Poetas

Poesía de Uruguay

Poemas de Hugo Achugar

Hugo Achugar, nacido en Montevideo el 23 de enero de 1944, es un faro de la literatura uruguaya, cuyas palabras resuenan con la fuerza de la historia y la pasión de la poesía. Este escritor, crítico literario y profesor ha dejado una huella indeleble en la cultura latinoamericana, navegando entre la poesía, la crítica y la docencia con una maestría pocas veces vista. Su formación comenzó en la Escuela y Liceo Elbio Fernández, pero su verdadero despertar literario llegó tras egresar del Instituto de Profesores Artigas en Literatura, donde su amor por las letras se transformó en una vocación profunda.

Achugar fue víctima de los tiempos oscuros que atravesó su país, cuando la dictadura lo destituyó de su cargo como docente en la enseñanza secundaria. Este evento lo llevó al exilio en Venezuela, donde se reinventó como investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos en Caracas. Su exilio no solo marcó un giro en su carrera, sino que también enriqueció su perspectiva, ampliando su visión sobre la realidad latinoamericana.

La docencia universitaria se convirtió en su nuevo hogar, primero en Venezuela y luego en Estados Unidos, donde impartió clases en la Universidad del Noroeste, Illinois, y en la Universidad de Miami. Sin embargo, fue en Uruguay donde finalmente echó raíces, enseñando Literatura Latinoamericana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en la Universidad de la República desde 1988 hasta 2010. Su influencia en el ámbito académico uruguayo fue innegable, y su compromiso con la cultura lo llevó a ser nombrado Director Nacional de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay entre 2008 y 2015.

Su obra literaria es un reflejo de su alma inquieta y su mente crítica. Achugar no solo ha cultivado la poesía con una sensibilidad única, sino que también ha explorado la dimensión social de los fenómenos artísticos a través de ensayos profundos. Su habilidad para desentrañar las complejidades de la cultura se extiende también a la novela, habiendo publicado dos, una de ellas bajo el heterónimo de Juana Caballero. Su labor ha sido reconocida en múltiples ocasiones, destacándose el Premio Bartolomé Hidalgo en 1996 por su obra «La biblioteca de Ruinas», así como varios galardones del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, la Feria Nacional de Libros y Grabados, y la Intendencia Municipal de Montevideo.

Hugo Achugar es más que un poeta o un crítico; es un arquitecto de la palabra, un explorador incansable de las fronteras entre el arte y la sociedad. Su legado, tanto en las letras como en la enseñanza, perdurará en las generaciones futuras, iluminando el camino para aquellos que buscan entender la profundidad y la belleza de la cultura latinoamericana.

CAMPOS ANEGADOS

vacas solitarias navegando hacia su noche
ovejas absurdas con un pelaje de plazo fijo
caballos ansiosos hundiéndose en el pantanal

todo eso veo al cerrar los ojos
y también árboles secos heridos
las raíces luchando con las baldosas
ancianas en una ciudad sin párpados.

En ese lugar definitivo de la memoria
estoy desapareciendo desvaneciendo.
Es natural cantan las neuronas
enloquecidas. Cuento las rayas
de las persianas en el techo
no tengo pesadillas se sienta
en la cama y me mira redondos
los ojos celestes. Te espero
me dice. Ya estoy llegando
contesto y los ríos se desbordan
los paisajes insurrectos los lagos
sin fronteras abren sus bocas
sin dientes celebrando un cuerpo
sin destino sin labios sin sentido.

HIMENEO

Azul tu sexo abierto, tu dulce cosa expléndida,
de um azul increible tus pálidas
acogedoras jugosas paredes.
Recorro tu piel en demorada lengua
castanha leteo maná muerte azul
cuando la noche casa salto caída libre…

YO ESTUVE AQUÍ

Un hombre relativamente joven
pinta paredes cielo-raso y persiana.
Borra cree hacerlo las marcas
los días encerrado o escuchando
música. Elimina la frase
que dejó y no puedo repetir.

No puedo pronunciarla
aunque la escribo y se humedece
el rostro. No puedo queda
la memoria donde ardía
y nadar sabe mi llama el agua fría.

ILUSIONES DE PAREJA

Entro con la ilusión en la mano,
suena la orquesta, los timbales suenan,
me celebran con brazos y sonrisas extendidas,
arrebatados por un entusiasmo de magnolias
comenzamos a cantar odas a la alegría en alemán,
y entonces suenan los claros clarines de tenores y sopranos.
y entonces las gargantas walkirias prolongan las vocales,
y entonces pongo el ramo en el florero.
La ilusión es una flor diminuta y se marchita rápidamente.
(Orfeo en el salón de la memoria)

SUS CAMISAS

Conservan el olor/
Agrio. Su perfume
Perdura a pesar de tintorerías/
Humedades/ manchas de pintura.

Extraño sus furias y sus gestos/
Su ternura y sus infinitas novias/
Sus mantras/ la voz de Bob Marley
Reiterada hasta el hartazgo.

Sus insomnios/ sus deseados hijos.
Su elegancia y sus disfraces.
Su modo de cerrar puertas y ventanas.
Su ropa que no me atrevo a usar
Esperando volver a ser habitada.

SER Y ESTAR

Miro por la ventana, su perversa presencia
está y no está, viene y se va.
Un involuntario eructo cervecero instala
su destilado sabor prostibulario y la nieve
está y no está.
Trivial, la belleza, polución nocturna, acaba
jugando a las escondidas con el deseo y la nieve
está y no está.

La ternura absoluta contra este no saber,
la pornográfica instantánea mano
que me confirme vivo en esta hora
vacunamente melancólica,
la iluminada mejilla de María quiero;

la nieve
está y no está, viene y se va,
desde el inicio de todos los tiempos
está y no está, la nieve,
está y no está, viene y se va.

QUE VIVA LA VIDA

viva en muerte viva
llaga. Quito mano
quito columna cornisa
desmorono canciones
desarmo atalayas. Rompo
todo tiro por ventanas
testigos. Que no quede
piedra sobre piedra.
Ingrese la noche sucia
no haya soles canciones
muerte viva muerte.

MIDAS

Basura el verso, el metro y la nostalgia,
basura el día en que nací y también
basura aquello con que sueño.
Basura el año y su empecinado
volver sobre las llagas de la vida,
basura el tiempo y su mirada.
Basura la esperanza y el olvido,
basura el aire y su alegría,
basura lo que toco y lo que sueño.
Basura el estribillo, basura
la suerte de jugar al fin de la desgracia,
basura al fin y al cabo lo que toco
y lo que miro y sobre todo
basura lo que sueño y acaricio
con la mano del deseo. Basura
estar solo, morirse de hambre
sida o cáncer pulmonar y
basura mis ojos basiliscos
que en basura convierten lo que miran
a pesar del cielo y sus constelaciones todas,
puras y constantes,
más allá de la mano,
perfectas en la muerte azul de la belleza.
Basura mi suerte y más basura
este escupir el cielo que me acoge,
basura todo el tiempo y su imposible
amor eterno. Basura la metáfora,
el poema el poeta y la mirada
pues no hallo cosa en que poner los ojos
que no sea vendimia y siembra de la basura.