Poemas:
Masoquismo
No importa si el látigo se mueve como un gusano flojo.
Caerá la tarde y se despojará de lluvias este viento terco.
Se pronunciarán nombres de antiguos discípulos del agua,
y en la ciudad se reinventará otra vez la moda arcaica.
Allá afuera, junto a los puestos de baratijas,
no sabremos si esta canción simula un poema,
o el discurso de un hombre que vende más boletos apócrifos al cielo.
El látigo seguirá cayendo sobre la espalda brisa
que alguna vez supo los nombres de este cuarto con calles marcadas.
¿Sorda será la cara que cierra sus ojos? ¿La mía?
Solariego podrá versarse un nudo en la garganta, si tú no estás, aquí, sacrificándome.
Dándome motivos para sentir dolor,
para tocar las sonajas de mis senos,
con las que llamo así, a mis blancos oriundos.
Los lechones rollizos del alba.
Muerte
Basta con sentirla para regresar a la infancia
dejar caer el grito y recoger la herida
la grieta que le da forma al dolor
el badajo que tercamente golpea la secuencia del pretérito:
el aletear enmohecido del recuerdo.
Basta con oír el crujir de la puerta
el ojo de la cerradura parpadeando en su miedo
para ver a la noche que pasea a la oscuridad para hacerla más negra.
Huracán petrificado
la muerte
dolor umbilical
lamento sujetado al cuerpo.
Quiero escapar para no existirte
Para no mirar cuando tú me hagas cerrar los ojos
Para no buscar hacia adentro el pincel que trae consigo la desmemoria
Y no gritar que eres la grieta que la tarde necesita para abrir sus alas
para romperse como un cántaro arrojado desde el vacío de un ventanal.
Aturdidos
Dejamos que el tiempo y sus contingentes manecillas corran
Dejamos que los ciegos finjan un desfile de imágenes:
Un río que fornica cada tarde con el puente
Un fantasma que baja escaleras
Una escalera que sube sobre los pálidos pies de un fantasma.
Una parodia del miedo
Un adversario que calla y cae, como por accidente.
Una sombra inventando la forma negativa del encandilamiento.
Pabellón de locos es el instante.
Una obra de teatro que dura sólo un acto: la muerte.
Corazón
De latidos silvestres
imprevisto
no daltónico
Aferrado a un maniático tararear de suspiros
alegatos.
Mordedura no de serpiente donde la sangre fluye.
Único lugar donde el rojo no se desboca
Se deslabia
Cangrejo acorta-vidas
Semáforo en stop.
Mármol rojo
Puño abriéndose y cerrándose con una seña obscena.
Danzarín sin orgía
Ritmo circular volviendo a donde mismo:
De latidos silvestres
imprevisto
no daltónico.
Clandestinidad
Llevo lentes ciegos para no ver lo que hago
Por dentro me ilumino
en sueños ojerosos cada noche me desbordo
extravío el remordimiento en el vago boceto de mi alma.
Te encuentro
mujer
Intacta
Con un grifo abierto entre tus piernas
Un fogonazo que es una llama sin sombra
un aguijón que penetra el monótono rumbo de esta llaga: deseo.
La oscuridad se cierra lentamente la bragueta.
Y la luz no se hace.
Nace el deseo.
La apócrifa mañana gatea: muere la noche con una cínica carcajada.
Te encuentro ahí
En mi cuarto
y me haces olvidar que el reino de la mañana también existe
que no hay poder que detenga el persistente bastidor de la noche.
Diosa imperfecta bordada húmedamente en el lomo de la noche
Eres
Un mensaje en una botella que en una noche de insomnio yo mismo escribí
Pero ya lo olvidé
Creación
Quedaron gotas de agua en el cristal que Dios formó de lluvia
Quedaron jaulas encerradas en su propio hermetismo
Quedé yo enfrentando a mi otro yo y al tú del espejo repetidas veces
Afilando colmillos de azogue
Multiplicando al ser en el declive de las sombras.
En la transición del abismo
Formando nubes sin dejar gotas de cristal sobre el agua.
