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Edda Piaggio

Foto de Timothy L Brock en Unsplash

Poemas:

Poema 65

Sos mi oculto remo que rema y rema,
la ventana que entorno cada mañana,
sos el paso en la escalera del tiempo.
Olvidé tu nombre pero no tu sombra,
la preocupación vagabunda de encontrarte,
arena caediza cuando llego al
empapado mar de la poesía.
Sos
mi paso siempre.

Poema 15

Cuando vaya a la costa
entre zaguanes arenosos y anillos desquiciados
cantaré ritmos y melodías litúrgicas.
Los pájaros seguirán mis rastros
junto al dios de mis siestas
y con luna afinada en los bordes
partiré en fragmentos la perfidia social.

Indicio

Desde allá,
mi progresión de valores
e instrumentos.
Te llamo
y te adorno
al quebrar tu ausencia de dardo en mi cuello.

Me asomo al aljibe de tus milagros,
te habito en mi unidad
en mis alhajas,
inventándote en charcos y azucenas.

Cuando vuelvo a mis grandes extensiones tristes
hinchadas de cóndores,
callo
porque te siento,
y en reserva te descubro
entre la especie humana.

Poema 16

Como el agua navega y a sí misma se sueña
sin cálculo muy honda
como los barcos el agua
tantas veces deleite
muy hondo
tantas veces el barco
tira sus anclas.

Poema 59

Son mis libros como canciones,
mis cenizas y mis labios
mis bálsamos y mis heridas
las escamas que dejó el viento
en los muros de una historia
mis libros son leños y templos,
argollas
que vibran convulsivas.

Barca

barca tímida,
mi corazón se agota
de yuyos y malezas
y franjas quebradas.

Porque tú una vez dijiste,
mi corazón te siente,
tu tórrido universo
es espejo en que me miro
mas son cartas de auxilio tibio
tus islas
y amaneceres.

Barca, barca lila
fértil y benigna
yo canto
yo bailo en tu jornada
mi ritual de hondos miedos.

Poema 27

Verano
mestizaje de sueños
irresistible ondear de tallos dicroicos y zafiros
tolvanera
vórtice
respiro
timbales y PLEAMAR
porque atabal que cura es cosa de alumbramiento.
Me echo de bruces en medio de la calle
como rayo indómito y efebo.

Poema 64

“Tiempo de esparcir piedras
y tiempo de recogerlas,
tiempo de abrazar
y tiempo de alejarse de los abrazos”.
ECLESIASTÉS, cap. III

Llegó hasta mí esa voz,
tembladeral de distancias
quebrada en los olvidos,
austera de la historia
febril
a tientas
Definitivo brasero
hoy guirnalda encendida
cada vez más cierta,
más quemante,
más litúrgica,
más clara.

Encuentro

Misionario de encantos
mi palacio transparente
la conversación aludida,
nuestro andar
de remotos hilos en furores,
el viaje aleteante
ceremonia incesante del deseo,
el apego
después.
Murmuradora evasión
las palabras mías
imperio de espejismos,
corrientes dispersas
nos alcanzan,
esquivas,
tempranas,
escrutinios propicios a entendernos
cambiantes venas liberadas
como rieles
salvando poemas
CONSAGRACIÓN DE LAS MORADAS AZULES
Yo voy a tu encuentro
construyo un terraplén para el olvido,
escribo tu cuerpo imaginado,
gesticulo umbrales imposibles.

Poema 19

A Claudia González Costanzo
por su esclarecedora inteligencia
y su humilde manera
de sentir y sufrir.

¿Recuerdas aquellos ojos líticos
inocentes de entonces
como parches en el rostro flagelado?
¿Imaginas sus pies de caminos
su sangre de viento
-espiga de amor a la espera-
sus papeles de diario
sus andrajos de noches sus muelles de nubes
su ángel dormido
sus lluvias ajenas
y el recorte del mundo en las cuencas de fiebre
sus calles gastadas
antes del crimen y el torrente?
¿Y la maravilla desierta de sus pasos?

Biografía:

Edda Piaggio Victorica (Montevideo, 1928-2023) fue una voz inconfundible en la poesía uruguaya, dotada de un lirismo íntimo y un dominio preciso de la palabra. Su obra, desarrollada a lo largo de varias décadas, exploró con sensibilidad temas de la vida, la naturaleza y el paso del tiempo, construyendo un universo poético que ha trascendido fronteras. Piaggio fue no solo poeta, sino también cuentista, traductora y conferencista, difundiendo su arte en revistas literarias de Uruguay, Brasil, Panamá, Italia, España y otros rincones del mundo. Su presencia en festivales y ferias de poesía y su constante colaboración en revistas como la puertorriqueña *Mairena* hicieron de ella una figura reconocida en el ámbito internacional.

A partir de los años setenta, Edda comenzó a publicar sus poemarios, entre los que destacan Llanuras Rituales (1976), Complemento (1977) y Ciruelo Rojo Vivo (1982), obras en las que su voz alcanza una madurez serena y reflexiva. Su poesía, a menudo introspectiva, se enriquece con una melancolía profunda y una fuerza espiritual, como en Las Rejas del Alba (1986) y Ramas (1989), textos donde la autora desentraña el dolor y la belleza de la existencia.

El estilo de Edda Piaggio es a la vez cercano y universal, y sus versos encuentran en la naturaleza y los ciclos de la vida sus metáforas predilectas. En obras como Cirios (1991) y Cielos (1994), la poetisa despliega una visión introspectiva y casi mística del mundo, como si cada poema fuera una oración. En sus últimos años, su pluma continuó viva en títulos como Camino de Ronda (2003) y Biquini en Pleamar (2004), donde la reflexión sobre la memoria y el ocaso toma un papel central.

Piaggio también se dedicó con esmero a la traducción de poesía, ampliando así su sensibilidad hacia otras culturas y lenguas. Esta faceta refleja su habilidad para captar la esencia de la poesía más allá de los límites del idioma, logrando que las palabras fluyan con igual intensidad en diferentes lenguas.

Edda Piaggio deja un legado de poesía sincera y evocadora, en la que cada obra es un pasaje hacia su interioridad y, al mismo tiempo, un reflejo de las grandes verdades humanas. Su vida y obra continúan inspirando a lectores y poetas, que encuentran en sus versos un refugio de belleza y contemplación.

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