Poesía de España
Poemas de Gómez Manrique
Gómez Manrique fue un poeta y dramaturgo español que vivió entre 1412 y 1490. Nació en Amusco, provincia de Palencia, en el seno de una familia noble y letrada, los Manrique de Lara, que ostentaban importantes títulos y cargos. Era sobrino del marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza, y tío del también poeta Jorge Manrique.
Desde joven participó en la vida política y militar de su época, sirviendo a varios reyes y nobles. Fue señor de Villazopeque, Bembibre, Matanza y Cordovilla, y ocupó diversos cargos como corregidor, alcalde mayor y adelantado mayor. También fue embajador en Portugal y Francia, y participó en las Cortes de Toledo de 1480.
Su obra poética se inscribe en el prerrenacimiento español, continuando las nuevas corrientes poéticas que habían introducido su tío Santillana y Juan de Mena. En el prólogo de su cancionero expuso sus ideas literarias y defendió el ideal del perfecto caballero letrado, que combinaba las armas y las letras.
Compuso obras de amores, algunas dedicadas a su esposa Juana de Mendoza, a quien consoló por la muerte de sus dos hijos; obras elegíacas, como la Defunción del noble caballero Garci Laso de la Vega o el Planto por la muerte del marqués de Santillana; obras satíricas, como la Exclamación o querella de la gobernación; obras didácticas, como la Consolación a su hermana doña Juana; y obras religiosas, como el Auto de los Reyes Magos o el Auto del Nacimiento de Nuestro Señor.
Fue un poeta culto y versátil, que dominaba tanto los metros tradicionales como los cultos. Su estilo se caracteriza por la sencillez, la naturalidad y la elegancia. Su obra influyó en otros poetas posteriores, como su sobrino Jorge Manrique o Juan del Encina.
Murió en Toledo en 1490 y pidió ser enterrado en el Real Monasterio de la Consolación en Calabazanos, Palencia.
Canción (Con la beldad me prendistes…)
Con la beldad me prendistes,
con la gracia me robastes,
con la bondad me feristes,
al punto que me mirastes.
De la prisión no recelo,
que de mi grado será,
ni por el robo me duelo,
pues en tal lugar está;
mas del golpe que me distes
con la bondad que mostraste,
el más triste de los tristes
para siempre me tornastes.
Canción para callar al niño
Callad vos, Señor,
nuestro Redentor,
que vuestro dolor
durará poquito.
Ángeles del cielo,
venid dar consuelo
a este mozuelo,
Jesús tan bonito.
Éste fue reparo,
aunque él costó caro,
de aquel pueblo amaro
cautivo en Egipto.
Este santo divino,
niño tan benigno,
por redimir vino
el linaje aflito.
Cantemos gozosas,
hermanas graciosas,
pues somos esposas
del Jesús bendito.
A una dama que iba cubierta
El corazón se me fue
donde vuestro vulto vi,
e luego vos conocí
al punto que vos miré;
que no pudo fazer tanto,
por mucho que vos cubriese,
aquel vuestro negro manto,
que no vos reconociese.
Que debajo se mostraba
vuestra gracia y gentil aire,
y el cubrir con buen donaire
todo lo manifestaba;
así que con mis enojos
e muy grande turbación
allá se fueron mis ojos
do tenía el corazón.
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