Poesía de Cuba
Poemas de Emilia Bernal
Emilia Bernal. 1884, Nuevitas, Cuba. Su madre, maestra rural, participó de manera activa en la educación de la niña. Durante la guerra de la independencia cubana de 1995 su casa fue quemada, y ella, junto con sus padres, marchó a Santo Domingo, país del que regresaron al poco tiempo al no hallar medios de vida.
En 1910 se traslada a la Habana. Y es en este mismo período que publica sus primeras composiciones. En la capital colabora con publicaciones tales como La Nación, Bohemia, Social, y El Fígaro.
Se destaca no sólo en la poesía, sino que incursiona en los ensayos sobre la problemática cubana de la época en que vivió. Su producción literaria en versos más conocida son: “Alma errante”, “Mallorca”, “Como los pájaros”, “Vida “, y “Exaltación”.
En prosa “Layka Frayka”, “Cuestiones cubanas”, “Martí por sí mismo”, y “Ensayo sobre el problema de la raza negra en Cuba”.
Murió en Washington en 1964.
Quisiera…
Quisiera ser magnífica señora
en el tiempo de trágica leyenda
para marchar triunfante por la senda
que me abriera una lanza vencedora;
quisiera ser la dama soñadora
reina gentil de clásicos torneos,
que oyó presa de dulces devaneos
mil veces del juglar la voz sonora;
quisiera ser la castellana amante
a quien el caballero suspirante
al galopar de su corcel guerrero
flores de amor dejaba en la ventana
Mas ¡ay! ¡no puedo ser la castellana
porque no existe un sólo caballero!
OH, YO TE HARÉ UNA BARCA DE MIS SUEÑOS…
Oh, yo te haré una barca de mis sueños…,
ligera como un haz de mimbrecillos.
Te hará mi amor una canción de cuna
al golpe leve que le den las olas,
cuando a los besos del terral la noche
traiga a mecer la barca hacia la orilla.
FLIRT
Todo era en mi vida feliz, transparente.
Una vez, estabas muy cerca de mí;
levanté los ojos, te vi sonriente
y al ver tu sonrisa, también sonreí.
No sé qué atractivo hallé en tu mirada
que volvió la mía, la tuya a buscar;
cruzó por tu labio sonrisa encantada,
tornó la sonrisa mi labio a rizar.
Mi ser atraía tu mirada loca, la luz de mis ojos tus ojos buscó,
y el alma hecha risa salió por tu boca
y mi alma, al oírla, feliz se rió.
(de Alma Errante)
L’Incroyable
De mi escritorio en lo más alto había
un “incroyable” de biscuit muy bello:
Eran sus ojos verdes, y el cabello
de vivo rubio, como luz del día
¡Cuántas cosas intensas me decía
de la mirada en el fugaz destello!
Y cual si fuera de victoria el sello,
siempre, al mirarme, ufano sonreía.
Yo era la excepcional “maravillosa”
que en su silencio erótico llamaba
a sonrisa y mirada voluptuosa.
Mas cierta ocasión, lanzóse entre mis brazos
para decirme en ellos, que me amaba…
Y rodó al suelo… Y se hizo mil pedazos…
- Enrique Casaravilla Lemos
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