Poesía de Perú
Poemas de Gustavo Valcárcel
Gustavo Valcárcel Velasco, nacido en Arequipa el 17 de diciembre de 1921 y fallecido en Lima el 3 de mayo de 1992, fue un poeta, escritor, periodista y editor peruano cuya obra transita entre la pureza lírica y el fervor revolucionario. Iniciado en el mundo de la poesía como miembro del grupo “Los Poetas del Pueblo”, su lírica inicial, de corte amatorio, se transformó tras abrazar el comunismo en 1955, adoptando un tono de arenga y compromiso revolucionario.
Hijo de César A. Valcárcel y Mercedes Velasco Seminario, Gustavo fue trasladado a Lima en su niñez, donde cursó sus estudios en el Colegio Salesiano. En 1939, ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde inicialmente estudió Ciencias, pero pronto se pasó a Letras, atraído por la fuerza de la palabra. Su militancia en el aprismo lo llevó varias veces a prisión, lo que interrumpió sus estudios universitarios. En 1947, su talento poético fue reconocido cuando ganó los juegos florales universitarios con su poemario Confín del tiempo y de la rosa, recibiendo también el Premio Nacional de Poesía.
Su poesía temprana, influenciada por César Vallejo, encontró eco en sus compañeros del grupo aprista, donde compartió inquietudes literarias con figuras como Alberto Hidalgo y Manuel Scorza. En 1950, fundó la revista Idea, un breve pero significativo esfuerzo editorial.
Exiliado en México en 1951 por razones políticas, Valcárcel se volcó al periodismo, colaborando con periódicos como Novedades y El Nacional. Regresó al Perú en 1957, orientado ya hacia el comunismo, lo que se reflejó en un cambio radical en su estilo poético. Su lenguaje se volvió más directo y comprometido, destacando en publicaciones revolucionarias como Perú Popular y Frente. Además, se desempeñó como editor y corresponsal de la agencia soviética RIA Nóvosti, dirigiendo la revista Panorama Internacional.
Entre sus obras más destacadas se encuentran Confín del tiempo y de la rosa (1948), una colección de 28 sonetos amatorios, y Cuba sí, yanquis no (1961), un claro ejemplo de su poesía revolucionaria. Otros títulos importantes incluyen Poemas del destierro (1956), Pido la palabra (1965) y Poesía extremista (1967).
La vida y obra de Gustavo Valcárcel reflejan una profunda evolución, desde la intimidad lírica hasta el compromiso social y político. Su poesía, cargada de pasión y convicción, sigue resonando como un eco de lucha y amor por la humanidad.
CONFIN DEL TIEMPO Y DE LA ROSA
Aquella flor del púdico rosal
es la rosa de savia estremecida
cabellera en celaje adormecida
parla y parla en facundia vesperal
Rosa infiel es la rosa matinal
suavidad a sus pétalo ceñida;
pecado de su imagen poseída
por labio de rocío o luz cristal
Es meta del rosado navegante
digo ocaso en color melancolía
flor tallada por lluvia rutilante
En la noche, sostén de celestía,
esposo de la rosa, el sol diamante
trabaja en luz de rosa el nuevo día.
LA LIBERTAD ACOSTUMBRA TOMAR FORMA EN TU ROSTRO
La libertad acostumbra tomar forma en tu rostro
luce hermosa tu faz porque te sientes libre
y si lees un verso en voz alta de amor
¿Qué dicha más espléndida oír la libertad!
Al mirarme tus ojos, la libertad me mira
al tocarte mis manos palpan un verso libre
porque eres un poema hecho a primera vista
y una canción viviente a las cadenas rotas
Al llegarte tus cartas hay fiesta en el idioma
todo el abecedario decreta un día libre
y me cantan tus sílabas tomadas de la mano
y oigo en cada vocal una tecla sonante
Estoy joven de ti, subiéndome y ardiéndome
en prosa, verso y vida; abrazándome estoy
entre el sueño y la piedra de un hombre consumado
o en mi joven vejez llovida de palabras
Soy minero de ti, profundidad terrestre
cavando voy las veras de tus miradas hondas
primavera te nombra suspirando violetas
y el otoño renombra como una luz besada
Domingo tras domingo tu rostro es libertad
yo beso el porvenir ebn tus mejillas rojas
canto de lleno de amor a los libres del mundo
y me siento feliz como hombre libertado.
