Poesía de Perú
Poemas de Eloy Jáuregui
Eloy Jáuregui, luminaria de las letras peruanas, fue mucho más que un poeta; fue un cronista incansable y catedrático apasionado. Su pluma, afilada como un bisturí, trazó senderos en la prensa escrita y revolucionó el periodismo literario. Desde las páginas de medios como La República y El Peruano, Jáuregui capturó la esencia de su tiempo con maestría y audacia.
Como catedrático, dejó una huella imborrable en las aulas de la Universidad de Lima y la Universidad de San Martín de Porres, entre otras instituciones académicas. Su conocimiento y pasión por la palabra inspiraron a generaciones de estudiantes, sembrando la semilla del pensamiento crítico y la creatividad.
Su legado literario es vasto y diverso, reflejando su profundo compromiso con la exploración de la cultura y la sociedad peruana. Desde “Usted es la Culpable” hasta “Una Pasión Crónica“, cada obra es un testimonio de su agudeza observacional y su capacidad para conmover y provocar reflexión.
A lo largo de su carrera, Jáuregui desafió las convenciones y exploró los límites del periodismo, incluso en tiempos de adversidad como la pandemia de COVID-19. Su valentía al adentrarse en los centros médicos para documentar la realidad de la crisis muestra su dedicación a la verdad y su compromiso con la ética periodística.
En la memoria de Eloy Jáuregui, perdura el eco de sus palabras, recordándonos que la literatura y el periodismo son herramientas poderosas para entender y transformar el mundo que habitamos. Su partida deja un vacío en el paisaje cultural peruano, pero su legado perdurará como una fuente de inspiración y guía para las generaciones venideras.
ROCÍO DE ROCOTOS Y UN AJÍ LIMO
En la espesura de su talle
me pierdo enamorado
esculpiendo una efigie de memoria.
Su mirada es tan límpida
que observo el boscaje
más allá del cielo de sus ojos.
Sus muslos cual dunas sin sosiego
su vientre es cálido porque caliente es su celo
Cuando toco su botón y capullo
noto que en breve detonará mi juicio.
La vez que se recuesta y mira el cielo
es preferible un silencio de estruendos
y un salmo entre sus pliegues.
Como danza antes de ser poseída
escarchas de sudor platean su desnudez
y sometida gimotea conmovida
Apostado así entre sus piernas
intento hacerme eterno y
un ciclón de sus caderas me derrotan.
ESTUDIO DE LA MANZANA A MEDIANOCHE
De todas las frutas remordí hasta la más áspera
las de pieles espléndidas y carnes insípidas olvidables.
desdeñé pulpas insulsas mientras tejía que llegabas,
médulas sin historia, meollos sin escrúpulos sus texturas.
De todas atendía más, un extracto de demencia, un sollozo,
a las cetrinas con rezos, a las aleonadas agrias con ternura.
De todas las frutas ninguna me hizo feliz y adicto anhelando
ni en la mesa de mi niñez ni en el lecho de mis desayunos
y sobre el mantel solo el zumo de los olvidos ad portas.
Y eres pulpa reluciente, y llegas por la tarde, encarnada
fruta de luz, perpetuidad de mi agonía, navío del verbo.
Cada hombre besa la piel antes de su olvido glorioso
y el bodegón de geometría desaborida luce hoy tu destello
tez del apetito escudado, pepita trémula de mi estertor
manzana del resplandor si comprendieras como serlo.
VELLOS DE LA CEBOLLA YERMA
A dentelladas olvidé tu tersura y ante
su entraña solo lamí su botón sin cáscaras
la esmaltada lágrima descorriendo tus fuelles
el rancio de su sabor, la sal de su arrechura.
Penetré en su semilla, horadando sus lomos
y ese dardo detenido desde hace un lustro
al fin toca la médula de sus leches destiladas.
De la jauría en sus dunas doy fe con mis dedos
de la matriz de tu gozo, los anillos rasgados
y un puñal de aromas desgarra la yema fúlgida.
Absoluta redondez húmeda y brillante
ahora muerdo su sol aromoso y lloro
hoy eterno atenazado a tus cielos.
MUSLOS DE UNA TUNA BERMEJA
Yo te ostento siempre con tu vacío mientras te saboreo
bebo del consumo de tu talle como una espina de vino
y no puedo ser tu posible en vano erguido vanidoso fatuo.
Y son esas bragas de bocado sustancioso que lacero
delirando mientras te leo y mastico ajado de olvidos
mi sustancia que trituro cual espejismo de tus aromas.
Miel de tu silueta que se pierde en la niebla de tus hebras
el artificio memorioso que guarda todos los líquidos
de tu médula y tus ancas resplandeciente de asfixias
eternizado tatuado a tu carne sangrante de espasmos
toco y refriego mi alabarda en tu entraña de abandonos.
