Poetas

Poesía de España

Poemas de Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez Mantecón (Moguer, 23 de diciembre de 1881-San Juan, 29 de mayo de 1958) fue un poeta español, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1956, por el conjunto de su obra, designándose como trabajo destacado de la misma la narración lírica Platero y yo.

A DIOS EN PRIMAVERA

Señor, matadme, si queréis.
(Pero, señor, ¡no me matéis!)

Señor dios, por el sol sonoro,
por la mariposa de oro,
por la rosa con el lucero,
los corretines del sendero,
por el pecho del ruiseñor,
por los naranjales en flor,
por la perlería del río,
por el lento pinar umbrío,
por los recientes labios rojos
de ella y por sus grandes ojos…

¡Señor, Señor, no me matéis!
(…Pero matadme, si queréis)

A LOS SIGLOS

¡Venid, siglos venideros,
tened! Y ahora, huid, volad,
que ya os volveré a cojer
antes de vuestro final.

ADOLESCENCIA

En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
—El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.—
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
—Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.—

No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
…y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.

AHOGADA

¡Su desnudez y el mar!
Ya están, plenos, lo igual
con lo igual.

La esperaba,
desde siglos el agua,
para poner su cuerpo
solo en su trono inmenso.

Y ha sido aquí en Iberia.
La suave playa céltica
se la dio, cual jugando,
a la ola del verano.

(Así va la sonrisa
¡amor! a la alegría)

¡Sabedlo, marineros:
de nuevo es reina Venus!

AGUA MUJER

¿Qué me copiaste en ti,
que cuando falta en mí
la imagen de la cima,
corro a mirarme en ti?

AZUCENA Y SOL

Nada me importa vivir
con tal de que tú suspires,
(por tu imposible yo,
tú por mi imposible)

Nada me importa morir
si tú te mantienes libre
(por tu imposible yo,
tú por mi imposible)

DIOS DE AMOR

Lo que queráis, señor;
y sea lo que queráis.

Si queréis que entre las rosas
ría hacia los matinales
resplandores de la vida,
que sea lo que queráis.

Si queréis que entre los cardos
sangre hacia las insondables
sombras de la noche eterna,
que sea lo que queráis.

Gracias si queréis que mire,
gracias si queréis cegarme;
gracias por todo y por nada,
y sea lo que queráis.

Lo que queráis, señor;
y sea lo que queráis.

EL VIAJE DEFINITIVO

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando.
Y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y lejos del bullicio distinto, sordo, raro
del domingo cerrado,
del coche de las cinco, de las siestas del baño,
en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu de hoy errará, nostáljico…

Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

EL MAR LEJANO

La fuente trueca su cantata.
Se mueven todos los caminos…
Mar de la aurora, mar de plata,
¡qué nuevo estás entre los pinos!

Viento del sur ¿vienes sonoro
de granas? Ciegan los caminos…
Mar de la siesta, mar de oro,
¡qué loco estás sobre los pinos!

Dice el verdón no sé qué cosa.
Mi alma se va por los caminos…
Mar de la tarde, mar de rosa,
¡qué dulce estás bajo los pinos!