Poesía de Cuba
Poemas de José Álvarez Baragaño
José Álvarez Baragaño. Escritor cubano, perteneciente a la llamada Generación del 50, el primer grupo de poetas que surgieron con posterioridad a la Revolución.
Este autor nace en Pinar del Río en 1932. Aprende las primeras letras en su ciudad natal. Cursó estudios secundarios en la Escuela de Comercio y en el Instituto de Segunda Enseñanza
En el año 1950 ingresa en la Universidad de La Habana como alumno de Ciencias Sociales. Un año después abandona sus estudios y parte hacia Europa.
Opuesto a la dictadura de Fulgencio Batista, residió en París durante un tiempo (1951-1954), ciudad donde trató a André Breton y a Benjamin Péret, poetas surrealistas que influyeron en su producción. Durante su estancia en el extranjero vivió en París y viaja por España e Italia. En Europa colabora con Le Premier Bilan del Art Actuel (Cahiers Le Soleil Noir) y en las revistas Le Soleil Noir, Positions, Espacio y Panderma.
Al regresar definitivamente al país trabaja como columnista en el periódico Revolución y más tarde en el magazine literario Lunes de Revolución. Crítico de arte polémico, escribió habitualmente en el suplemento literario Lunes de Revolución, dirigida por Guillermo Cabrera Infante, uno de los puntales de la Generación del 50.
Colabora en Casa de las Américas, Unión, La Gaceta de Cuba y Bohemia.
Fue profesor de francés, de historia del arte y de literatura en la Escuela Profesional de Periodismo de La Habana.
Participa en el Primer Congreso Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y en esa misma fecha fue elegido secretario de Relaciones Públicas de la naciente UNEAC.
Durante su vida profesional pronuncia conferencias sobe pintura y filosofía, aún inéditas.
YO OSCURO
Bajo mis lámparas escribo
Heráclito oscuro vino en la botella
El yo fino como la niebla
Oculta el ser escarpado
Las sonoras banderas las tormentas
El me hablaba
Junto a los puertos y las islas
de Cuba centro doloroso y la desgracia
Bajo lámparas fuego cenizas rosas
Las manos escriben
Lo que no pueden decir
Levitando como la niebla sobre el río
¿Por qué no desciendo los números colores
Novia desesperación
Azul negra azul
Con el impacto del acto del amor
Sobre un enjambre de linternas?
Por último
Bajo mis lámparas alucinadas
Morirán mis años como mariposas
Fuego agua viento labios
Digo lo que digo
Mis años arden al sol de mis palabras.
ALEGORIA DE LA POESIA
Les parfums, les couleurs, et les sons se répondent.
Baudelaire
La fiesta empieza su color huraño
A punto sin que suelte mis ave homicidas
Los curvados picos de la eternidad
No huyen de mi ausencia ni mi rostro de huésped
Las ortigas en su esfuerzo transparente
Van a los collares del sol estremecido
A colgar estancias de frutas desesperadas
Por el cuerpo izquierdo de la lluvia
Entra el ciprés a recordar su verde
Es la hora en que salen rubios y esbeltos
Los leones ágiles perfectas las panteras
Que acomoda mi alma
Entonces la nada se amuebla de la angustia
Que reposó un tiempo mi calma sin reposo
Mientras los cauces de la permanencia
Rompen el caos que muere entre mis ojos
No queda ni un momento
El público de colores sinuosos pide un pedazo
De miedo su ración de tristeza acodada en la entraña
Yo traspaso mis llaves de amor y la pasión reciente
Reparto los billetes color aurea insistencia
Cada mordida que entre mis manos desaparece
Huele a tus manos en los atardeceres de primavera
Yo desciendo la fiera que más hiere
Abro los mercados de la agonía
El magullado cuerpo del tiempo
Ha enfebrecido todos los ríos
El cristal del reloj se azora
La música dobla sus rodillas al aire
Cada cosa se siente molesta en su sitio
Las imágenes colgadas en las paredes
Se decoloran de pasión
