Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Felipe Pardo y Aliaga

Felipe Pardo y Aliaga (Lima, 11 de junio de 1806 – 25 de diciembre de 1868) es un nombre fundamental en la literatura peruana, destacándose como poeta satírico, dramaturgo, abogado y político. Perteneciente a la elite aristocrática limeña, Pardo es reconocido como uno de los mayores exponentes del costumbrismo en los inicios de la literatura republicana del Perú, junto a Manuel Ascencio Segura. Su obra es una crítica mordaz y lúcida de las costumbres y prácticas políticas de su tiempo, buscando siempre el mejoramiento de su patria a través de la literatura.

Nacido en una familia aristocrática, Pardo y Aliaga vivió su infancia en el Cuzco, donde presenció las turbulencias políticas de la época. En 1821, tras la proclamación de la Independencia del Perú, se trasladó a España, donde estudió bajo la guía del influyente maestro Alberto Lista. Este periodo europeo fue crucial para su formación literaria, dotándolo de una sólida base neoclásica.

Regresó al Perú en 1828 para hacerse cargo de asuntos familiares y se integró rápidamente en la vida cultural y política de Lima. Publicó sus primeras obras en el Mercurio Peruano y dirigió varios periódicos, destacándose por su aguda crítica social y política. Sus comedias y artículos costumbristas, como “Un viaje“, ofrecen una visión severa y a veces humorística de la sociedad limeña de su tiempo.

Pardo y Aliaga también jugó un papel activo en la política peruana, ocupando cargos como Secretario de la Legación peruana en Bolivia y ministro plenipotenciario en España. Su postura conservadora y su crítica feroz a la Confederación Perú-Boliviana lo llevaron al exilio en varias ocasiones. A pesar de su constante oposición al cambio político, su amor por el Perú es innegable, reflejándose en sus escritos cargados de pasión y patriotismo.

Su obra más célebre, “El espejo de mi tierra“, es una valiosa antología de la literatura costumbrista peruana del siglo XIX. En ella, Pardo retrata con maestría la vida y las costumbres de su país, criticando la falta de civismo y la ambición personalista de los gobernantes. Su estilo satírico y su aguda observación social le ganaron tanto admiradores como detractores, pero su impacto en la literatura peruana es indiscutible.

En sus últimos años, Pardo se dedicó a compilar sus obras, con la ayuda de su hija Francisca. En 1860, la Real Academia Española lo nombró miembro correspondiente, siendo el primer peruano en recibir tal honor. Felipe Pardo y Aliaga falleció en 1868, dejando un legado literario que continúa siendo objeto de estudio y admiración. Su capacidad para fusionar la crítica social con el arte literario lo consagra como una figura emblemática en la historia cultural del Perú.

