Poemas:
Los ojos la voz
¡Las antorchas se acusaban del color negro estanque de la noche
Nuestras manos solubles nuestros aires de rapiña boscosa la paja
flameada de nuestros ojos!
Mares, mi silencio a través de ustedes pacientemente renace
A través de ustedes orillas a través de ustedes el lodo
Y la conjunción del hielo y el deshielo.
Antaño antaño
¡Ay! memoria rocallosa sublévate en matorrales
Cada zarzal de memoria oculta a un tirador.
Sobre nuestras cabezas la pulsación del molino
En nuestras noches tosen los ahumaderos
Haga lo que haga el hombre, el grito echa raíces.
El árbol gran árbol
Tus hojas el resabio de los deseos de las trillas ciegas de los brazos de mar
Tus hojas de llaga de la Edad Media en el recuerdo de mis esplendores
tus ramas de hombros de mujer arada sobre la sed de las hierbas filosas
árbol reiniciado tu cuerpo he desprendido de tu cuerpo la caparazón de
mil claridades
tu tronco de vástagos de paja dispersa
tu tronco de luz en el campo negro de las reinas de la noche
tu tronco de raíz que ha echado tronco y la maravilla la cama del
caracol/rodando
tu fronda tus raíces el fuego helado de tus raíces y las masas de hombres
prendidos a los pezones de tus dolores
el sufrimiento como un invierno en la fuente de las profundidades
Para Mycéa
Ay tierra, si es tierra, ay toda-de-luz donde hemos llegado. Ay sumida
en el resplandor de agua y la palabra arada. Mira cómo tus palabras
me han sacado de este largo sueño donde tanto azul sobre tanto ocre
se ha puesto. Y mira cómo desciendo de esta noche; oye
*
Si la noche te deja en lo más alto del mar
No ofendas en ti al mar por el escollo de los dioses antiguos
Sólo las flores saben cómo se escala la eternidad
Te llamamos tierra herida ay qué breve será
nuestro tiempo, así como el agua cuyo lecho no vemos
Canción de agua apilada sobre el agua de la triste tarde
Eres suave con aquel que alejas de tu noche
Como una grava muy pesada hundida en las playas de medianoche
He llevado mi remo entre las islas te he nombrado
Mucho antes de que me designaras para asilo y aliento
Te he nombrado Inasible y Toda-huida
Tu risa ha separado las aguas azules de las aguas desconocidas
*
Te he nombrado Tierra herida, cuya fisura no es gobernable, y te he
vestido de melopeas extirpadas de los recovecos de ayer
Triturando polvo y desplomando mis palabras hasta los cercados y
empujando hasta los bordes los grises toros mudos
Te he consagrado pueblo de viento donde zozobras por silencio para
que tierra me puedas crear
Cuando eleves en tu color, donde es cráter para siempre frondoso,
visible en el porvenir
*
Escribo en ti la música de toda rama grave o azul
Aclaramos con nuestras palabras el agua que tiembla
Tenemos frío por la misma belleza
Brizna por brizna el país ha desamarrado lo que ayer
Llevabas como carga en tu río desbordado
Tu mano congrega esos rumores como novedad
Te maravillas de arder más que los viejos inciensos
*
Cuando el ruido de los bosques se agosta en nuestros cuerpos
Sorprendidos leemos esa ala de tierra
Roja, en el ancla de la sombra y del silencio
Con cuidado cosechamos en la flor de agave
La quemadura de agua donde ponemos las manos
Tú más lejana que el acoma loco de luz
En los bosques donde él aclama todo el sol y yo
Que sin tregua me ensaño con ese viento
Adonde he llevado el pasado feroz
*
El agua del cerro es más grave
Donde los sueños no derivan
Todo el verde cae en desnuda noche
Qué hoja arriesga su petulancia
Qué pájaros aletean y chillan
Tupido clamor de lodos mi país
Estación arrancada que vuelve a su origen
Sólo un viento rojo empuja a lo alto su flor
En el oleaje que no tiene profundidad y tú
Entre las flores de mayo lacia cansada
De dónde traes esas palabras que coloreas
Con una sangre de tierra sobre la corteza desvanecida
Gritas tu fijeza a todo país maldito
Es ay navegadora el recuerdo
*
Más triste que la noche donde el agutí se detiene
Su pata derecha está lacerada con una espina
En el momento en que llega el día se enconcha y se empeña
Cierra la noche y lame la herida
Así me inclino hacia mis palabras y las reúno
En la ventolera donde venías a apoyar la cabeza
En ese silencio al que dedicas tantas fiestas
Tu vigilia tu desazón tu sueño tus tormentas
El vuelo donde juegas con lo inconcluso
Los destellos azules del tiempo con que nos salpicas
Entonces las palabras me hacen quemar la cobilla
El barranco donde duermo es un brasero que se artiga
El día esta noche pone aquella que nos hizo: la herida
*
No escribo para sorprenderme sino para darle medida a este pleno de
impaciencia que el viento llama tu belleza. Lejana, cielo de
arcilla, y viejo limo, real
Y el agua de mis palabras fluye, mientras no la detiene la roca, donde
desciendo río entre las lunas que se pavonean en la ribera. Allí
donde tu sonrisa es del color de las arenas, tu mano más
desnuda que un juramento pronunciado en silencio
*
Y no hay sino ceniza en matorrales apretada
No hay sino extravío donde da a luz el cielo
El agua de agave no apacigua a la flor tímida
Las estrellas cantan como una ahora que no se oye
En la encrucijada donde fue triturada la savia
A tantos que gritan inspirados en el viento
Llamo inesperada andanza
Tú sales de las palabras, huyes
Eres país de antaño dado en recompensa
Invisibles conducimos el camino
Sólo la tierra entiende
Traducción de Mónica Mansour
Biografía:
Édouard Glissant (Sainte-Marie, Martinica, 21 de septiembre de 1928 – París, 3 de febrero de 2011) fue un novelista, poeta y ensayista francés. Poeta del mestizaje, creó los conceptos de “criollización” y de “Todo-Mundo”.