PENTAGRAMA DE CHILE ANTIFASCISTA
I
PELDAÑO tras peldaño, pura sangre,
molino de lágrimas, catarata de huesos,
un negro coágulo en la luz y en la garganta nudos
plomo en las calles y en La Moneda humo.
Cuajarones crecientes, vértices redondos,
escalera del odio, barandal de agonías
gradas de alientos masacrados,
descendamos un tanto, camaradas,
ha llegado a Chile la muerte a culatazos.
VII
COMO hace años mal sumados
hoy me viene Antofagasta al sueño
y me viene Valparaíso al tímpano
con el doblar de sus campanas bajo el mar
La niebla solloza quedamente
la tarde me trae los olores del Sur
el cuadro de la uva en funerales
la calle Teatinos encogida
la imagen del copihue sin canción.
Ay, la voz de Chile se ha quebrado
hoy baja a recogerla el corazón.
A JOSE CARLOS MARIATEGUI
Un día que ya llega
desde la espalda de los Andes
desde la piedra, desde el surco, desde la misma nieve,
ascenderá por el fallo una sonrisa
y se hará flor en los labios de millones de indios.
Esa será tu bandera, José Carlos Mariátegui.
Tú mejor que nadie sabes lo que significa
que un indio del Perú llegue a sonreír
después de un tiempo sin tiempo de dolor encima
después de una vida sin vida de terror encima
después de una muerte sin muerte de injusticia encima.
Tú que vives en el porvenir
sabes también que nacerá ese día
y que serán inseparables tu nombre y aquel amanecer.
Apenas veinticinco años hace que empezó tu eternidad
y la mitad del girasol humano
ya alcanzó la luz en el planeta.
En este cuarto de siglo además
todos tus enemigos se demolieron solos
y tú creciste y creces, día a día,
semilla que fecundas el porvenir peruano.
Padre y maestro lógico, científico, terrestre,
en este aniversario la vida se detiene
para besar tu muerte un solo instante
y proseguir su cauce dialéctico, inmortal.
Mas, padre,
el luto que pasó ya es conciencia madura
y la palidez de aquel abril de tu partida
vuélvese víspera roja en medio mundo.
Con ella tornarás rodeado de trabajadores
a instalarte en las fábricas y en las factorías
vivirás nuevamente, tu corazón vibrante,
en el latido de las máquinas y en el pulso de la mano obrera.
Volverás en el agua que besará el desierto
volverás en el regazo de las comunidades indias
volverás en el petróleo y en el átomo, en el carbón y el hierro,
en la electricidad popular llena de luces
en el maíz que fecundan los siglos de las razas enterradas.
Pero antes que nada volverás
sobre los hombros gloriosos del Partido Comunista.
Padre, también yo debo hablar reclinado sobre tu hombro
para decirte del dolor inmenso
que se extiende en nuestra patria.
Los muertos han crecido
aumentaron los presos
los perseguidos llenaron la nación
multiplicáronse los desterrados
y la explotación llegó al cenit
Vinieron en tu ausencia más caporales rubios
y saquearon las entrañas maternas y sagradas
los sindicatos fueron en sangre deshojados
violados los cuerpos de las universidades
arrastrados proletarios y estudiantes
al Santo Oficio de las Cortes Marciales.
Todo entre ruidos de sables y cadenas
y en tanto que un siniestro antropoide gobernaba.
Pero el Perú resiste con su vanguardia obrera
comprenderás entonces, escritor del pueblo,
por qué ya no puedo decir abstractamente
“si pájaro de amor, de amor moría”
cuando millares de compañeros han muerto de verdad
con el rostro hecho un coágulo concreto.
Ha concluido esa forma hermafrodita de escribir
las palabras son balas y versos los testículos
piedras las lágrimas y fortaleza el odio
puño la metáfora y miliciano el poeta.
No puede hablarse de otro modo desde el fondo del abismo.