El cristal se vuelve perfecto en su cólera
Hierve la tragedia del dominio absoluto
Se descorren tus vestidos como hogueras infinitas
Tras la inmediata rosa del cielo
Tú brindas los jardines completos del abismo
Cuando enfurecidos los toros
Las cabras
Los caballos salvajes
Van a msticar tu sangría de amor
Como una yerba sexual dominante tierna deseada
Que se rumia a sí misma en el verdor de juventud
Tú bien puedes ser una ciudad con amargos distritos
O la angustia llevada como un cuerpo de lejos
O el tiempo-poesía y mil cosas que no se nombran
Sino en los cristales llagados del amanecer
Nada da un aullido todo es color de sangre
Rumor de minutero
Ahora con calma todas las bestias azules que guardaba
Mascan la imprecisión del tiempo a tu cuidado
Los faros de la angustia que ilumina
La lucha tan justa de tus piernas
Mi corazón exhausto de mi amor rueda hacia el vacío
Seguido de imposible rosa cartesiana
Luego se siente por las venas
Una carroza china color amor y distancia
Un abanico humano que sopla caricias
Cuando todos los árboles de la jungla celeste
Sienten posarse ruiseñores violetas en el corazón de la hoja
Los ángeles se aman como ángeles
Los animales como animales
Una eclosión de oro invade cada planta
El oro se extiende como resplandor de gozo
Como una hoja de gozo
Los perfumes los colores los sonidos
Las vidas los machos los objetos los nombres
Los jardines las aguas los cauces
En su aliento calmo se corresponden
Y tú te sientes
Deseada
Amada
Poseída
En la incolora primavera del sueño.
CÓLERA
Esta gastado el secreto
A veces una urna guardada en el castillo de la virilidad
Contiene una delicada zona de cuerpo femenino
Un cuchillo veloz contra aquel aire
Bajar por el cuhillo sentir que el amor es frío
Subir por esa ranura que le consagra arma
Ofrecer un diminuto beso a la sangre en cada punta
La piedra a su pesar no sostiene el cuchillo
El cuchillo es de un material hecho para ser elevado
Encajar un cuerpo en su destino ebrio
Es ir hacia el cristal donde el astro no existe
Oh apasionado gusto el de tus labios de goma virgen
Sé bien que tu realidad no es un número
Cuerpo a cuerpo tú sales en el mundo
La creencia es ver que la selva pasea
Entre los grumetes a pesar de la máquina
No niego que el amor del salvaje
Esté húmedo en las palabras que te digo
Ni que mis dientes pretendan comer la sangre que llevas
Si no logro amarte prefiero devorarte
Por el amor que en mí tiene franjas de Hurakán
Un ciclón de amor a veces no derriba dos caricias
Escribiría mudo sobre los cuerpos largos
De todas las mujeres astros perfumes de la tierra
Un cuchillo devorador se concentra en las esquinas
Un abdomen secreto se descarga sobre el mundo
El cuchillo está hecho de hoja
De hoja más fresca que la hoja
Jamás marchita
El amor a pesar de venir desde el fondo del tiempo
Ha subido a veces hacia todo labio
Continúa como el cuchillo apareciendo en el mundo
El hombre se apoya en el cuchillo
Un trance de amor en la cintura
La tribu frenética no ha dejado el amor decrecer
Un segundo
Con el cuchillo en la boca vamos hacia el tiburón
Para sentir la viscosa piel que le envuelve
El olor delicioso de su sangre en la arena
Con el amor me lanzo a conquistar su polvo
O Dios tal vez tal vez mujer tal vez poema
Tu estructura de llamarada o piel de nieve
No descansa
Levanto con lentitud de seno con lentitud de aurora
El miedo se resiste pesa mi piel como una piel distinta
Seccionado por mares y relámpagos amarillos
El amor arde como el verano
Que canta en el útero lloroso de los marsupiales.
CONFLUENCIAS
Por qué lo dijo: El Rey Edipo tenía un ojo de más;
—Y la alegría es una joven bella coronada de mirto
—Pero mirto, ¡ay!, no hay más que en Grecia.
