Poesía de Perú
Poemas de José María Corbacho y Abril
José María Corbacho y Abril, figura imponente de la Independencia del Perú, se erige como poeta, magistrado y político, dejando una huella indeleble en la historia de su nación. Forjado en la vibrante atmósfera intelectual de Arequipa, su ciudad natal, se distinguió desde temprana edad por su ferviente compromiso con la causa patriótica y su incansable búsqueda de justicia y libertad.
Formado en los claustros del Seminario de San Jerónimo y el Real Convictorio de San Carlos de Lima, Corbacho no solo absorbió conocimientos académicos, sino también el fervor revolucionario que impulsaba los corazones de los patriotas. Su participación activa en la resistencia contra el dominio colonial lo condujo a asociarse con destacados líderes como Mariano Melgar, en una lucha que trascendía las fronteras de lo político para adentrarse en lo más profundo del alma nacional.
Corbacho, dotado de una pluma elocuente y una mente aguda, canalizó su pasión por la libertad a través de la escritura, contribuyendo así a la difusión de las ideas emancipadoras. Como magistrado, defendió con firmeza los principios de igualdad y justicia, enfrentándose a las injusticias y opresiones que amenazaban la emergente república peruana.
Su trayectoria política fue igualmente destacada, desempeñando roles clave en la administración y la diplomacia del país. Desde su participación como senador de la República hasta su servicio como ministro de Relaciones Exteriores, Corbacho demostró un compromiso inquebrantable con el bienestar y la soberanía de su nación.
A pesar de los desafíos y adversidades que enfrentó a lo largo de su vida, José María Corbacho y Abril se mantuvo firme en su convicción de construir un Perú libre y próspero. Su legado perdura como un faro de inspiración para las generaciones venideras, recordándonos que el coraje y la determinación pueden forjar el destino de las naciones.
CANTO PATRIOTICO
El Perú cual esclavo gemía
So la espada del Rey más injusto,
E indignado Bolívar el justo,
Basta, dijo no más tiranía.
El acero y el fuego ya brillaban
Dirigidos por Sucre y La Mar;
Y las frentes altivas humillan
Los La Serna, Valdez, Canterác.
¡Gloria eterna a los bravos campeones
De Colombia y los hijos del Sol!
A sus piés los rendidos pendones
Mustio puso el soberbio Español.
¡Ayacucho! Tu nombre en la historia
Hará eterno de España el lamento,
De la América eterno el contento,
De los libres eterna gloria.
¿Dónde estáis, virtuosos Peruanos,
Que fundásteis del Inca el Imperio
Y sufristeis que el viejo hemisferio
Lo inundase de crueles tiranos.
De la tumba la frente alzad,
Y espantados miradnos ¡que bravos!
A los que antes llamaban esclavos
Proclamando la noble igualdad.
Tú, también de mi suelo querido
Hijo tierno, Melgar desgraciado,
En virtud y en talento extremado,
Y del déspota vil perseguido:
Tú también atrevido levanta
Tu cabeza segada en su flor,
Y la Patria gloriosa ya canta
Como dulce cantaste el amor.
Culta Europa, no estés azorada,
Si nos miras romper las cadenas,
Que tres siglos de llantos y penas
Bien merecen teñir nuestra espada.
La teñimos, más no por despechos,
Que primero pedimos Unión;
Y nosotros dijimos: Derechos;
Cuando dijo el tirano: Opresión.
¿Y hasta cuándo ¡tú Europa valiente!
Que esparciste la luz en el mundo,
Sufrirás en letargo profundo
Que se pise y que se holle tu frente?
Orgullosa del suelo levanta:
Del gran Manco a los hijos imita;
Y al abismo veloz precipita
Esa alianza que llaman la santa.
Que en el globo un tirano no viva,
Que no se oiga ya el nombre del Rey;
Sólo el mérito el premio reciba,
Sólo imperen la Paz y la Ley.
A ser pasto de tigres feroces,
No nacieron los hombres, nó, no:
A ser libres nacieron, y a voces
El Perú para siempre juró.
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