Poemas:
Lo que diga está lleno de polvo
Debajo de la lengua tengo palabras heridas en combate
Hospitales con sus gasas ahogando la herida
Debajo de mi lengua tengo una legión de escombros
Me he partido los labios por quitar esos restos de piedras pegados a los dientes
Lo que diga está lleno de polvo
De ciudades en ruinas
Lo que diga tiembla como punto de luz en el agua
será siempre un grito encalambrado
Siempre el domingo apuntándome con su escopeta
Siempre los perros abriendo la tierra para mostrarme sus huesos
Siempre la palabra que se escucha como la explosión de un tiro
Esa misma palabra que cava su tumba dentro de mi boca.
Cuerpo
Horca donde los vestidos cuelgan.
Tierras de ajonjolí
Mira que es triste dejar caer un globo
Mira que el abismo se oculta entre las hojas
Mira que las sombras se atrapan como moscas
Mira el río
Mira las calles sin nombres que se dejan nombrar
Mira que podría recoger olivos
Ojos de aceitunas
Tierras de ajonjolí
Mira las luces de bengala
Mira que hay lugares donde los espejos se tejen
donde los peces lloran a los globos que mueren
Mira esas lágrimas de trigo a luz del sol
Mira que los rayos a veces retoñan y
suelen incrustarse como lámparas afiladas
como la última punzada de la aguja
Mira los tambores
Mira el mar cuando se recoge
Mira el temblor de los peces al llegar a la orilla
Mira los árboles soltando restos de la lluvia
Mira los cementerios en las oficinas
Mira el río
No es el río
Es un fantasma
La ciudad lo mató
Mira los trapos extraviados entre la espesura de las calles
Mira el horror de sus abrazos
El filo de sus halagos
Mira la ciudad
Es un fantasma
Esos trapos la mataron
Mira
no dejes caer el globo
Mira que es triste
Mira que duele
La ciudad es un fantasma.
Hada ciega
En la oscuridad alguien dice mi hijo
y la palabra hijo es un puño de espinas que se abre en la garganta
Abre la boca
ábrela bien
y vuelve a decir mi hijo
porque la palabra es agua que comienza a ahogarte los pies
Escarba el agua
quítate el cansancio del viaje pegado al cuerpo
y vuelve a decir mi hijo
mira que hijo no es cualquier filo
cualquier cuchillo
con él podrías cortar un relámpago
cortarme un relámpago
cortarle los ojos a un hada
Te lo pido:
Regálame el hada ciega
Pónmela en el pecho
No me digas de qué especie es
No me llames hada
No me digas el nombre de un pájaro
No clasifiques el vuelo
Déjame el hada
Pero llévate a tu hijo
Antes que la palabra te ahogue
Antes que sea cualquier filo
y no cortes nada con él
Llévate la palabra hijo
Ponle el nombre de un pájaro
Clasifícale el vuelo
Pero llévatela
Te lo pido:
Regálame el hada
Pónmela en el pecho
Hada ciega
Te lo pido:
En esta oscuridad
préstame tus ojos.
Los semis
Semi desnudos
Semi vivos
Semi tristes
Semi felices
Semi muertos
Semi todo
Semi nada
Semi abrazos
Semi adioses
Semi lágrimas
Semi palabras
Semi peces
Semi semis
Semi somos
No piel
No cuerpo
No espíritu
No humanos.
El hambre se hierve
Al olvido lo meto en una jaula para ocultarlo del trueno
Y le abro el pecho para que encierre sus bestias
Alguien me dirá que es demasiado abstracto
Que el olvido no es visible
Que intente ponerlo cara a cara con un objeto
Pero cómo hacerlo
No le conozco la cara
Pero sé que siempre tiene sed
y algo me dice que le gusta atravesarse en el camino para hacerme caer
que cuando estoy más cansada aparece y me golpea la cabeza
Y me hace retornar al punto de partida
El olvido tiene dientes
Se rasca hasta encontrarse la sangre
Le gusta hervir el hambre
Porque el hambre se hierve
Podría masticarme
Comerse mi carne
Abrirme los ojos
Coserme la boca con las hebras de mi propio pelo
Con mi saliva saciar su sed
Sacar de mis pechos a todas sus bestias
Porque sabe que lo olvidaría
Que no tendría manera de recordarlo.
Mofa
Aburren los edificios
El grito de los carros
Aburre el afán
y los autobuses que nos vienen a buscar para torturarnos
Aburren los días especiales
Aburren los acuarios
Esos centros de la mentira y
sus vitrinas que hacen mofa
Aburre el ruido tonto del televisor
El silencio de los periódicos
Las páginas sociales
Esos séquitos de la moda con su gente de tela
Aburre escribir esto
A casi nadie le importa este aburrimiento
y eso
eso
también aburre.
Manifestación de la luz
Está en una cueva
Hay una luz que titila
Una raíz de vidrio que le corta los párpados
No es nada más
Sólo un montón de miedo
Un sudor de lodo
Un terrible ruido
La luz tiene espinas
Espinas que le hieren los ojos
El temblor de sus muslos espanta las hormigas sobre el cuerpo
La luz protesta
Es humo
Humo que le arde en los huesos
Cierra los ojos
pero la luz en huelga no se va hasta que los abra
Alguien suelta unos perros rabiosos
El exceso de luz le impide verlos por completo
Tienen colmillos con las puntas brillantes
No sabe adónde huir
La baba de los perros inunda el lugar
Cree que los perros tienen luciérnagas en la lengua
La baba de rabia se le mete en el cuerpo
La luz protesta con un niño en el centro
Un niño cubierto de agujas que se lo arrojan a la cara
Quisiera saber quién está detrás de todo esto
¿Por qué la luz protesta?
