Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Juan Parra del Riego

Juan Parra del Riego, nacido en Huancayo el 20 de diciembre de 1894, y fallecido prematuramente en Montevideo el 21 de noviembre de 1925, fue un poeta peruano cuya vida y obra vibraron al compás de la modernidad y la vanguardia. Su poesía, inicialmente anclada en el modernismo, evolucionó hacia corrientes de vanguardia como el futurismo, influenciada por los acontecimientos contemporáneos y su sed de innovación literaria.

Hijo del coronel Domingo J. Parra, un ferviente partidario del caudillo Nicolás de Piérola, y de Mercedes del Riego, Juan creció en un ambiente cargado de tensiones políticas. Su familia, especialmente sus hermanos Carlos y Mercedes, también destacaron en el ámbito literario y cultural, lo que sin duda enriqueció su formación y sensibilidad artística desde una edad temprana.

En 1902, Juan se trasladó a Lima, donde cursó sus estudios secundarios en el pintoresco balneario de Barranco. A los dieciocho años, su talento poético emergió con fuerza al ganar un certamen con su «Canto a Barranco«, un poema de trece sonetos de marcado influjo modernista. Este triunfo fue solo el comienzo de una carrera literaria que pronto lo llevaría a los círculos más prestigiosos de la literatura peruana.

En 1914, emprendió un viaje que lo llevaría por la costa peruana hasta Guayaquil. De regreso, se convirtió en un colaborador asiduo de revistas limeñas como Balnearios, donde compartió espacio con figuras notables como Abraham Valdelomar y Manuel Beingolea. Su obra teatral «La verdad de la mentira» se estrenó en 1915, consolidando su reputación como una voz innovadora en la escena literaria.

Juan Parra del Riego también es recordado por su vínculo con el grupo literario de Trujillo, al que bautizó como la «bohemia trujillana» y del que destacó la prometedora obra de un joven César Vallejo. Este gesto demuestra su capacidad para reconocer y celebrar el talento emergente, y su artículo en la revista Balnearios de 1916 es testimonio de su compromiso con la literatura.

En 1916, impulsado por el deseo de nuevos horizontes, dejó Perú y recorrió Chile, Argentina y Uruguay. En Montevideo, estableció conexiones significativas con poetas como Jules Supervielle y Carlos Sabat Ercasty. Su integración en el ambiente literario uruguayo fue total, colaborando con fervor en publicaciones como El Bien Público y desarrollando su característico polirritmo, una técnica poética ágil y vigorosa.

En 1922, Juan partió hacia Europa, donde residió en París y se empapó de las corrientes de vanguardia, aunque también comenzó a padecer los primeros síntomas de la tuberculosis. Su paso por Madrid y Lisboa lo enriqueció culturalmente, antes de regresar a Montevideo con nuevas influencias y una renovada energía creativa.

Su matrimonio con la poeta uruguaya Blanca Luz Brum en 1925 fue un reflejo de su intensa vida emocional y artística. Sin embargo, su salud declinó rápidamente, y aunque publicó sus últimas obras ese mismo año, su vida se apagó poco después del nacimiento de su hijo Eduardo.

Entre sus obras destacan «Polirritmos» (1922), «Himnos del cielo y de los ferrocarriles» (1924), «Blanca Luz» (1925) y «Cantos al carnaval» (1925). Su legado, recopilado póstumamente en «Tres polirritmos inéditos» (1937) y «Poesía» (1943), sigue resonando con la fuerza de su espíritu innovador y su amor por la poesía.

Juan Parra del Riego, poeta del viento y la vanguardia, dejó una huella imborrable en la literatura peruana y latinoamericana. Su vida breve pero intensa es un testimonio de la búsqueda incesante de nuevos horizontes poéticos y de una pasión que trascendió fronteras y épocas.

AL MOTOR MARAVILLOSO

Al motor maravilloso
Yo que canté un día
la belleza violenta y la alegría
de las locomotoras y de los aeroplanos,
qué serpentina loca: le lanzaré hoy al mundo
para cantar tu arcano,
tus vivos cilindros sonámbulos, tu fuego profundo
joh, tú, el motor oculto de mi alma y de mis manos!

¡Qué llama enloquecida se enreda en tus fogones
y hace girar la rueda líquida de la sangre
y atiranta las poleas de los músculos
para mecer los columpios súbitos de las sensaciones,
cuando corro, ibeso, anhelo, callo, sufro, espero, miro,
salta mi alma en una· loca carcajada,
floto en sedas de suspiro
o en el charco solitario de la sombra en que me estiro
se me copia ·el corazón como una estrella desolada.

