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Elena Soto García

Foto por Thought Catalog en Unsplash

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Poemas:

Métrica del encantamiento, la predicción, el conjuro (para que mis pasos y tus pasos…)

He recogido el polvo de tus pasos,
y lo he puesto en un cesto de mimbre sobre el agua,
lo he esparcido en el viento,
lo he arojado en la hoguera,
para que mis pasos y tus pasos se encuentren tras la lluvia,
y llames a mi puerta,
y busques el fuego de mi casa
cuando azote tu rostro el crudo viento del norte.

Eufemismo

Es tan terrible decir que te he olvidado
que digo que tengo algodón en la memoria,
para que creas al menos que tu recuerdo me es grato.
Pero nada hay que me lleve a evocarte,
ni el dolor, ni la dicha,
nada.
Rectifico,
me mueve el afán por encontrar un pretexto,
el afán por escribir sobre la palabra eufemismo.
Terrible paradoja
tener que recordarte
para decir amable
que sólo eres algodón en mi memoria.

Métrica de las migraciones (el reo emigra con los patos salvajes)

“Dichoso aqué para el que la alborada
anuncia sólo el día enamorado.
Dichoso el que del ave en la pradera
espera todo menos la elegía”

Emily Dickinson

Pedí al sueño que no se apiadara de mí con la vigilia
dormir
dormir profunda y serenamente
y poderme despertar al otro lado
arrullado por mi madre o las tinieblas.
Estas paredes pintadas con las pesadillas de mis sueños,
pocos las pueden ver
pero tú Mara
las vislumbras en tus noches de insomnio.
Duerme,
pues cuando duermes sueñas con mi espíritu,
dices que me ves volar.
De madrugada surcaré el cielo con los patos salvajes
emigraré al lugar donde todo será más fácil
y la luz no hace distinciones.
Prisioneros y marinos,
niños y soldados,
perros y serpientes,
todos volando juntos,
todos arrullados y abrazados
por el ciclo cierto de la muerte.
La veo,
puedo casi tocarla
se esconde hasta el último momento,
no me muestra su rostro.
Me conoce,
sabe que por naturaleza
soy una persona inclinada a la sorpresa,
y se burla.
Paradojas de la vida,
un hombre de incertidumbres
que sólo sabe cierto la hora de su muerte.
Y por eso llega tan terrible y juguetona,
ahora,
precisamente en el instante que no quiero jugar.
Llega con acertijos inútiles
que tú Mara nunca sabrás si he adivinado,
sólo a ti te preocupan mis enigmas.
Quiero emigrar llevándome una imagen en el pico,
ocultando algo de alimento entre las alas.
Si me hablara mi madre
podría guiarme en la montañas
y decirme:
“hijo no vayas hacia oriente sigue el curso del río”
o
“hijo detente en la laguna, reposa tranquilo allí”.
Pero no hay madre ni luz en esta hora
y sé Mara que la travesía es larga.
Duerme.
Sueña con mi espíritu,
creo que voy a seguir el camino del sur
pues hacia allí vuelan los patos salvajes en invierno,
y mis huesos ya empiezan a sentir el frío.
Pero no lo sé cierto,
me conoces
y sabes que siempre amé la incertidumbre,
también a ti,
y estuvo bien
porque cuando duermes sueñas con mi espíritu volando
y volar es también mi sueño en esta hora.
De madrugada surcaré el cielo con los patos salvajes
desplegaré las alas un instante después del estallido,
cantaré hacia dentro
usando un reclamo que sólo tú podrás oír,
y cuando piensen que he muerto
estaré vislumbrando las arenas del Sahara,
arrullado, abrazado, perdido…
Definitivamente voy por el camino del sur.
Se me acelera el pulso, las uñas me crecen como garras,
veo cosas que nunca hubiese querido imaginar
pero contemplo también tu rostro,
todo desde dentro,
infierno y paraíso detrás de mis pupilas.
Arqueo el corazón
y la tensión del alma se afloja
y el tacto se vuelve certero y suave como un dardo.
Dormir,
dormir profunda y serenamente.
soñar
y despertar con otros ojos,
no importa de qué,
soy hombre que ama la incertidumbre.
Tiemblo por dentro,
siento que el hígado se ensancha
nunca sentí así.
Agito la saliva y la obligo a descender por la garganta,
la presiono para que siga el curso de los días,
la trago porque quiero que su humedad me ayude en este viaje,
la travesía es larga
me tengo que unir a la bandada,
me reclaman,
trago también por ti Mara
que cuando duermes sueñas con mi espíritu volando.

Métrica de la sumisión (a la sombra de la barba del patriarca)

La barba del patriarca se extiende hasta donde llegan tus cabellos,
no la ves,
porque es invisible a los ojos de las hembras,
ni las perras, ni las zorras ni tú mujer la veis.
La barba de patriarca da más sombra a tu sombra,
pero no te cobija en los días ardientes del verano,
y en la estación fría no deja que la luz derrita la escarcha de la noche.
La barba del patriarca te estrangula la voz,
te tatua en la espalda la cruz o el sello de Salomón
¿Nunca te explicaron los sabios por qué no puedes ser sabia?
Sólo te dicen que la sumisión es grata a los ojos del Padre,
y que el conocimiento envenena la sangre,
que ni hijos ni dulces son buenos cuando una mujer descubre los enigmas,
pues su estirpe procede de la astuta serpiente.
La barba del patriarca se extiende y da ritmo a tus ciclos,
ni las burras, ni las camellas ni tú mujer la veis.
Desterrada en tu cuerpo, blanqueadas tus dudas con la cal de los fariseos,
sólo sabes que parirás pronto y mal,
o tarde y a destiempo,
mientras el sol sigue su curso.