GUABA EN AYUNAS MÁS EL DESIERTO
Resbalo mis anulares en tus colinas que son las perlas
que hallé debajo de tus ropas inundadas de escarcha
en los abismos de mi desvarío que cincela tus muslos
bañados del néctar dócil que expele la vigorosa
curvatura de tus grupas que relinchan vencidas
cuando ingreso a la oquedad de tu puro secreto
acuoso luego de travesear desde tu dorso en medio
de los más tiernos alborotos de la súplica en los
himnos celestiales de la polución gloriosa que tu
entraña traza imperecedera ese poema en mi
leño que perpetúa solo el puro ardor del desprecio.
LIMÓN EN UN CANASTO DE AHOGOS
Trajino el sendero entre la espesura de tus sofocos
lento cruzo las sombras de las viñas que cobijan el arrebato
de tus carnes, y me encallo en el vórtice de tus líquidos
capitán de tu delirio, abrazo tu lomo quieto y desbordo
la desembocadura de niña, esa gaviota que me sueña
dentro tuyo incontinente, íntimo de tu matriz, enamorado
siempre tu sombra, prendado del origen de la sustancia
que nos acopla, pausados ardientes de tus apariciones
solo dos cuerpos y la tinta escrita entre las sábanas.
PALLAR HÚMEDO DEL BOTÓN
Si te hubiera conocido después
Una gota de agua sería una lluvia
De estrellas en mi cuerpo filudo
Como la uva cuando está esmaltada
O como el olvido cuando es memoria.
Arquitectura del amor
Guijarros, conchas y arena
nunca mar, gaviotas o espejos de ternura
las piedras blancas en inmejorable lugar
el sol menos, las nubes más, las lluvias entre
el invierno por el verano
un eclipse sobre el cometa Halley
y la luna encadenada a una estrella.
Oh señor-señor, cómo se calma este orden,
del escenario ha desaparecido la cordura
y sujetos ante mis ojos están los tuyos
negros y rojos/ rojos y negros, siempre tus ojos
ampollando nuestras espaldas de tortuga
mordiéndonos cuerdos, sin razón
con la gracia verde de los injustos.
Es difícil respirar por estos lares
Señor tiempo, Señor balón de gas propano
y el animal absoluto, conocido en los manuales
como el tigre, desenvolviéndose cauto en mi dorso
observa con paciencia propia, el arenal paisaje
no de cuadro, no de foto, más bien indeleble realidad.
El resto apareció cual bandada de pajarracos
muchos viejos, pocos palos, manto negro de los sueños,
Señor cielo, añada por favor, tiña el panorama
con el tibio blanco-humo de su traje
con el sabor de sus cabellos a cebolla
ponga el Este en el Oeste, el océano de cabeza,
cálcenos con botas de cuarenta leguas
y petrifique nuestras edades en sus puños.
Señor Basura: sepáreme las flores silvestres
colóqueme el cerro sin cruz ni tanque de agua,
a los invasores que los dirija el cojo
al cojo, la estera mágica de sus perradas,
y las muchachas los partes de guerra
y a nosotros Señor Mañana
a nosotros que nos rompa el viento
pero que jamás nos jodan.
EL SOL EN CLAVE DE TU DESEO
Otra vez, a contraluz, te observas toda
Como si buscaras el origen en tu sexo
Tus dedos frisan las hebras de tu gladiolo
La habitación atrapa el tinte del infinito
El sol ido baña tu piel de centellas rojizas
Tu perfil grácil en la ventana rasga el sol
De una lucera del cielo cae helada de luz
Desnuda te legas dominada al atardecer
El vino aguarda en nuestro lecho curtido
Vienes a mí, me ciegas, eres el sol relajado
Recorro aquel trigal dorado y te devoro.
Te retrato árida celando el firmamento
De espaldas y desnuda como un planeta
Girando, bufando, vuelta a tu cimiento
Ahora jadeando briosa del rudo silencio
Luego gruñendo de espasmos, luctuosa.
Oscuro el dormitorio, sin el sol y sin mar
La sombra de tu cuerpo relampaguea y
dos escamados iluminan sus memorias.
Igual obscenos, sin ese sol y su recelo
Afín a los amantes aunque quebrantados
Bebo la última sustancia de tu cascajo
Lacro el biombo y te describo conmigo.
HUARANGO EN EL DESIERTO DE NAZCA
Para LLM
Del trasfondo del viento en tus comisuras te rescato
De arenas hondas y violentas, mansillo tu ternura y tu abuso
Escribo en tu piel nuestro acertijo y penetro en tus labios cruentos.
De este desierto de tiempo el sismo de los derribos y el botón
De tu gladiolo enhiesto, saben de nuestro lapso a íntima llave
De las puertas ultimas, en los fondos de los huarangos, en tu nido
La miel que resbala por tus muslos, la memoria de tu abandono
El deseo embravecido, tu sueño de arena en mi bengala curtida.
La camanchaca es el martirio que me propinaste para el descuido
Recorre las dunas, oxida mi vaho, me hace tu verso en cautiverio
Así, ungüento tu tobillo y desnudo la presa entre tus vellos
Custodio tu cuerpo de brillos y jadeos, de conciertos y de rezos
Y ahora bautizo otra vez tu espalda y llego generoso al aniego.
Dónde te amé tanto que me olvido. Martillo tus nalgas en ahogo
Soy esa cicatriz de tu delirio. Un corsario en el oasis de tus desprecios.
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