LOS PARAÍSOS DE SEMPRONIO

“Si yo fuera Presidente,
¡Bello el país estaría!
¡Ah! cómo se elevaría
Prontamente,
Hasta un grado incomprensible
De prosperidad y gloria!
No afearan nuestra historia
De la horrible
Anarquía los tizones,
Que trastorna las naciones,
Y desgarra”…
—Otra cosa es con guitarra.
“Cuanto en los libros se ensarta
Sobre romanas escenas,
Cuanto se admira de Atenas
Y de Esparta;
Cuanto hablan autores ciento
De públicas libertades,
No fuera en estas edades
Puro cuento,
Si los destinos quisieran
Que los peruanos cayeran
En mi garra.”
—Otra cosa es con guitarra.
“Dicta el congreso una ley:
En cumplirla seré activo;
Pues yo soy ejecutivo,
No soy Rey.
Arruina al país quien la invoque;
No importa; tieso que tieso,
Hasta que en otro Congreso
Se revoque.
Huirá el desorden maldito
Como se borra lo escrito
En pizarra.”
—Otra cosa es con guitarra.
“Se encerrarán los poderes
Dentro de un límite eterno;
Y no hablarán de gobierno
Las mujeres.
Con mi política unidos
Todos al bien marcharán,
Y ya no se agitarán
Los partidos.
¿Quién, mandando yo, alborota?
¿Quién no es sincero patriota?
¿Quién desbarra?”
—Otra cosa es con guitarra.
“¿Qué obstáculo habrá que impida
Hacer mejoras a miles;
Formar códigos civiles;
Dar la vida
A la agonizante hacienda;
Honra á la literatura;
Y lograr que la cultura
Tal se extienda.
(No son estas paradojas)
Cual suelen las verdes hojas
De la parra?”
—Otra cosa es con guitarra.
“Irán siempre en sus trabajos
Las oficinas corrientes,
Aunque lluevan a torrentes
Los legajos.
Haré salir de sus ocios
A la turba de empleados,
Que a jefes poco versados
En negocios,
Confunde, ahoga, impacienta,
Sofoca, aburre, atormenta,
Y achicharra.”
—Otra cosa es con guitarra.
“Quien de su deber se aparta,
Quien la opinión atropella,
Quien con pie atrevido huella
Nuestra carta,
Creará mil Marcos Brutos.
Los periódicos, las leyes,
El pueblo, serán mis reyes.
Absolutos;
Y con tan sanos intentos,
¿Quién me hace pronunciamientos?
¿Quién me amarra?”
—Otra cosa es con guitarra.
“Si de esta administración
Cuatro años el Perú alcanza,
Será de la bienandanza
La mansión.
Y cuando haya terminado
De mi gobierno el período,
En regla dejaré todo:
Al Estado
Sin disensiones crüentas;
A las Cámaras contentas
Y a la barra.”
—Otra cosa es con guitarra.
Sempronio, tus intenciones
Son patrióticas, honrosas;
Pero no pasan de hermosas
Ilusiones:
Manda, y lucha con la inopia;
De intrigantes, ambiciosos,
Egoístas, perezosos
Con la copia;
Y dirás (hago una apuesta):
“Otra vez para esta fiesta,
¿Quién me agarra?”
“¡Vaya al Diablo la guitarra!”

A PEPA

Dulce de tus ojuelos es la llama;
dulce tu hablar, tu aliento y tu sonrisa,
cual del jardín la perfumada brisa
que la atmósfera templa y embalsama.

Si es que te ofende, ángel de amor, quien te ama
de tu alma encantadora la divisa
no en tu frente hagas ver, clara y precisa,
ni en el carmín que tu mejilla inflama.

¡Oh! ¡Pepa hermosa! ¡Sólo a ti te adoro!
Sé que otro más feliz supo agradarte,
y de tu corazón ganó el tesoro.

¿Y qué haré yo? Me bastará el amarte
ya que a mi amor corresponder no puedes…
Pero no se lo digas a Mercedes.

A MERCEDES

Virgen, de puras vírgenes ejemplo,
flor delicada entre escogidas flores,
óyeme grata, si al cantar de amores,
la ya olvidada lira no destemplo.

Cuando escucho tu voz, cuando contemplo
de tus ojos los lánguidos fulgores
que rebelan un alma, encantadores,
de la dulzura y la inocencia templo;

es cuando a ti, Mercedes, sólo admiro,
sólo tú endulzas mi destino adusto,
sólo vivo por ti, por ti suspiro.

Y mi amor te declaro, porque es justo
que la beldad que lo inspiró, lo sepa…
Pero no se lo digas a la Pepa.

A MIS AMIGOS

La pasión que devórame insensata,
voy a decirla de primer envite:
fuego de amor mi corazón derrite,
fuego de amor mi espíritu arrebata.

¡Amigos! No juzguéis que es patarata,
ni hagáis mofa de mí, porque me irrite
viéndome en este juego sin desquite,
sin tener, ay, ni a quien llamar ingrata;

que en tal hoguera, en tan ardiente pira,
en tan estrechas e invencibles redes
en tal amor, lo que me da más ira,

es no poderles explicar a ustedes
si es Pepa o es Mercedes quien lo inspira
o lo inspiran las dos, Pepa y Mercedes.