullo
en este mundo.
- Juan Gonzalo Rose
- Alphonse de Lamartine
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