¿Quién convoca las marchas?
¿Quién es el líder?
Se quiere arrancar la piel y entregársela a los perros
Un desierto le nace de la boca
Bebe la rabia de los perros
y se hace hambre
me hago hambre
Tengo un desierto en la boca
Una luz tierra que se mete en los dientes
Un niño de agujas cortándome los ojos.
El patio
No hay hormigas
No hay hormigas
El patio está enfermo
No hay hormigas
No soportaron los insectos de la fiebre
No soportaron ver al patio tomando la luz
de la tarde como jarabe
El patio está enfermo
Lo sé
¿Pero a dónde van los patios cuando mueren?
¿A dónde irá mi patio cuando muera?
¿Cómo nombraré su muerte?
¿Cómo invitaré a sus rezos?
El patio está enfermo
Lo sé
y no hay hormigas
No hay hormigas
que sostengan su cuerpo cuando caiga.
Agujas
A veces los edificios son agujas
Agujas de múltiples ojos
que se cosen entre sí
Agujas atadas
incrustadas en las sombras
se levantan sobre el temblor de los árboles
sobre el temblor de los peces
Se estacionan
como cicatrices
como flores falsas
como piedras altas
como cruces incompletas
como torres baratas sin cuentos de hadas
A veces los edificios son agujas
sobre otras agujas que se cosen los ojos
las palabras
el grito
que van y vienen como flores falsas
como piedras altas
como cruces incompletas
Igual que los edificios
Igual que la agujas.
Conversación simple
¿Qué pasaría si se convirtiera
en pez o tal vez en murciélago?
Nada
Simplemente el teatro se quedaría sin piano
Hija de los peces
Hija de los mangos
Has venido a recoger los muertos
Has venido a recoger la gaita
No insistas en curar a esta ciudad
La gente se cubre de tierra para luego limpiarse
y no pasa nada
Hija del maíz sol
Es tan doloroso mantener los ojos abiertos
Sostener esta masa de carne sobre los huesos
Hija de los metales
He encontrado telarañas en las manos y una lágrima vieja
Una lágrima de aquel noviembre en mi oído izquierdo
Todo es por esa mala costumbre de llorar boca arriba.
Hija de la nada
Allí esta la gaita
Hija de los sueños
No llueve
Es sólo el sudor de pan- gu
o tal vez los cabellos de la diosa Aditi cansados de parir ríos condenados
Allí esta la gaita
Hija de los peces
La encontré sin sus labios de plumas
Su cuerpo de madera es una calle de cicatrices
Allí esta la gaita
Ni el dios Pan podrá salvarla
Me mira
Y ahora es una gaita sin palabras
Hija de las aguas
La sueño como el pez heroico de la India
Y pienso en aquel mito chino
en donde el agua y la sangre nacen de un huevo negro
Hija de los metales
El desconoce la ira de las seis de la tarde
Las agujas hirvientes del medio día
Dios de la luz
Él no sabe que la gaita ha muerto
La gaita es un cuerpo de cenizas que danza el baile de la nada
Danza para ti
Hija de los mangos
Que has venido a recoger los muertos
Biografía:
Fadir Delgado Acosta, nacida el 28 de enero de 1983 en Barranquilla, Colombia, es una destacada poeta y gestora cultural. Su trayectoria literaria está impregnada de la rica herencia artística de su entorno, siendo hija de la reconocida poeta Fabiola Acosta y creciendo en el histórico Barrio Abajo de Barranquilla, cuna de músicos y escritores emblemáticos de la cultura colombiana.
La poesía se convirtió en su voz desde temprana edad, una herramienta que la liberó del silencio que la aquejó en su infancia debido a problemas de lenguaje. Gracias a su madre, quien le proporcionaba poemas para declamar, superó la tartamudez y encontró en las palabras su medio de expresión. Fue en su hogar, conocido como la Casa de Hierro, donde germinó su amor por las letras. Junto a su madre y hermana, fundó la Fundación Casa de Hierro en 2003, una entidad dedicada a promover el arte y la literatura en diversos espacios.
Delgado Acosta ha dejado una huella indeleble en la escena literaria del Caribe colombiano desde la publicación de su primer libro, “La Casa de Hierro” en 2002. A lo largo de los años, ha compartido su conocimiento como profesora de creación literaria, guiando a jóvenes talentos en distintas localidades colombianas. Su formación académica incluye una maestría en Creación Literaria de la Universidad Central de Bogotá.
Reconocida a nivel internacional, ha recibido prestigiosos premios como el Tiflos de Poesía en 2020, así como el Premio de Poesía Universidad Nacional de Costa Rica en el mismo año. Su obra ha sido finalista y ha recibido menciones de honor en certámenes literarios de renombre como el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe de España y el Premio Juan Ramón Jiménez de Coral Gables en EE. UU., entre otros.
Con una impresionante lista de publicaciones, que abarcan desde poesía hasta cuentos, Fadir Delgado Acosta se erige como una voz esencial en el panorama literario contemporáneo. Sus obras, como “El último gesto del pez”, “Sangre seca en el espejo” y “Cama de hospital vista desde abajo”, exploran temas profundos y evocadores, llevando al lector por un viaje emocional y reflexivo.
Fadir Delgado Acosta no solo es una consumada poeta, sino también una incansable promotora de la cultura y las artes, cuyo legado perdurará en la rica tradición literaria de Colombia y más allá.