Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Enrique Peña Barrenechea

Enrique Peña Barrenechea, nacido en Lima el 17 de diciembre de 1904, fue un destacado poeta y diplomático peruano que dejó una profunda huella en la literatura vanguardista de su país. Formó parte de la Generación del 30, junto a figuras notables como Martín Adán, Emilio Adolfo Westphalen, César Moro, Carlos Oquendo de Amat y su hermano, Ricardo Peña Barrenechea.

Hijo de Estanislao S. Peña y Fidelia Barrenechea, Enrique cursó sus estudios en el Colegio Sagrados Corazones Recoleta. Desde joven, mostró un talento excepcional para la poesía, ganando un concurso de los Juegos Florales convocado por la Federación de Estudiantes del Perú con su obra El aroma en la sombra (1924). Este premio fue otorgado por un jurado compuesto por prominentes escritores anti-tradicionalistas como José Carlos Mariátegui y Luis Alberto Sánchez, lo que subrayó su inclinación hacia una poesía pura e intimista, de clara inspiración becqueriana.

Peña Barrenechea estudió en la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos, donde se graduó como doctor el 2 de enero de 1937. Durante su tiempo en la universidad, se dedicó a la docencia, impartiendo la cátedra de Autores Selectos de la Literatura Universal entre 1935 y 1938.

En 1928, Enrique se unió al servicio diplomático peruano, iniciando una ilustre carrera que lo llevó a diversos países. En 1931, publicó Cinema de los sentidos puros, considerado uno de los primeros libros de poesía vanguardista en el Perú. En su carrera diplomática, viajó a Río de Janeiro en 1933 para ayudar a negociar la solución del conflicto peruano-colombiano, y posteriormente sirvió en varios países, incluyendo Honduras, Venezuela, Colombia, Francia, la República Dominicana, Gran Bretaña, Costa de Marfil, Níger, Alto Volta, Suecia y Noruega.

En 1937, publicó Elegía a Bécquer y retorno a la sombra, en conmemoración del centenario del poeta español Gustavo Adolfo Bécquer. Su obra no solo reflejaba sus vivencias y emociones, sino también una profunda conexión con la literatura clásica y moderna.

Tras una extensa carrera diplomática, Enrique Peña Barrenechea se jubiló y residió en París durante muchos años, antes de regresar a Lima en 1982. Falleció el 25 de mayo de 1988, dejando un legado literario que incluye obras como El aroma en la sombra (1924), Cinema de los sentidos puros (1931), Elegía a Bécquer y retorno a la sombra (1937) y Obra poética (1977).

Enrique Peña Barrenechea es recordado como un poeta vanguardista cuyo trabajo exploró las profundidades del alma humana y los paisajes emocionales, marcando un hito en la poesía peruana del siglo XX. Su vida y obra continúan inspirando a nuevas generaciones de escritores y amantes de la literatura.

1

Aun no he nacido. Lo que estáis viendo es magia. Aben-
Ad-Mar y las palomas que surgen de sus mangas de nubes
y oros.
Madre no va a creer. Y va a llorar. Va a llorar.
He estado cerca de sus ojos. Me he arraigado a su
angustia y a su risa. Pero es la verdad, amigos, que no he nacido.
Hasta ¡qué perfecta soledad, el mar es mar y la nave,
nave!
Pero yo os digo que es magia y vais a estar mirando
inútilmente a la nave y al mar.
Miento. Crece la lejanía. Crecen mis diez dedos. Y soy
una tarántula deforme que me asfixio y me gozo.
He dicho: Está perdido. Miento. He dicho: Está perdido.
Estoy mintiendo. He arrancado el secreto a la gacela
ciega a la lluvia albísima en el jardín lejano de las cítaras.
Oídlo: la música de lo perdido envuelve el mundo. Hace el
mundo. Hace la soledad crecer por mis cabellos.
No. Estoy mintiendo. Tremenda exactitud. Ciencia de
asombro y de tristeza, par a par, certeza a certeza, júbilo
a júbilo.

7

Apenas canto vuelvo al más hondo olvido. A la zona
transparente de la naranja y el lirio, con celestes nenúfares
y con arpas de nieve.
No llorarás. No lloraré. Súbitamente, un ser sin nariz
que se traga su carne. Baba inmunda. Y la mala noticia.
Y el moscardón maldito. Vago al afán. Y al secreto por la
ciudad de sal y de infortunio.

10

Tus ojos son las flores más tristes de esta hora. Y con
hilos de música te tejerán los pájaros una niebla rosada.
No. Ahora tú no existes. No podrás existir. Has volado
como un cielo a otro cielo, a otra brisa, a otro bosque.
Podrían crearte mi vista, mis sentidos todos, pero es
vano todo mi empeño de sueño o realidad porque tú ya no
vives ni en la niebla vaga, ni en dura tierra.
Amo este estar amándome a mí mismo. Hasta qué punto
el cielo es fácil y es certeza. Amo este crear un dolor nuevo
que es casi una alegría.
Yo insistiré en que no me creerás nunca. En que no me
van a creer nunca.

15

La flor que nació en el aire. La flor que no nació. ¿Ves?
El cielo, a veces, baja hasta mis manos y otras veces es una
ola tempranísima en este mar de soledad.
¿Quién animó la ruta clara y sencilla? ¿Qué sueño iluminó
los primeros limoneros del alba?
Toda la noche estuvo mirándome el silencio sumiso
como un perro.
Esta es la casa con los soportales recios. Aquí se echan
a cantar las flores. Hasta aquí llega el mar con su manto
de espuma y sus lindos zapatos de madrépora.

19

Mi madre ha encargado un bosque para mi alegría
gorila.
Mi madre no miente nunca.
Ahora os voy a mostrar el primer paisaje de los sueños.
La gruta rosada de la luna en donde se acarician las
palomas.
Velero rubio que lleva a la novia del alfiler al huerto
de las morsas.
Mi madre sonríe. Y yo estoy al redor de sus cabellos
como los halos de los íconos.