El Rey Edipo tenía un ojo de más para ver la belleza
—Que palidecía como una escombrera sobre una ciudad bombardeada.
Los minerales, las aguas siempre despiertas, el fuego heraclitano
—Recibían su nombre en los recintos imperiales. Paredes de fuego,
Islas de ceniza, sus ojos desvelados, sus ojos incansables,
Miraban a quien nos mira, la belleza. No retires tu mano
De ese continente que despierta, apoya el peso de tu nombre
Que es enorme instrumento, pantera en cada letra que se levanta,
Sin despertar, sin analizar el contacto del pensamiento con el fuego.
¡Mera caricia! La verdad de la belleza no es pensamiento.
Es raudo invadir de mares de promesas, años sin filo
En un universo deteriorado derruído hasta el fondo
De las cenizas de tus ojos ¡Oh! tu inmaterial de toda materia;
¡Oh! tú animal de todo animal, fiera abierta como una herida en el tiempo,
Escucha a los que hablan; sal tú, el renegado, que todo está condenado y perseguido
Como tu valentía sostenida por la palabra.
Ya volverán los nombres que ahora han muerto. Ya volverán los cielos que ahora desvanecen,
La palabra que no es cifra es poco para el tiempo,
Y la cifra también perece.
Sólo lo que tú digas vadeará ese vacío;
¡Habla!, que se mueve el humo, el agua, la tierra y el combatido fuego.
EL AMOR ORIGINAL
Al fin de esta avenida
Reposa la más bella
Sombra del evangelio de la maldad
Las colinas que perfuman el aire
Suave de los crepúsculos
El acero que se funde en el culo del jurista
Todo en sentido estricto
Yo no veo ese espejo en la pared ni la pared sin embargo
Siento el cuerpo de la dimensión mágica
Del suicida que pasa ahora mismo por el mundo
De qué vivo me pregunta el burgués proletario
Que aspira a la proletarización creciente del espíritu para alimentar las cebollas de la masa
Soy un pequeño escolar que pasa miseria a veces
Frente a los vendedores de rascacielos
Que no han leído a Lautreamont
Paso en el ruido de la tromba marina
En el círculo cerrado al descubierto de la revolución
¿Soy un poeta?
No en el sentido que tú lo entiendes
Tú que ves en una rosa un cuerpo blanco que se levanta sobre un tallo
Esa rosa que es el mensaje en varias lenguas de niebla
Y uso demasiadas palabras para ser pariente de Igitur
Vivo en el mundo de los sueños y no del mundo de lo que sueño
De lo q ue me sueña se alimenta mi porción angélica
Decididamente señores os hablo por primera vez de frente
De un accidente que en la niñez marcó para siempre mi destino
Y no es precisamente haber descendido una escalera con un clavo partiendo en dos mi columna vertebral
Si bien el poema está hecho de lo que Dios piensa de nosotros
Que es a las claras lo que pensamos de Dios
Pues bien
El coleóptero y Juana de Arco han comenzado a repugnar mi mirada
Como los amantes de algo que no sea la piedra
El asno ha logrado mear al pie del templo
Borrando el número que me pertenecía
Cada vez que abrimos la boca creamos un ángel
Y en ese nudo nace la sabiduría del oso con la lengua machacada por el último artificio del cazador
La palabra que buscamos se quedó en el ruido sangriento y astral del primer océano
- Alberto Girri
- Carmen Ollé
- Antonin Artaud
- Eduardo Moga
- Toni García Arias
- Carlos Barral
- José Ángel Buesa
- Reynaldo Uribe
- Fernando Villalón
- Israel Clarà
- Francisco Manuel Sánchez de Tagle
- Jules Supervielle
- Miguel d’Ors
- Washington Benavides
- Antonio Hurtado de Mendoza
- Eleodoro Vargas Vicuña
- Miguel Ángel Menéndez
- Elena Medel
- Maria Beneyto
- Wendy Guerra