Poesía de Uruguay
Poemas de Juan Carlos Legido
Juan Carlos Legido fue un arquitecto de la palabra, un artesano de la historia y la poesía. Nacido en Montevideo en 1923, dedicó su vida a entrelazar el lirismo con la dramaturgia y la investigación histórica. Su obra, de una profundidad singular, navegó entre la emoción poética y el rigor del pensamiento, consolidándose como una de las voces más refinadas de la literatura uruguaya.
Profesor de Literatura y de Historia del Arte, su mirada estuvo siempre anclada en la sensibilidad y el conocimiento. En 1949, obtuvo el Premio de Poesía del Ministerio de Instrucción Pública, reconocimiento temprano a su destreza verbal. Pero fue en 1968 cuando su talento se reafirmó con Crónica de cuatro estaciones, obra que le valió el Premio del Ministerio de Cultura, mientras que La máquina de gorjear recibió una mención del prestigioso Semanario Marcha. Un año después, en 1969, su incursión en la dramaturgia con Historia de judíos le otorgó el Premio de la Federación de Teatros Independientes, demostrando su versatilidad creativa.
Traductor, historiador y dramaturgo, Legido construyó un puente entre el pasado y el presente, entre la palabra y la acción. Su legado, tejido con erudición y sensibilidad, es un testimonio de su amor por las letras y su compromiso con la memoria. Falleció en 2011, dejando una obra que sigue resonando en quienes buscan en la literatura no solo belleza, sino también profundidad y verdad.
Lluvia
Me gusta caminar en los días de lluvia.
La ciudad se transforma
bajo un cielo esfumado,
las torres se desprenden entre las nubes bajas
y triunfa una rapsodia de grises y de blancos.
Los cafés en penumbra
convidan al sueño.
En la humareda tibia fantasea el poeta.
Los cristales se empañan por un vaho ascendente
y entre sus cicatrices las figuras se alargan.
Una ciudad fantasma surge entre chaparrones,
una ciudad distinta
una ciudad más íntima.
El amor ya se instala en las ventanas altas,
el amor que la lluvia adormece y envuelve.
Me gusta caminar en los días de lluvia.
Hay un gris corrosivo que envuelve las mansardas.
A veces me pregunto
A veces me pregunto
porqué esta larga ausencia
esta marcha feroz por arenales
esta muda canción de campanario
esta inquietud de párpados vacíos
si tu sola presencia
es la razón de ser
es el pretexto.
Y sin embargo
ahora
en este territorio de tu ausencia
cuánto dolor de amar
cuánta derrota
sí
cuánto dolor de amar
(y el orgullo tenaz
de estar sufriendo por amarte tanto)
La noche va cayendo
Un frenesí de luces desmenuza las sombras
que la humedad difusa convierte en terciopelo.
La calle es sólo mía.
La ciudad se me rinde.
A un costado las moles
rezuman un olor de humanidad caliente.
Me gusta caminar en los días de lluvia.
Parece que camino sobre un cielo de charcos
porque entonces el cielo se mudó hacia el asfalto.
Montevideo al sur
Cuántas veces el alba perfiló entre sus luces
ciudades legendarias terriblemente ajenas.
Yo fui aquel peregrino
de encrucijadas múltiples
que cortó alucinado las viñas del paisaje.
Pero siempre volví.
Montevideo al sur me esperó muchas veces
como la esposa amante espera al marinero.
Montevideo al sur me dio la calle angosta
donde jugar feliz entre tapias y perros.
Montevideo al sur me dio aquellas esquinas
donde crecer viril con la barra de amigos.
Montevideo al sur me dio aquel atalaya
donde mirar al mundo con ojos sorprendidos.
Montevideo al sur me dio el abecedario
para entender los hombre y entender a las cosas.
Montevideo al sur me encontró en la iracundia
de crispados mítines por la España sufriente.
Montevideo al sur me dio aquellas muchachas
que sólo pueden ser las primeras muchachas.
Montevideo al sur me encontró entre los muelles
traduciendo en las proas los ecos de otras tierras.
Montevideo al sur me dio aquellos otoños
de soles suavizados en un azul profundo.
Montevideo al sur me hizo amar las riberas
de ríos que entrecruzan aluviones de océano.
Montevideo al sur me dio los camaradas
para sentir la recia hermandad de los hombres.
Montevideo al sur me dio por fin la clave
para saber que amor es plena residencia.
Puerto
Sube un agrio calor de presencias ajenas
por las calles estrechas.
Los neones desangran a través de la niebla
anunciando sus falsos nombres americanos
y en la tarima alta, desnudas las rodillas,
la yira languidece entre música y humo.
La noche cierra el ciclo de las fatigas diarias.
Son las siete.
Se alejan, burocráticos,
los hombres de la aduana
y en el boliche barren los sueños ya inservibles.
El mercado se atesta,
bulle un fragor humano
que ahoga soledades en la voz y en el grito.
El marinero pisa la tierra firme tránsfuga
fumando ávidamente el fragor del asfalto.
El patrón de la lancha recoge su buen vino
y un fragmento de Italia revienta en el estaño
con la pelea franca de los compinches rudos.
Se abre una ventana.
Un torso descubierto respira el aire fresco
mostrando en el cansancio su plenitud de macho.
Gardel se corporiza
desde un surco gastado
en cien noches nostálgicas de suburbio y de tiempo.
Pregonan los botijas los diarios vespertinos
a coro con el seco callejear de la timba.
Canturrean dos curdas.
Un freír de pescado vuela por las cantinas.
Las grúas van mordiendo un pedazo de luna
con un insomnio cíclope de sus riñones fríos.
Se escucha una sirena.
Zarpa un barco. Se aleja.
Dos ojos soñadores lo persiguen, nostálgicos.
Más allá de la rada el mar se volvió mito.
Porque te amo
Porque te amo
los días y los meses y los años
han quedado fijados como la terca tierra
que no bate la lluvia
que no desgasta el viento.
Porque te amo
no es el ayer tan sólo catedral de ceniza,
el ayer es el hoy
el hoy es lo de siempre.
Porque te amo
soy la cuerda tendida en un arco de amor
que vibra por tus manos.
Porque te amo
voy poniendo banderas
en los mojones duros de los años.
No me importa
No me importa
repetir las palabras
sobre el amor
porque sólo yo
lo sé
absolutamente mío.
Sólo a mí
aligera
este humo gozoso
expansivo, abismal,
cuando tú
eres tú simplemente
y entonces
lo que se puede decir del amor
lo siento yo sólo
lo digo yo sólo y
es razón de mi propia existencia
porque yo
tú
cada amante
vuelve a crear el mundo
(y nuevamente dice
todo
acerca del amor)
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