Poesía de Argentina
Poemas de Enrique P. Maroni
Enrique Pedro Maroni, nacido el 17 de marzo de 1887 en Bragado, Buenos Aires, y fallecido el 30 de diciembre de 1957 en Buenos Aires, fue un destacado periodista, poeta, escritor y locutor de radio argentino. Maroni es una figura esencial en la historia cultural de Argentina, especialmente conocido por su contribución a la música y la literatura del tango, y su versatilidad en los medios de comunicación.
De hablar pausado y dicción clara, Maroni comenzó su carrera en la radiofonía argentina en 1924, destacándose rápidamente por su talento y carisma. En 1937, un concurso de la revista Radiolandia lo consagró como “el locutor número uno” de Argentina. En Radio Splendid, Maroni tenía un programa matutino en el que leía íntegramente el diario La Prensa, intercalando anécdotas, cuentos, música y poesías de su autoría. Por la tarde, transmitía directamente desde la redacción del diario, aunque tuvo que ajustar su contenido tras una queja del periódico.
Como letrista, Maroni compuso cerca de un centenar de obras, incluyendo numerosos tangos que inmortalizó Carlos Gardel. Entre sus creaciones más conocidas están “La borrachera del tango“, “Callecita de mi barrio“, “Cicatrices“, “Compañero” y “La cumparsita“, esta última en colaboración con Pascual Contursi. La letra de “La cumparsita“, originalmente un tango instrumental de Gerardo Matos Rodríguez, alcanzó gran notoriedad tras ser registrada por Gardel en 1924, convirtiéndose en uno de los tangos más emblemáticos de todos los tiempos.
Además de su labor como letrista, Maroni incursionó en la poesía, publicando tres libros llenos de sencillos pero conmovedores poemas: La humilde cosecha (1929), que incluye su notable “Apología del tango“; Arreando ensueños (1931); y Camino de violetas (1932). Sus versos reflejan un profundo amor por el tango y la cultura argentina, y son una muestra de su habilidad para capturar la esencia de su tiempo y su gente.
Enrique Maroni también destacó en el teatro, escribiendo obras como Los bohemios de Bragado, estrenada en 1912, y Un programa de cabaret, en colaboración con Pascual Contursi, estrenada en 1924 en el Teatro Apolo. A lo largo de su carrera, colaboró con diversos dramaturgos y creó una serie de piezas teatrales que contribuyeron significativamente a la escena cultural de su país.
Su vida estuvo marcada por el amor al arte y la comunicación. Enrique P. Maroni dejó un legado perdurable en la historia del tango y la literatura argentina. Su capacidad para expresar las pasiones y los sueños del pueblo argentino a través de la palabra hablada y escrita lo consagra como una figura inolvidable en la rica tradición cultural de Argentina.
Cicatrices
incurables de una herida
que me ha causado la vida
en su triste batallar.
Cicatrices
que ya no se cierran nunca
porque llevan siempre trunca
la esperanza de curar.
La quería eternamente
pero ella fue perjura
y llenó de honda amargura
y de pena mi ilusión.
Y es por eso que ahora vivo
siempre a golpes con la suerte
y sólo quiero la muerte
para mi angustiado y pobre corazón.
En la cara
también luzco con orgullo
un recuerdo que es muy tuyo
y que llevo por mi mal.
Un recuerdo
que me hicieron en tu nombre
cuando yo jugué como hombre
con la vida del rival.
Cicatrices imborrables
de un tormentoso pasado
que la suerte me ha brindado
y que nunca perderé.
Cicatrices de mi vida
que, aunque no tienen encanto,
yo las quiero tanto y tanto
que jamás, jamás ya nunca olvidaré.
Te conquistaron con plata
y al trote viniste al centro,
algo tenías adentro
que te hizo meter la pata;
al diablo fue la alpargata
y echaste todo a rodar;
el afán de figurar
fue tu “hobby” más sentido
y ahora, hasta tenés marido…
las cosas que hay que aguantar.
M’hjita, me causa gracia
tu nuevo estado civil.
Si será gil ese gil
que creyó en tu aristocracia:
Vos sos la Ñata Pancracia,
alias “Nariz Arrugada”,
vendedora de empanada,
en el barrio de Pompeya.
¿Y tu mama? Bueno, de ella,
¡respetemos la finada!
Y ahora tenés voaturé,
un tapao petí gris
y tenés un infeliz
que la chamuya en francés…
¡Qué hacés, tres veces que hacés,
Señora Ramos Lavalle!
Si cuando lucís tu talle,
con ese coso del brazo,
¡no te rompo de un tortazo,
por no pegarte en la calle!
¡Señora! ¡Pero hay que ver
tu berretín de matrona!
Sí te acordás de Ramona,
abonale el alquiler…
No te hagás la rastacuer
desparramando la guita,
bajá el copete m’hijita
con tu pinta abacanada…
¡Pero si sos más manyada
que el tango La Cumparsita!
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