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Francisco Villaespesa

Poeta español Francisco Villaespesa

Poeta español Francisco Villaespesa

Poemas:

A la fortuna

Cuatro muros de cal, libros, y una
ventana al campo, y en la lejanía
las montañas o el mar, y la alegría
del sol, y la tristeza de la luna:

eso a mi eterna laxitud moruna,
para vivir en paz le bastaría…
¡Bien poco es lo que pides, alma mía,
pero menos te ha dado la Fortuna!

Échate, alma, a recordar… ¡Infancia
sin madre, adolescencia sin amores,
juventud sin placer!… ¡Así has vivido!…

¡Y ahora, un caduco otoño sin fragancia,
un pálido luar sin ruiseñores,
y un amor imposible sin olvido!

Celos

Al saber la verdad de tu perjurio
loco de celos, penetré en tu cuarto…
Dormías inocente como un ángel,
con los rubios cabellos destrenzados
enlazadas las manos sobre el pecho
y entreabiertos los labios…

Me aproximé a tu lecho, y de repente
oprimí tu garganta entre mis manos…
Despertaste… Miráronme tus ojos…
¡Y quedé deslumbrado,
igual que un ciego que de pronto viese
brillar del sol los luminosos rayos!

¡Y en vez de estrangularte, con mis besos
volví a cerrar el oro de tus párpados!

El jardín de Lindaraja

De la tarde de octubre bajo la luz gloriosa,
en la fuente de mármol que el arrayán orilla,
diluyen los cipreses su esmeralda herrumbrosa
y la arcada del fondo su tristeza amarilla.

Rosales y naranjos. ..Mustio el jardín reposa
en un verdor que el oro del otoño apolilla…
¡Sólo, a veces, se enciende la llama de una rosa,
o el oro polvoriento de una naranja brillaI

Mas, dentro de este otoño, hay tanta primavera
en gérmenes; y es todo tan dulce y apacible,
que antes de abandonarlo, mi corazón quisiera,
oyendo el melodioso suspirar de la fuente
y soñando con una Lindaraja imposible,
sobre este viejo banco dormir eternamente…

El reloj

Tardes de Paz… Monotonía
de lluvia en las vidrieras…
Se extingue el humo gris del día…
¿En dónde están mis primaveras?

La lluvia es una fantasía,
de misteriosas encajeras…
Tú, que tejiste mi alegría,
¿tras qué cristal mi vuelta esperas…?

Lentas deslízanse en la alfombra
las tocas negras de la sombra;
viuda que no falta a la cita…

Igual que un pecho adormecido
el reloj tímido palpita…
¡Oh juventud! ¿Dónde te has ido…?

En la penumbra

¡La hora confidencial!… Entre banales
palabras, toda entera, te respiro
como un perfume, y en tus ojos miro
desnudarse tu espíritu. ..Hay fatales

silencios… Se oscurecen los cristales;
y se esfuma la luz en un suspiro,
temblando sobre el pálido zafiro
que azula entre tus manos imperiales.

Las tinieblas palpitan… Andan miedos
descalzos por las sedas de la alfombra,
mientras que, presintiendo tus hechizos,

naufraga la blancura de mis dedos
en la profunda y ondulante sombra
del mar tempestuoso de tus rizos.

Eres como una ola…

Eres como una ola
de sombra que me envuelve,
y espumeando de amargura pasa,
y entre otras negras olas va a perderse…

¿Adónde vas?…
¿De dónde vienes?
¡Sólo sé que soy tuyo, que me arrastras!…
¡Y cuando tú me dejes,
vendrá acaso otra ola,
como tú ignota y como tú inconsciente,
y sin querer me arrastrará de nuevo
gin saber dónde va ni dónde viene!…

La sombra

¡Remansos del crepúsculo! Lejanos
amores de una copla campesina…
De los cielos desciende una divina
paz, sobre el sueño de los verdes llanos.

Vuelven a perfumar los sueños vanos,
y yo no sé qué angustia nos domina,
que se cierran los ojos, y se inclina
la frente, pensativa, entre las manos.

Por el azul magnífico del cielo,
sobre la frente que el dolor abrasa
y en las manos se apoya dolorida,

tiembla la sombra rápida de un vuelo…
-¡Esa sombra, mortal, que rauda pasa,
es la fugaz imagen de tu vida!

Nocturno de plata

Cruzas por mis recuerdos como un rayo de luna
que lo ilumina todo de una blanca poesía…
El ruiseñor cantaba su amor. Colgaba una
fina escala de seda desde tu celosía.

Era la noche un río cristalino y sonoro,
que arrastraba en sus ondas, hacia la Eternidad,
nuestro amor como una carabela de oro,
palpitantes las velas bajo la tempestad.

Entre un deshojamiento de románticas rosas
de luz, juntos surcamos Venecias fabulosas,
en un olvido eterno de todo… Tu laúd

desgranaba en la noche su inmortal serenata…
¡Y al pie de la marmórea y altiva escalinata
nos esperaba el paje de nuestra Juventud!

Rimas

La noche me envolvió como un perfume;
y en el silencio tus pisadas eran
un lento resbalar de terciopelos
sobre una frágil ilusión de seda.

Tembló tu corazón bajo mi mano
con timideces de paloma presa,
y aspiré en el aliento de tu boca
todo el perfume de la primavera.

Tus rizos me envolvieron. Y entre el vago
olor a musgo de tu cabellera,
suspirante absorbí como un veneno
el acre aroma de tu carne enferma.

Ofelia

Turbia de sombra, el agua del remanso
reflejó nuestras trémulas imágenes,
extáticas de amor, bajo el crepúsculo,
en la enferma esmeralda del paisaje…

Era el frágil olvido de las flores
en el azul silencio de la tarde,
un desfile de inquietas golondrinas
sobre pálidos cielos otoñales…

En un beso muy largo y muy profundo
nos bebimos las lágrimas del aire,
y fueron nuestras vidas como un sueño
y los minutos como eternidades…

Al despertar del éxtasis, había
una paz funeraria en el paisaje,
estertores de fiebre en nuestras manos
y en nuestras bocas un sabor de sangre…

Y en el remanso turbio de tristeza
flotaba la dulzura de la tarde,
enredada y sangrante entre los juncos,
con la inconsciencia inmóvil de un cadáver.

Biografía:

Francisco Villaespesa Martín (Laujar de Andarax, 15 de octubre de 1877-Madrid, 9 de abril de 1936) fue un poeta, dramaturgo y narrador español del modernismo.

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