Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Diego Valverde Villena

Diego Valverde Villena (San Isidro, Lima, Perú, 6 de abril de 1967) es un poeta que personifica la fusión de culturas y la profundidad intelectual. Con nacionalidades boliviana, peruana y española, su vida y obra reflejan un mosaico de influencias y experiencias diversas.

Entre 1992 y 1998, ejerció como profesor de lengua y literatura en varias universidades, destacándose en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, Bolivia. Posteriormente, su talento y dedicación lo llevaron a la Secretaría de Estado de Cultura de España entre 2002 y 2004. Su trayectoria literaria continuó brillando cuando, el 18 de enero de 2006, fue nombrado director de la Feria del Libro de Valladolid, cargo que ostentó hasta junio de 2009. En 2010, Valverde Villena retomó su carrera académica, consolidando su estatus como erudito y poeta.

Hijo de un padre español y una madre boliviana, ambos naturalizados peruanos, Diego Valverde Villena siempre estuvo profundamente ligado a la literatura. Licenciado en Filología Hispánica, Inglesa y Alemana por la Universidad de Valladolid, y Magíster en Literatura Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid, su formación académica es extensa y diversa. Ha realizado estudios especializados en prestigiosas universidades como Salamanca, Edimburgo, Dublín y Breslavia, y ha cursado doctorados en Literatura en Oxford, Heidelberg, Tubinga, Chicago y la Complutense de Madrid.

Según el poeta Julio Martínez Mesanza, la poesía de Valverde Villena es «un ejemplo de coexistencia perfecta entre vida y cultura». Su variada formación le permite beber de diversas tradiciones, creando una poesía entretejida de referencias sutiles a múltiples culturas. La música, la antropología, la historia, el cine y la religión encuentran un espacio en sus versos, enriqueciéndolos con una profundidad y amplitud poco comunes.

Las influencias medievales son notables en su obra, con ecos de los trovadores provenzales, el Minnesang alemán y Ausiàs March. Además, el influjo del conceptismo barroco, especialmente de John Donne, y de T. S. Eliot, se manifiesta en su manera de abordar la antropología y la religión, convirtiéndolas en motivos poéticos centrales. Algunos críticos han calificado sus poemas breves como «poemas de la centella», capaces de concentrar vastas ideas en pocas líneas. En palabras del poeta Ahmed Higazi, son «como meter un león muy grande en una jaula muy pequeña».

La obra de Diego Valverde Villena destaca por su riqueza cultural y su capacidad para sintetizar vastos conocimientos en una expresión poética única. Su trayectoria como académico y poeta lo ha consolidado como una figura imprescindible en el panorama literario contemporáneo, un creador cuya voz resuena con claridad y profundidad en el vasto universo de la poesía.

Mapa

Ese mapa que me diste
de tu corazón
es como uno de esos mapas turísticos:
todo lo hermoso
está cerca
y las calles son cortas
y las rutas diáfanas.

Pero luego
las distancias no corresponden
hay calles que no están señaladas
y los caminos son complejos
e intrincados.

Y ya es muy tarde, porque me he adentrado
en la ciudad, y no hay vuelta
atrás.

Tus ojos miran muy lejos
y ya no me sirven de referencia.
Me he perdido
irremisiblemente.

Metro de Chicago

A lo largo del viaje
la mujer de tu vida se te escapa repetidas veces,
siempre en el lado opuesto de la vía,
en el otro andén,
en la otra cola,
saliendo del museo o del restaurante cuando tú entras:
un segundo de vacilación es suficiente.

Escondidas

El territorio es el mundo.

En cuanto al tiempo,
no basta contar del 1 al 100.
Puede pasar mucho
–créanme–
mucho tiempo.

La multitud de rostros
aturde.

Cuando uno ha contado más de 3.547
–si llegó a tanto–
suele desistir
desesperanzado,
o creer que el juego no existe.

Es bueno no dejar de ser niño
y creer en los juegos.

Un poema

Mis ojos y mi boca recorren tu cuerpo como ejército de insectos.
Pierden pie en el mercurio de tu piel, se levantan
vadean hoyuelos persiguen atajos
caen en las trampas móviles que tiendes
clavan banderas de ardor y de deseo
en las cotas vencidas
almacenan pedazos de tu calor para pasar el invierno
anegan cada rincón con miles de patas diminutas
pueblan todo con rigor milimétrico
parcelan en hexágonos tu piel de cera
trazan mapas detallados, abren caminos
arman pontones para vencer
el vértigo de tu hermosura.
Conquistan para rendirse,
para postrarse
como bárbaros arrodillados ante la faz del Basileus.

CONSTELACIÓN

Quod est superius est sicut quod est inferius
Tabula Smaragdina

El firmamento
–una falda de estrellas–
se siembra en la piel
de las recién nacidas

Un cuerpo custodia los lunares
que me definen

Kepler, Copérnico y Brahe
me guían por la calle

LIBROS

Vuelvo a casa
una vez más
con siete libros.

Dirán que engullo el saber
que todo es pose,
que nadie puede leer tanto, ni tan rápido;
que, como los otros, no disfruto
la lectura;
que esto es parte de mi furor numérico;
que para qué tanto, si no se me pone cara
de docto y circunspecto.

No sospechan, ni de lejos,
la verdad:
me gusta la chica de la librería.

EL ZARPAZO DE DIOS

De un zarpazo Dios te muestra el mundo.
Él lo hace así, como jugando,
y te inocula el veneno de la percepción.
Ya toda la belleza se ofrece ante tus ojos
y el amor posible
y la fe necesaria para que hagas milagros.
Tu piel muta y también tus colmillos
y la caza menor te deja insatisfecho.
Dios con su zarpazo te ha hecho de los suyos
y estás absoluta, tremendamente solo.