Hora a hora, todos nos vamos acercando a ti
tú que vives en el porvenir
acércate un poco hacia nosotros
ya somos muchos, pero seremos más,
y cambiaremos al Perú desde la lágrima
y cambiaremos al Perú desde la piedra.
Entonces volverás en el rocío de la vida
en la risa marina de los negros
en el campo repartido entre los indios
en la dicha nacional de las mujeres.
Volverás de nuevo
en la tierra para el campesino
en la fábrica al trabajador
en la salud y el agua para todos
y en el alfabeto viviente de los libros.
Volverás con tu cuerpo completo, con tu espíritu intacto,
sobre los hombros gloriosos del Partido
y vivirás para siempre entre nosotros
padre y camarada
en la música eterna del Perú.
XI
Si pájaro de amor de amor mona,
era su amor el ala que volaba,
geografía amorosa la surcaba,
aérea remembranza la envolvía.
Su pico temporal se estremecía,
al recuerdo de rama que anidaba,
dulce aroma en la noche que cavaba,
en pos del cuello, amor que amanecía.
El cielo en su plumaje desplegado,
el viento en lejanía gemebundo,
a pluma de nostalgia desterrado.
Sola moría el ave bajo el mundo,
y la estrella en su pico iluminado
era trino de amor ya moribundo.
I
Domingo fraccionado de tristeza
piano, pianísimo se muere.
Óleo infernal mana la vida
viscosa humanidad y hueso abierto.
Encima, los anos vistiéndose de absurdo,
abajo, el hombre enterrándose hasta el fin.
Es inútil el aire cuando lloro
es inútil el polvo en ataúd
es inútil el agua en agonía
es inútil la hoguera en soledad.
Alzo los hombros y comino
alzo la vida y me derrumbo
es tan amargo, tan difícil todo…
Oh, triste octubre endomingado
las dos de la mañana sin madre y sin Perú.
Parque del Amor
Ha nacido un poeta al mirarme en tus ojos
y un poema ha nacido al sentirme en tu vida,
porque eres la metáfora de mi niñez humilde
y porque eres la imagen con que soñamos todos.
Tu presencia es la vida, un mar inacabable,
estás en todo el mundo, nace el mundo en tus ojos,
te miro sobre el tiempo y te amo bajo el tiempo
porque eres un instante que nunca pasará.
Remediará el amor nuestros trajes zurcidos,
habrá pan para ti y flores en la alcoba;
iremos a los puertos a ver que todo parte
y a ver que nuestro amor no partirá jamás.
Principio que no acaba, tu mirada me busca
envuelta con la música del mundo que soñamos;
tu voz puebla el espacio donde sembré silencios
y tu nombre me alegra como una flor salvada.
Peregrina invisible de los claros de luna,
has llegado a mi ser como flor a la rama,
entrando de puntillas tan silenciosamente
que al cerrar yo mis ojos te quesdaste cautiva.
Sí, yo seré el poeta y tú la poesía
desde el momento exacto que termine estos versos,
copiados un domingo al conocer tus ojos,
porque tus ojos son poesía que mira.
Y porque son tus ojos poesía mirada.
Tristeza
Tristeza que a tus ojos se enjoyaba,
la agonía del hombre al retener.
Oh lágrimas adictas a tu ser
que el viento, verso errante, devoraba.
Jazmín yerto, tu mano recordaba
península de albura, amanecer,
dulce nube dispuesta a sostener
el claro cielo que el dolor negaba.
Mas ya la muerte hueca se ha perdido,
de tanto caminar lo caminado.
Yo poeta al final he concluido
solo entre tempestades desgarrado,
soñando triste todo lo vivido,
viviendo triste todo lo soñado.
Pájaro de amor
Si pájaro de amor de amor moría,
era su amor el ala que volaba,
geografía amorosa la surcaba,
aérea remembranza la envolvía.
Su pico temporal se estremecía,
al recuerdo de rama que anidaba,
dulce aroma en la noche que cavaba
en pos del cuello, amor que amanecía.
El cielo en su plumaje desplegado,
el viento en lejanía gemebundo,
a pluma de nostalgia desterrado.
Sola moría el ave bajo el mundo,
y la estrella en su pico iluminado
era trino de amor ya moribundo.
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