Y qué electricidades
se me van por los alambres calientes de los nervios
hasta el cerebro, caja de las velocidades
azules y negras y rojas de todos los sueños …
Zumba la: turbina sutil de hondos dolores
y saltan imágenes,

y hacia donde ya no alcanza el ojo triste
con sus sedientas ruedas de colores
corre el tren de las imágenes …
Y qué émbolos oscuros se agitan sin cesar,
y qué carbón jadeante de soles escondidos
te hace andar
a todo vapor, a todo vapor,
cuando se me hincha el corazón de una salvaje alegría:
o se me quiere romper de dolor
y de melancolía.

Motor !humano: tú eres
la única maravilla de este mundo doloroso,
por tu inmortal prodigio: el beso de las mujeres,
el pensamiento firme y armonioso,
la palabra que salta: rotunda:, patética y viva,
por la célula furtiva
que trabaja en sus telares nuestro ritmo misterioso;
teje un día la Esperanza,
ctro día el Sufrimiento,
otro día de Alegría.
Yo siento
cuando queda tensa y viva sobre mi alma la Energía ..
jMotor de la explosión de toda la vida mía!
jHondo motor que haces mi cólera y mi llanto
mi callada: pasión y mi fuerza y mi canto,
más ligero,
más ligero,
con la carga de esperanza que es mi única conquista:
tú, la máquina del único sendero sin sendero;
yo, tu alado y sangriento maquinista.

NOCTURNO No. 1

Por la callada llanura:
sólo yo contigo, inmensa: noche extraña, brutal, dura,
sólo yo con mi caballo y tu cielo de tormenta
que los relámpagos muerden y la: tierra: escucha,
[atenta.
Y algo vivo hay en los cardos que yo siento sus miradas.

Se acumulan nubes blancas, sordas, triste, trabajadas
que se enredan y se aprietan y se van desfiguradas
así como en mí se fueron tantas cosas desgarradas.
Me refresca un repentino chicotazo de aire roto …
mi caballo brinca. . . ¡envuélveme más en tí, viento
[remoto
viento puro ¡viento libre!
… raja un trueno dolorido
y otro trueno, toro negro que va huyendo enloquecido
la enlazada fulminante de otro rayo. Y ya estoy ciego
de relámpagos que se abren con su atroz desasosiego.
Y hacia el lado de la muerte corre el viento poderoso
y mi corazón se aprieta con un miedo misterioso.
Y la lluvia cae… arrecia … vuelca cubos … es un mar …
y más corre mi caballo. . . ¡con el alba he de llegar!
Más me arranco mi sombrero para tí, lluvia fragante,
Para darte mi cabeza dolorida y calcinante.
Y, ¡oh, si adentro me cayeras tu fresca platería
allí donde tan amarga se ha quedado el alma mía,
allí donde tan resseca se ha escondido mi alegría.

Poliritmo de la mujer vegetal

¡Guitarras bajo las higueras! ¡Trompos azules del día!
Aquí está la fresca amada vegetal!
La que vi y el alma mía
se me abrió como una fruta musical!…
Ojos con pájaros, caderas de ágil tazón de soles
a carreras de naranjas, margaritas y manzanas
por mi sangre la sentía atravesar. . .
La que vi y me dio el amor de las mañanas,
(¿Sonaba nidos? ¿Colgaba frutas? ¿Olía a rosas?)
y unas súbitas nostalgias misteriosas
de montar caballos blancos, trepar árboles, nadar. . .
madrugar todos los días
e irme solo por los campos! verde andarín! ¡loco andarín!
con mi campana de lejanías
y el pecho alegre como un clarín

(Rey Salomón ¿Dónde está tu arpa para cantar?
Rey Salomón ¡pandero y vino para bailar!
Rey Salomón ¡qué sulamita para besar!)

Parada, un árbol.. .
echada, un río…
sentada, un alba sentimental. . .
¡corazón mío!
¡corazón mío!
nos curaremos de todo mal.

La que sólo parecía alimentada con flores
la que vi y en una gruta
de albaricoques, palomas, racimos de uvas y olores,
se quedó como un barquero solitario con la luna,
a temblar mi corazón.
(oh, querida, fresca, fresca,
ágil y alegre querida,
¡que vergüenza, qué vergüenza
de haberme dejado hacer tan triste por la vida!
¡Maquinistas silenciosos de las noches estrelladas!
La que vi y sobre mis penas rudas, solas y calladas
(oh! segadora fina que amó mi alma)
pasó cantando sus cantos de medio día y pasión
con su risa vendedora de naranjas,
con la música crecida de sus senos
y las cerezas alegres de su joven corazón.

¡Oh! partir con ella un día…!
Oír la estrella de las guitarras de las lagunas,
ver los caminos,
la metafísica angustia sorda con que los pinos
miran las lunas Andar. . . soñar. ..
Besarla súbitamente loco bajo las parras y las higueras
¡cantar. . .! ¡gritar!
Zumban abejas… rocío… flores… nidos…! los nidos!
¡Que cuchicheo de cuentos de hadas en los oídos!
Correr… reír…
sentarnos solos junto a los árboles a comer guindas
con dedos finos de amor y de cristal. . .
(¿de dónde sube esa serenata de violetas?)
Y hasta algún sapo que a nuestro lado llega
tirando sus volteretas
de payaso de la luz! Cubista acróbata matinal!