Sin dejar que caminen los muros del encierro
y las aristas se entierren en los bordes sagrados de mi reflejo solo.
Mientras cae la noche y las sombras son una
Y arriba y abajo no existen junto al cincel de la luz
junto a la noche que se imagina sucia, negra,
y lo es
como yo
que me imagino solo.
Torpe
incomprendido
en la acuosa divinidad de mi reflejo.
Paisaje de un grito
Si este transcurrir no sólo fuera un obraje de mitos.
Violentos
demoníacos.
Devoramientos de la memoria por la memoria
vahos de dolor marcando un trazo indefinido
circunstancias que nos llegan al cuello no como el agua.
Si no se entumieran las lágrimas porque nadie se va
no me verías aquí
anunciando con el puño creciente de este punzante grito mi presencia
tu presencia.
Biografía:
Elman Trevizo, nacido el 6 de agosto de 1981 en Los Mochis, México, es un escritor multifacético que ha dejado una huella profunda en la literatura contemporánea mexicana. Como narrador, dramaturgo y poeta, Trevizo ha destacado por su versatilidad y su capacidad para conectar con públicos de todas las edades, especialmente con niños y jóvenes. Su carrera literaria se ha enriquecido con su labor como maestro en diversos bachilleratos y en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, además de impartir talleres de creación literaria en todo el país. Su experiencia como editor en diversas editoriales mexicanas ha complementado su visión integral del mundo literario.
Elman Trevizo ha sido galardonado con numerosos premios por su obra dirigida al público infantil y juvenil. Sus libros, como “Las muchas muertes de Pancho Villa” y “El niño que corría con el viento“, han sido reconocidos en la “Guía de libros recomendados para niños y jóvenes” de IBBY México en 2011 y 2017, respectivamente. Además, su obra “La música del mundo” fue seleccionada por el programa Libros del Rincón de la Secretaría de Educación Pública en 2015. Estos reconocimientos reflejan su habilidad para abordar temas complejos de manera accesible y atractiva para los jóvenes lectores.
En su juventud, Trevizo fue reportero del Diario de Chihuahua, sección Noroeste, y ha colaborado con periódicos como Milenio, La Razón y El Heraldo de Chihuahua. Su narrativa y poesía abordan una amplia gama de temas, desde la figura histórica de Pancho Villa hasta el acoso escolar y las referencias tecnológicas en sus historias. Esta diversidad temática demuestra su capacidad para reflejar la realidad contemporánea y sus múltiples facetas.
Trevizo se formó en el Diplomado en Creación Literaria de la Sociedad General de Escritores de México y en el Diplomado de Estudios de Dramaturgia del Instituto Nacional de Bellas Artes. Ha sido beneficiario de la Beca Prensa y Democracia de la Universidad Iberoamericana y de la beca de formación para escritores de la Fundación para las Letras Mexicanas en dramaturgia. También ha recibido becas de los Fondos Estatales de Sinaloa y Chihuahua en las categorías de Jóvenes Creadores y Creadores con Trayectoria, consolidándose como una figura relevante en el panorama literario mexicano.
Entre sus obras más destacadas se encuentran las novelas “La legión del guante contra los seres de vidrio“, “Viajero de otro mundo” y “Hacker“; y los libros de teatro “Nuestros dobles son cirqueros / Los locos se visten de dardos” y “Agua es el insomnio“. Sus libros para niños, como “Diario garabato“, “Gallompiro“, “La casa misteriosa“, “Marcelo y el ratón aprendiz” y “La música del mundo“, han sido reeditados y continúan siendo apreciados por nuevas generaciones de lectores.
Elman Trevizo ha recibido numerosos premios y reconocimientos, incluyendo el primer lugar en el Concurso Nacional de Obra de Teatro para Títeres sobre Alebrijes en 2016 y el Premio Nacional de Novela de Editorial Norma en 2012. Su compromiso con la literatura y su capacidad para innovar en cada género que aborda lo convierten en una figura clave de la literatura mexicana actual, capaz de inspirar y emocionar a lectores de todas las edades.