Conoces el desprecio, sabes que nunca serás ungida,
mira fijamente los ojos del cordero
y verás en ellos la sal a punto de ser agua,
la hoguera o el ara.
antaño cortejaste con la bestia,
y debes entregar a las barbas del patriarca la cabeza,
arrancar del corazón conocimiento y rebeldía,
parir vástagos, vestirlos con sudario
y abandonarlos en las puertas del reino de los cielos,
en las puertas del paraíso del profeta,
en las puertas de la tierra prometida,
en las puertas…
porque tú nunca cruzarás el umbral,
dicen que la sabiduría es invisible a los ojos de las hembras,
y ni la serpiente, ni la zorra ni tú mujer la veis.

Siempre vuelves

Naciste en el mes de las lluvias
en el mes en el que nacen las encantadoras de gusanos de seda
por eso hablas en secreto con la flor de los manzanos y tejes
mientras unes la savia del salmón y los rosales.

Naciste en el mes en que regresan las aves
en el mes en el que nacen los seres con las manos de pato
por eso cuando quieres buscarme te orientas en el cielo
te dejas llevar por vientos favorables
y vuelas.

Naciste en el mes en que se deshojan los destinos
en el mes en el que los salmones abandonan los mares,
por eso tiñes peces con pétalos de rosa.
Y emigras…
y siempre vuelves.

Métrica del mar cuando se adentra (mare infunditur)

Amor, sé que me adentro,
y que nunca debiste quitarte las aristas.
Curvaste el alma,
te hiciste bahía,
ofrendaste la arena de tus playas.
Y el mar es cruel,
disuelve lo que toca,
golpea, brama,
devolviendo a la tierra lo que no le pertenece,
pero también es profundo y se adentra,
fundiendo a quien como tú no opone resistencia.
Amor nunca debiste quitarte las aristas.

Métrica de un naufragio simbólico (el naufragio de la niña de tu ojo derecho)

La niña de tu ojo derecho ha perdido la infancia,
y todas las imágenes que ha visto se sumergen en llanuras abisales,
el océano reclama a la niña de tu ojo derecho,
y la hunde en su seno,
diligente le quita las sandalias,
quiere el agua que las huellas dejadas en la arena sean leves,
que se borre de la tierra cualquier reflejo que hable de su paso.
Por eso la marea arrebata a la costa los restos de su sombra,
y entrega al horizonte los colores que ha visto.
Mezcla el océano olvido con arena,
y escupe en la niña de tu ojos derecho con la saliva sagrada de los náufragos.
Un blanco duelo de espuma la llama por su nombre de sombra,
por un instante le hierve la memoria,
sal, algas, horizonte y arena,
tu niña se pierde entre jirones,
el abismo le arrebata la infancia y las sandalias.

Biografía:

Elena Soto García, nacida en San Pedro-Ponferrada, León, y residente en Palma de Mallorca, es una de esas voces imprescindibles en la poesía contemporánea española. Su obra, atravesada por una profundidad que emerge de las raíces más hondas de la palabra, nos invita a recorrer los senderos del alma, del tiempo y del ser, con una intensidad poética que desafía los límites de lo cotidiano. Desde muy joven, Elena ha sabido cultivar una sensibilidad literaria que la ha llevado a ser reconocida con varios premios, entre ellos, el de Poesía Juvenil “Ciudad de Ponferrada” (1980), el premio de narrativa corta Aula Negra de la Universidad de León (1985) y el prestigioso Premio Carmen Conde 2003 otorgado por la Editorial Torremozas en Madrid.

Su primer poemario, “Solicitudes para una declaración de apatría” (León, 1983), ya anticipaba su inquietud por explorar la noción de pertenencia y desarraigo, con versos que se despliegan como un grito sutil pero poderoso contra las fronteras del ser. En “La medida del trance” (León, 1993), Soto García profundiza en la exploración de la experiencia humana, con un lenguaje que busca medir los límites del trance, ese estado de transición que todos atravesamos en nuestro paso por la vida.

Es en “Métricas del alma” (Editorial Torremozas, Madrid, 2003) donde su voz alcanza una madurez poética única, uniendo su dominio técnico con una sensibilidad excepcional. Este poemario, premiado con el Premio Carmen Conde, nos revela a una poeta que no teme indagar en las sombras del alma, que se atreve a desnudarse ante el lector, mostrando sus cicatrices con una honestidad desgarradora. Soto García construye en este libro un diálogo íntimo entre la métrica y la emoción, donde cada verso es una búsqueda, una pregunta lanzada al vacío, una declaración de amor a la palabra.

Elena Soto García es, sin duda, una poeta que ha sabido encontrar su lugar en el vasto panorama literario español. Su obra es un viaje poético hacia lo esencial, una invitación a habitar el silencio, a explorar las zonas más oscuras y luminosas de nuestra existencia. Su poesía, lejos de ser complaciente, nos desafía, nos interpela, nos invita a cuestionar nuestra propia manera de estar en el mundo.

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