¡Oh, vivir juntos!
¡llorar unidos la misma lágrima y ver unidos la misma estrella!
Partir con ella
en un auto que tira su sangre panorámica
a noventa kilómetros por hora,
locos de alegría, de claridad
(la luna nos sigue corriendo, hermanita… Ya miro la [aurora…
¡adiós, nube!
[adiós, árbol!
[adiós, pobre luz de allá, sola…!
locos de alegría, de intimidad,
de libertad,
de fe – li – ci – dad…
¡Pañuelos de las estrellas que llaman mi corazón!
Ya no quiero más amores con las de seda y de luna
Aquí está la que el espejo de la luz trae en la frente!
la que vive, sufre, ríe, ama, canta, engendra, siente…
la del amor natural, claro, fragante, indistinto,
sabor a arcanas verdades, fuertes de aires y soles,
la que ve, y alza el instinto,
todo el coro de sus vivos y dramáticos alcoholes,
La que me llenó de rosas
y músicas y banderas,
la que me dio más resucitas las ideas generosas,
la que no enerva, disuelve y mata de lejanía,
la afirmativa, la vegetal,
¡la que es la mía! ¡la que es la mía! ¡la que es la mía!
marcha de frutas, albas y soles ¡marcha triunfal!

LOA DEL FÚTBOL

¡La pelota ríe y canta!
¡La pelota zumba y vuela!
Y es polvo una serpiente de algodón que se levanta
tras el ágil jugador que de un salto se revela.
¡La pelota ríe y canta!
¡La pelota zumba y vuela!
Y es la tarde que va abriendo su sombrilla de colores
sobre el campo donde están los jugadores
entre el marco de la fiesta popular:
treinta mil caras que ríen y mujeres con sus trajes
que en el viento son mensajes
que no sé dónde se quieren, tan nerviosos, escapar.
Mas de pronto suena el pito
que prepara la partida.
Todos callan… se oye un grito
y es al fin la acometida
en que salta la pelota,
que se va como bailando de pie en pie
por los aires una jota
de acrobática alegría que uno casi apenas ve.
¡Jugador de blanca y roja camiseta
que, de pronto, arrebatado,
zigzaguea, jubiloso la gran Z
de un ataque combinado
junto al otro, que al cruzársele en un paso de emoción
cae al suelo y, trémulo, ¡ay…!
se levanta otra vez como de una eléctrica impulsión.
Pero suena el breve pito de un offside
y de nuevo va rodando la pelota
que ya traza un arco iris momentáneo sobre el cielo,
o epiléptica, rebota
en los pies que hacen con ella como encajes por el suelo.
Mas ahora, azul y blanco, otro adversario
se la lleva… se la lleva… se la lleva…
se emociona allá el goalkeeper solitario,
pero surge el back, que al salto que lo eleva
un instante es sobre el sol una escultura
mientras ya, como un cohete volador,
la pelota, que se queda como un astro por la altura,
otra vez cae en el suelo con un ruido de tambor,
y de nuevo se levanta
con su eléctrico vaivén…
(En la tarde ya se va la luz que canta…
Vuelan pájaros al norte… por el cielo corre un tren…)
y a un aplauso que, de pronto, hierve en toda la tribuna,
cual si fuera un taponazo de botella de champán
la pelota va a decirle no sé qué cosa a la luna
que al volver llega riéndose con su pen, pin, pen, pan, pan…
Y ya loca, loca, loca,
de su alada ligereza,
tiembla, silba, fuga y choca
de ese tórax a esa espalda, de esa espalda a esa cabeza,
hasta que, ávida en la luz, nerviosamente
y de un grupo que es un drama de oro y tierra bajo el sol,
se va como una estocada de repente
y es un… ¡goal!
En el foot-ball todo es clara poesía,
luz de sol, viento viril y panorama
que le pone a uno en la risa azul del día
todo fresco el corazón, como una rama.
Epopeya fraternal del Movimiento,
es la vida con su múltiple aletazo creador:
drama, música, paisaje, sol violento,
geometría que se mueve en la pelota por el viento
y pintura que en el suelo multiplica su color.
Fiesta mágica del Músculo,
es América que hoy grita ¡anunciación!
con su gran trompeta de oro ante el crepúsculo
de esa Europa roja y negra de la cruz y del cañón.
Y guardadme ahora un secreto que os revelo,
yo no sé si por encargo de Rubén o de Perrault:
que la luna es la pelota de fút-bol que está en el cielo
para ese otro futbolista de colores,
que en las tardes es el sol.